Aventuras de los Mart¨ªnez en la Legi¨®n Extranjera
Un libro repasa la peripecia de los numerosos espa?oles que se alistaron en la legendaria unidad francesa
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En la novela can¨®nica de las aventuras de la Legi¨®n Extranjera francesa, Beau Geste, de P. C. Wren, en la peor hora de plomo y sol del fuerte Zinderneuf, en medio del S¨¢hara cegador, cuando los tuareg atacan en masa llenando el cielo ardiente de una lluvia de balas, ah¨ª hay un espa?ol. Se trata de Ram¨®n, que no es que tenga un papel muy lucido, pues le matan de los primeros, pero no deja de hacer servicio: su cad¨¢ver es uno de los que el cruel sargento Lejaune recoloca en las troneras para intimidar a los asaltantes. El l¨¦gionnaire Ram¨®n es un personaje de ficci¨®n, claro, pero simboliza a los numeros¨ªsimos espa?oles de carne y hueso que han servido en la m¨ªtica Legi¨®n Extranjera desde su creaci¨®n.
El cabo Templado se hizo temible cortando cabezas en Argelia
A documentar y contar su historia ha dedicado un libro, Espa?oles en la Legi¨®n Extranjera francesa (In¨¦dita, 2009), el sevillano Joaqu¨ªn Ma?es Postigo, un apasionado de ese legendario, rom¨¢ntico y a menudo brutal cuerpo que ha inmortalizado el quepis blanco y que cuenta entre sus tradiciones cosas tan extravagantes como venerar la mano de madera de uno de sus h¨¦roes ca¨ªdos (el capit¨¢n Danjou), desfilar a paso enervantemente lento o tener un himno de marcha que se llama Le boudin, "la salchicha de sangre" (alusi¨®n a la mochila t¨ªpica o al miembro viril). Realmente, des types pas ordinaires.
En su libro, Ma?es, que no es un gran admirador (Dios le perdone) de Beau Geste (y como pel¨ªcula prefiere Marchar o morir), sigue la presencia de nuestros paisanos en la unidad desde sus inicios. Explica las peripecias de gente como el carlista Antonio Cr¨ªspulo Mart¨ªnez citado y condecorado por su valor contra los Beni Aidonu, en la Cabilia; Alonso Bernardo, que muri¨® a manos de los lanceros mexicanos en Camerone, nada menos, la finest hour de la Legi¨®n Extranjera; el cabo furriel Montes que estuvo en otro combate m¨ªtico, El Moungar, o el c¨¢ntabro Juan Ateca, corajudo pero indisciplinado, que acumul¨® 254 d¨ªas de prisi¨®n y fue incorporado en Or¨¢n al temible batall¨®n disciplinario de Colomb B¨¦char (Section de tr¨¦s mauvais sujets), que ha de ser un destino como para quejarte de la soupe o dejarte abierta la taquilla.
En la ¨¦poca de entreguerras -la que refleja Beau Geste- hay pocos espa?oles en la Legi¨®n Extranjera, en parte porque se crea, en 1920, el Tercio de Extranjeros (la Legi¨®n Espa?ola). En cambio, el fin de la Guerra Civil va a suponer una avalancha de compatriotas: hasta un 27% de los que se alistan en 1939 lo son (hoy no llegan al 1%: en 2007 hab¨ªa s¨®lo 50 espa?oles entre los 7.700 legionarios). A la oficialidad francesa, formada en Saint Cyr y Saumur, le cost¨® asimilar a esos voluntarios, la mayor¨ªa ex soldados de la Rep¨²blica, porque los ten¨ªa por indisciplinados comunistas y anarquistas. Entre los que llegan, sin embargo, hay hasta un almirante republicano, Miguel Buiza Fern¨¢ndez-Palacios (lo que recuerda aquella legendaria respuesta de un recluta en la maison m¨¦re de la Legi¨®n en Sidi bel Abb¨¦s al preguntarle qu¨¦ era en la vida civil: "I was a general, mon colonel".
"Modestos, altivos y valientes", seg¨²n un capit¨¢n franc¨¦s los l¨¦gionnaires espa?oles lucharon y murieron en todos los frentes de la II Guerra Mundial. Estuvieron en Bir Haikeim (donde gritaban lanzando botellas de gasolina contra los tanques de la divisi¨®n italiana Ariete: "?C¨®mo en Madrid, camaradas, como en Madrid!"), en Narvik... El legionario Ram¨®n Ciuraneta, de Viella (L¨¦rida), captur¨® a Von Neurath, tras matar a sus escoltas de las SS. Algunos, como Robert Pujol, pasaron a Indochina, y en Dien Bien Phu luch¨® y cay¨® prisionero el legionario Jos¨¦ Cort¨¦s. El fogoso cabo Templado destac¨® en Argelia, donde ten¨ªa la fea costumbre de cortar cabezas de fellagas.
Los espa?oles, se?ala Ma?es, han ido hist¨®ricamente a la Legi¨®n Extranjera m¨¢s por ideolog¨ªa que por esp¨ªritu de aventura, un impulso que, en cambio, caracteriza a brit¨¢nicos y alemanes. Si estos ¨²ltimos han dejado una impronta de rigor y brutalidad, los espa?oles, dice el autor, aportaron flexibilidad, camarader¨ªa y, valga el t¨®pico, "extraordinaria bravura" (que se lo digan a los fellagas). Pese a su inveterada fascinaci¨®n por la Legi¨®n Extranjera, a Ma?es nunca le alcanz¨® el cafard y no pens¨® en alistarse. "Mi vida jam¨¢s ha ido por ah¨ª, mis par¨¢metros son muy burgueses", apunta sin poder evitar un suspiro (compartido). Voil¨¤ du boudin, voil¨¤ du boudin...

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