?Desarrollo sostenible?
?Y qu¨¦ es lo que hay que sostener? ?La naturaleza? ?El desarrollo? ?El crecimiento? Surgido en los 80 del dif¨ªcil matrimonio entre desarrollismo y medioambientalismo, el t¨¦rmino desarrollo sostenible proporciona una ambivalencia sem¨¢ntica que lo convierte en una percha para todo, desde la "econom¨ªa sostenible" de Zapatero a Copenhague, pasando por Urdaibai.
El concepto de desarrollo, ligado al de progreso, ha guiado a las sociedades occidentales desde la Ilustraci¨®n - y la globalizaci¨®n ha sido su ¨²ltima expresi¨®n- en base a dos supuestos: que el desarrollo occidental pod¨ªa universalizarse en el espacio y que podr¨ªa perdurar en el tiempo. Ambos se desvanecen ante la realidad de las crisis econ¨®mica, ecol¨®gica y energ¨¦tica y el creciente abismo entre pa¨ªses del centro y la periferia. Al tiempo, toda una l¨ªnea de pensamiento cuestiona el sentido ¨²ltimo de la modernizaci¨®n occidental; desde Weber, que parte de la cr¨ªtica de Nietzsche a la Ilustraci¨®n, hasta la Escuela de Francfort, Foucault o el movimiento ecologista.
La crisis econ¨®mica desvanece el concepto de desarrollo unido a progreso
La frustrada Cumbre de Copenhague, en torno a la acuciante cuesti¨®n del cambio clim¨¢tico, ha mostrado la doble dimensi¨®n del problema: ecol¨®gica, pero tambi¨¦n de justicia, en el tiempo y en el espacio. A fin de despejar la ambig¨¹edad y la terminolog¨ªa de conceptos como sostenibilidad y desarrollo sostenible, conviene recordar un l¨²cido art¨ªculo de Wolfgang Sachs, en el que distingue tres discursos en torno a la misma, seg¨²n su valoraci¨®n del desarrollo y la manera en que relacionan la ecolog¨ªa con la justicia.
El primero entronca directamente con las teor¨ªas de la modernizaci¨®n ecol¨®gica. La tesis central es que crecimiento y medioambiente, lejos de resultar incompatibles, se estimulan mutuamente de forma positiva. Se se?alan dos fen¨®menos principales. El primero ser¨ªa la modernizaci¨®n ecol¨®gica de las econom¨ªas industriales: el reto de la competitividad empuja a una mayor eficiencia, especialmente energ¨¦tica. El segundo ser¨ªa la aparici¨®n, fruto de la extensi¨®n de la conciencia ecol¨®gica, de nichos de mercado verdes: los consumidores penalizan a las empresas de comportamientos medioambientales dudosos y optan cada vez m¨¢s por productos ecol¨®gicos. Esta perspectiva, por tanto, encaja bien con la doctrina neoliberal y, en todo caso, remite la responsabilidad ecol¨®gica a los ciudadanos individuales. No obstante, y especialmente a nivel global con cuestiones como el cambio clim¨¢tico, los problemas medioambientales lejos de remitir, se agravan; la mayor eficiencia energ¨¦tica del capitalismo verde no es capaz de compensar el aumento del consumo. O la supuesta 'energ¨ªa verde' de algunas empresas del centro se combina con comportamientos bastante poco ecol¨®gicos y antisociales en la periferia. En ¨²ltima instancia, se asume secretamente su limitaci¨®n en el espacio, trasladando al sur el coste del ajuste medioambiental, en base a argumentos como la cuesti¨®n de la poblaci¨®n y menor eco-eficiencia. El pensamiento desarrollista contin¨²a en la base, el objetivo es poder mantener el crecimiento de los pa¨ªses del centro.
El segundo discurso tendr¨ªa por se?a de identidad la mirada global. El planeta se constituye en objeto cient¨ªfico y pol¨ªtico. Aqu¨ª cabe situar la hip¨®tesis Gaia, la comunidad cient¨ªfica, perspectivas m¨¢s espirituales (Leonardo Boff) o las grandes organizaciones ecologistas. La dimensi¨®n global de problemas como en cambio clim¨¢tico corre en apoyo de esta perspectiva. Desde esta mirada global, resulta imposible obviar la doble dimensi¨®n del problema, temporal y espacial.
El tercer discurso, una deconstrucci¨®n. La primera causa de la degradaci¨®n medioambiental es el sobredesarrollo y no una ineficiente distribuci¨®n de los recursos ni la proliferaci¨®n de la especie humana. Se defienden modelos de desarrollo autocentrados y de democracia local. El estilo de vida del norte no puede generalizarse a todo el planeta La eficiencia no sirve si no viene supeditada por el concepto central de la suficiencia.
La disputa entre las dos primeras perspectivas viene protagonizando los debates de las cumbres institucionales como la de Copenhague. La tercera ha recorrido las calles - y los calabozos- de la capital danesa. Nos interpela directamente a pararnos y pensar, a consumir menos, contaminar menos y trabajar menos, para vivir mejor. La velocidad intermedia a favor de una sociedad sin prisas, una relocalizaci¨®n -desglobalizaci¨®n- en torno a las econom¨ªas regionales y locales, la descarbonizaci¨®n, la sustituci¨®n de los bienes desechables y un consumo selectivo que reduzca el volumen de mercanc¨ªas constituyen se?ales hacia una civilizaci¨®n sostenible. En apoyo de esta perspectiva, parece que la mayor¨ªa de las sociedades occidentales traspasaron durante los a?os 70 el umbral tras el cual el aumento del PIB deja de corresponderse con calidad de vida. La cuesti¨®n que afronta es hasta qu¨¦ punto resulta compatible con la l¨®gica de acumulaci¨®n capitalista y ¨¦sta con el bienestar y la propia supervivencia del planeta.
Ion Andoni del Amo es Soci¨®logo e Ingeniero.
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