La mirada de un maestro
Fue una de las semillas de la nueva ola francesa, pero no goz¨® del relumbr¨®n que aureolaron a Godard, a Truffaut o a Resnais, que le acompa?aron en su debut en 1959. Rohmer era profesor de literatura y fue captado por aquellos Cahiers du Cin¨¦ma de tapas amarillas en las que se incub¨® la eclosi¨®n del nuevo cine franc¨¦s que marcar¨ªa un antes y un despu¨¦s en la frontera de la modernidad. En 1957 public¨® una monograf¨ªa sobre Alfred Hitchcock, escrita con Claude Chabrol, que es todav¨ªa un libro de referencia. Pero El signo del le¨®n (1959), con el que se dio a conocer al p¨²blico, mostr¨® la implacable progresi¨®n de su protagonista hacia un abismo cotidiano con una mirada que hac¨ªa pensar en Balzac. Tuvo una acogida fr¨ªa, porque la textura de su cine no ofrec¨ªa la brillantez formal de sus compa?eros debutantes. Si Godard era un sprinter, Rohmer, el mayor de la camada, era en cambio un corredor de fondo. Y lo fue a lo largo de toda su carrera, con sus historias intimistas, con pocos personajes, tanto si trataban de la cotidianidad parisiense como si su acci¨®n se situaba en ¨¦pocas remotas propicias al espect¨¢culo facil¨®n (Perceval el galo, La marquesa de O, Los amores de Astr¨¦e y C¨¦ladon, que fue su testamento). La cr¨ªtica y parte del p¨²blico empezaron a tomarle en serio cuando aparecieron Mi noche con Maud (1969) y La rodilla de Claire (1971), en parte gracias a sus actrices en estado de gracia.
Adem¨¢s de realizador, Rohmer fue siempre un ensayista y te¨®rico de primera fila, como lo demostr¨® en los a?os sesenta con su fecunda pol¨¦mica en torno al cine de poes¨ªa (que Pasolini defendi¨® con sus postulados de fil¨®logo) y el cine de prosa, que Rohmer argument¨® y practic¨® en su propia filmograf¨ªa. Su prosa proced¨ªa de la gran tradici¨®n de la novela francesa, pero su cine no fue nunca literario, en el sentido peyorativo de la expresi¨®n.
Cineasta elegante y austero a la vez, orquest¨® su filmograf¨ªa en ciclos, como el de sus "cuentos morales", sus "comedias y proverbios" y sus "cuentos de las cuatro estaciones". Hab¨ªa en su mirada sobre sus personajes, siempre de reacciones contenidas y nada vistosas, algo propio de la mirada del antrop¨®logo. Esto es tan cierto que cuando present¨® en la Bienal de Venecia El rayo verde (1986) asist¨ª en el jurado del festival a una curiosa discusi¨®n, pues algunos se negaban a premiar la pel¨ªcula, arguyendo que la crisis que viv¨ªa la protagonista en la pel¨ªcula era su propia crisis en su vida real, lo que le restaba valor dram¨¢tico. De todas maneras la premiamos y creo recordar que tambi¨¦n a su protagonista, Marie Rivi¨¨re.
Su pen¨²ltima pel¨ªcula, Triple agente (2004), dirigi¨® su mirada hacia la Guerra Civil espa?ola de un modo muy poco convencional. Fue una pel¨ªcula inc¨®moda, porque huy¨® de los himnos l¨ªricos y de los acentos heroicos y habl¨® de traiciones y de bajezas pol¨ªticas, algo que obviamente existi¨® en nuestra tragedia pol¨ªtica.
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