Comemos fuera, y cada vez peor
Espa?a encabeza la lista de pa¨ªses que se alejan de la dieta mediterr¨¢nea - La crisis afecta la cesta de la compra y alienta un mercado a dos velocidades
Comer en casa m¨¢s a menudo o elegir un men¨² equilibrado cuando salimos, llenar la cesta de la compra de hortalizas y aceite de oliva, renunciar a picar entre horas, en definitiva, reflexionar antes de realizar cada una de las decenas de acciones cotidianas relacionadas con la alimentaci¨®n. Se trata de algo m¨¢s que buenos prop¨®sitos para empezar el a?o. Son unas pautas m¨¢s que nunca necesarias, en opini¨®n de los expertos, ante las malas pr¨¢cticas y el suspenso de los espa?oles en consumo alimentario.
Las alarmas de nutricionistas e instituciones ya han saltado. Mientras la crisis financiera hace mella en los h¨¢bitos de compra de las familias medias, los estudios hablan claro. Espa?a se est¨¢ alejando peligrosamente del patr¨®n tradicional de la dieta mediterr¨¢nea y encabeza las listas de pa¨ªses europeos donde m¨¢s se incrementa el consumo fuera de casa. M¨¢s del 20% de nuestras salidas incluyen al menos una etapa en un bar o "una tapa", de acuerdo a los ¨²ltimos datos del panel de consumo alimentario que publica el Ministerio de Medio Ambiente. Este observatorio, el m¨¢s actualizado y completo, calcula que el a?o pasado "una tercera parte del gasto total en alimentaci¨®n de los espa?oles", unos 90.000 millones de euros, se realiz¨® fuera del hogar y que entre finales de 2008 y principios de 2009 se registraron 6.810 millones de "visitas individuales a establecimientos".
"Los cambios ya nos pasan factura: un 17% de obesidad", dice una analista
La inmigraci¨®n ha revolucionado los mercados y la oferta de productos
Una tercera parte del gasto en alimentaci¨®n se realiza fuera de casa
"Creemos que comemos mejor de lo que lo hacemos", apunta una experta
Lejos de considerar el consumo extradom¨¦stico como una costumbre insalubre de por s¨ª (se puede comer mejor en un restaurante que en casa, por supuesto), los analistas se?alan m¨¢s bien los h¨¢bitos y los inconvenientes que a menudo acompa?an este consumo: las prisas, la irreflexi¨®n a la hora de pedir o la baja calidad de los productos.
Si entre las causas m¨¢s frecuentes influye el trabajar lejos de casa, las consecuencias para la salud ya son m¨¢s que evidentes y, a este ritmo, no auspician nada positivo. "Estos cambios ya nos han pasado factura. S¨®lo hace falta ver los ¨ªndices de obesidad [m¨¢s del 17%, seg¨²n el INE] en la poblaci¨®n", recuerda Susana del Pozo, directora de An¨¢lisis de la Fundaci¨®n Espa?ola de Nutrici¨®n (FEN).
Se trata de datos preocupantes que se deben, entre otras cosas, a una falsa creencia radicada en la sociedad. "Los espa?oles creemos comer mejor de lo que en realidad comemos, lo que se convierte en un problema a la hora de convencer a la gente de que tiene que cambiar sus h¨¢bitos", apunta Geles Duch, nutricionista y responsable del Grupo de Apoyo Nutricional, entidad barcelonesa que organiza cursos de educaci¨®n alimentaria, una disciplina que parece cada vez m¨¢s necesaria si consideramos las conclusiones de la SEN en una valoraci¨®n del comportamiento alimentario. "La dieta de los espa?oles se ha modificado notablemente en los ¨²ltimos 40 a?os, alej¨¢ndose del modelo tradicional de la dieta mediterr¨¢nea, por lo que se deben dise?ar estrategias que fomenten la alimentaci¨®n saludable, comercializaci¨®n y distribuci¨®n", se?ala la investigaci¨®n. "Todo ello sin olvidar el componente de placer de los alimentos, que se considera clave para mantener o recuperar los h¨¢bitos alimentarios".
"A¨²n es pronto para predecir qu¨¦ ocurrir¨¢ con vistas al futuro", prosigue Del Pozo, "pero s¨ª es cierto que los profesionales, las administraciones, las asociaciones y los colegios est¨¢n trabajando para que aumente la formaci¨®n y la educaci¨®n, sobre todo entre los m¨¢s peque?os", para que las futuras generaciones est¨¦n m¨¢s formadas en este ¨¢mbito y sean conscientes de lo que supone comer mejor.
Mientras tanto, queda cada vez m¨¢s claro que en muchos contextos, sobre todo en las grandes ciudades, comer en casa se ha convertido en una excepci¨®n. Lo se?ala tambi¨¦n un informe realizado por la consultora Nielsen. Espa?a se ha afianzado como uno de los pa¨ªses europeos donde es m¨¢s habitual pedir un men¨² en un bar, y s¨®lo es superada por Grecia y Portugal. "La mayor¨ªa de los espa?oles comen en restaurantes varias veces al mes, hasta el punto de que el 58% declara hacerlo como m¨ªnimo dos o tres veces". Seg¨²n el estudio, la comida m¨¢s frecuente fuera del hogar es el almuerzo, una costumbre que se aleja de la media mundial, ya que internacionalmente se opta sobre todo por la cena.
Se trata de una tendencia que choca s¨®lo en apariencia con el frenazo de consumos debido a la crisis financiera. "En general, cada vez gastamos menos en alimentaci¨®n. Tradicionalmente, casi el 50% de los gastos familiares se realizaban en este ¨¢mbito", explica V¨ªctor J. Mart¨ªn Cerde?o, economista, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y colaborador del panel de consumo alimentario del ministerio. "Ahora las cosas han cambiado. Uno de los aspectos m¨¢s interesantes de los ¨²ltimos a?os desde el punto de vista social y demogr¨¢fico es la incidencia en el sector de la alimentaci¨®n de la nueva configuraci¨®n de los hogares", cuenta. Y es que los singles o los hogares con doble renta hacen que el mercado se mueva "a distintas velocidades" y que en ¨¦l "coexistan muchas realidades".
Porque si por un lado ha bajado el gasto tradicional, castigado con toda su fuerza por el se¨ªsmo financiero mundial, "por otro se ha ido afianzando un segmento de consumidores m¨¢s selectos". Es decir, no es nada raro acudir a un establecimiento de comida gourmet y encontrarlo lleno. Paralelamente, los n¨²cleos familiares suelen elegir m¨¢s productos de marcas blancas frente a las de los fabricantes. "Y todo esto ocurre en uno de los pa¨ªses tradicionalmente m¨¢s marquistas de Europa", recuerda Mart¨ªn Cerde?o. Este investigador se?ala tambi¨¦n la inmigraci¨®n como una de las causas que han revolucionado los mercados y la cl¨¢sica oferta de productos. "S¨®lo hace falta entrar en un supermercado para ver g¨¦neros de fruta tropical que antes era muy complicado encontrar". Junto al creciente exotismo de la oferta se afianza tambi¨¦n su heterogeneidad y asequibilidad. Un supermercado pone al alcance de todo el mundo cantidad de productos apetecibles que nada tienen que ver con la tradicional dieta mediterr¨¢nea.
Para proteger su legado, hay asociaciones y autoridades que piden su inclusi¨®n en la lista de los patrimonios culturales de la Unesco. La barcelonesa Fundaci¨®n Dieta Mediterr¨¢nea, adem¨¢s, confirm¨® recientemente en la publicaci¨®n brit¨¢nica Public Health Nutrition la tendencia generalizada de los pa¨ªses de la cuenca del Mediterr¨¢neo hacia el abandono de los h¨¢bitos alimentarios tradicionales. El estudio, que abarca la evoluci¨®n de los ¨²ltimos 40 a?os en 41 pa¨ªses, se?ala que "Espa?a es el cuarto pa¨ªs mediterr¨¢neo que m¨¢s pierde en su dieta, despu¨¦s de Grecia, Albania y Turqu¨ªa", y concluye que "es fundamental y prioritario preservarla como estilo de vida saludable, en su concepto m¨¢s amplio, en las sociedades actuales".
Y es que, mientras no faltan estudiosos y m¨¦dicos que afirman que el concepto mismo de dieta mediterr¨¢nea es un mito, la simple adaptaci¨®n a la realidad y a la oferta existente de unas costumbres saludables y del sentido com¨²n constituye una opci¨®n muy razonable.
La nutricionista Geles Duch, bas¨¢ndose en su experiencia de asesoramiento, recuerda que comer mejor es un reto alcanzable. "Hace unos 50 a?os, por poner un ejemplo, los alemanes com¨ªan mucho peor que Espa?a. Pero han hecho muchos esfuerzos por cambiar y, con el tiempo, han logrado mejorar su estilo alimentario", cuenta. En Espa?a, en cambio, se ha ido perdiendo el valor de la disciplina alimentaria que marc¨® a muchas generaciones. "Antes, en las familias se com¨ªa lo que tocaba. Ahora es mucho m¨¢s complicado. Hoy se dan casos de familias en las que si se presentan verduras y pescado para cenar, estos productos son rechazados".
Si no hay f¨®rmulas certeras para corregirnos de cuajo, la soluci¨®n pasa por la actitud de cada uno. "Mucha gente quiere cambiar", prosigue Duch, "pero resultar¨ªa muy complicado volver a la pura dieta mediterr¨¢nea". Lo m¨¢s pr¨¢ctico consiste, pues, en amoldar nuestros h¨¢bitos alimentarios a la realidad y de la forma m¨¢s sana posible. "Porque si es cierto que muchos productos son malos, tambi¨¦n existen inventos buenos", recuerda. "La venta de algo tan sencillo como las bolsas de ensalada ha llevado a mucha gente a consumirla".
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