Estrategias de representaci¨®n
A mediados de los ochenta la pregunta empezaba a plantearse reiterada: qu¨¦ relatos deb¨ªan contar los grandes museos. M¨¢s a¨²n, ?estaban obsoletas las historias can¨®nicas que narraban? Era un tema que desde la arena te¨®rica saltaba a las salas, asistiendo la d¨¦cada a aut¨¦nticas transformaciones en la forma de concebir los museos y sus estrategias de representaci¨®n. Frente a la ordenaci¨®n por "escuelas", la National Gallery de Londres propon¨ªa una puesta en escena que confrontaba pa¨ªses. Las viejas ordenaciones empezaban a ser cuestionados.
Coincidiendo con la cr¨ªtica institucional que part¨ªa de la propia producci¨®n art¨ªstica -desde Kabakov hasta Martha Rosler-, el museo dejaba de ser el lugar que produce los significados para constituirse en el lugar donde los significados se producen. El planteamiento, muy ochentero, se inscrib¨ªa en la revisi¨®n necesaria de una Historia del Arte que priorizaba a unos artistas frente a otros, a ciertos pa¨ªses o estilos.
La duda iba planeando: ?estaban las obras esenciales para el siglo XX en el MOMA o eran las obras esenciales del XX porque estaban en el MOMA? ?Es preciso contar la historia a partir de grandes nombres y hacer una Historia del Arte como "historia de los estilos"? ?No hay otros modos de relatar que subviertan el paradigma cl¨¢sico? Los hay, aunque lo esencial podr¨ªa hallarse en algo sobre lo que se suele pasar de puntillas: las colecciones. Buena parte de los museos que han optado por las narrativas m¨¢s transgresoras son due?os de un conjunto de obras con peque?os -o grandes- huecos, dejando la duda abierta de si hubieran optado por esa misma estrategia en caso de ser propietarios de una colecci¨®n tan contundente como la del MOMA, por hablar del m¨¢s citado en cuanto a museos del XX se refiere.
Lo cierto es que si el MOMA revisara su forma de contar el relato volver¨ªa a despertar envidias, porque tambi¨¦n en lo que se refiere a los "excluidos" por el discurso m¨¢s oficializante posee verdaderas "obras maestras". Baste pensar en su colecci¨®n de fotograf¨ªa. La verdad es que si hubiera que elegir entre un discurso transgresor y una colecci¨®n excelente, la mayor parte de los museos optar¨ªan, seguro, por lo segundo. Una colecci¨®n excelente puede construir un discurso distinto. Las colecciones mediocres siguen siendo tales por mucho que se disimulen tras discursos a la moda.
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