La crisis nos engorda
Los economistas no prev¨¦n una ¨¦poca de vacas flacas. En contra de lo que podr¨ªa parecer, las pruebas sugieren que la recesi¨®n tiene m¨¢s probabilidades de favorecer el aumento de la obesidad. Hay cuatro fuerzas econ¨®micas que impulsan este resultado. En primer lugar, unas rentas m¨¢s bajas reducen la actividad f¨ªsica. Segundo: un mayor desempleo reduce tanto la actividad laboral como la f¨ªsica durante los periodos de ocio. Tercero: esta crisis es deflacionaria y la bajada de los precios de los alimentos ha estado siempre asociada a la ingesta de m¨¢s calor¨ªas. Cuarto: unos presupuestos m¨¢s ajustados pueden llevar a la gente a sustituir alimentos m¨¢s caros y saludables por otros con un coste inferior por calor¨ªa, comida basura.
La lucha contra la obesidad se ha convertido en una prioridad pol¨ªtica en Europa. En 2005, la Comisi¨®n Europea calculaba que uno de cada seis adultos europeos era obeso. La situaci¨®n est¨¢ deterior¨¢ndose en los pa¨ªses en los que naci¨® la dieta mediterr¨¢nea, en los que se cree que un tercio de los ni?os corren peligro de ser adultos obesos. Y la obesidad est¨¢ unida a enfermedades cr¨®nicas como la diabetes y las enfermedades cardiacas.
Las intervenciones de pol¨ªtica p¨²blica suelen justificarse con el argumento del coste sanitario. En Europa es, en gran parte, p¨²blico. La teor¨ªa econ¨®mica afirma que eso es un inconveniente; si los individuos tuvieran que soportar los efectos plenos del exceso de peso, tendr¨ªan un incentivo para mantenerse delgados.
Las conclusiones de las investigaciones econ¨®micas sobre obesidad desaf¨ªan muchas veces la l¨®gica y sugieren remedios con los que los expertos en salud p¨²blica no necesariamente est¨¢n de acuerdo. Por ejemplo, Reino Unido produce menos de la mitad de su consumo de fruta y verdura. Si todos los brit¨¢nicos pretendieran cumplir el objetivo de cinco piezas al d¨ªa, el resultado ser¨ªa un aumento de precios que reducir¨ªa el consumo. Si las malas dietas son una libre opci¨®n de los consumidores, las campa?as de informaci¨®n tienen pocas probabilidades de ¨¦xito. Los remedios que proponen (algunos) economistas no ser¨ªan precisamente populares: gravar con impuestos los alimentos "malos" o incluso a la gente obesa (un acceso m¨¢s caro a la sanidad).
Por el contrario, existe consenso al se?alar al progreso tecnol¨®gico como principal culpable econ¨®mico del aumento de la obesidad. Un estudio de Harvard culpa a las innovaciones en el tratamiento y el envasado de alimentos de la "epidemia" de obesidad en Estados Unidos. Aunque hace 60 a?os era posible comer cosas hipercal¨®ricas y poco saludables, su coste —el esfuerzo de prepararlas— era mucho m¨¢s elevado que la calderilla que se necesita hoy para comprar algo en una m¨¢quina en los colegios o las estaciones de tren. El progreso tecnol¨®gico es tambi¨¦n la principal explicaci¨®n de una aparente paradoja: en los pa¨ªses desarrollados, los m¨¢s pobres corren m¨¢s peligro de ser obesos que los m¨¢s ricos. Del mismo modo, los pa¨ªses m¨¢s ricos son m¨¢s gordos.
Una explicaci¨®n a¨²n no refutada fue la publicada por Lakdawalla, Philipson y Bhattachar en 2005 en la American Economic Review. Examinaron el gasto de energ¨ªa. Las calor¨ªas se "gastan" o en el trabajo o divirti¨¦ndose. La actividad f¨ªsica relacionada con el trabajo disminuye con el progreso, porque las tareas se vuelven m¨¢s sedentarias, y con el aumento de los salarios. Para compensar, los individuos con m¨¢s rentas est¨¢n m¨¢s dispuestos a pagar por una forma de vida saludable. Ha crecido la demanda de gimnasios.
Esto explica la situaci¨®n. En EE UU, el progreso ha fomentado la obesidad. A cambio, la parte m¨¢s rica de la poblaci¨®n ha podido sustituir el trabajo manual por actividades f¨ªsicas de ocio. En los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, la transici¨®n del trabajo manual a los trabajos sedentarios se est¨¢ produciendo ahora, y las rentas no son todav¨ªa lo bastante altas como para promover unos modos de vida m¨¢s saludables. A diferencia del panorama en los pa¨ªses desarrollados, en algunos pa¨ªses pobres la obesidad es un s¨ªmbolo de estatus.
Si la explicaci¨®n es acertada, la crisis va a contribuir al aumento de peso en las econom¨ªas avanzadas. El descenso de las rentas reducir¨¢ la actividad f¨ªsica durante el ocio y el desempleo reducir¨¢ la actividad manual en el trabajo. ?ltimamente, la econom¨ªa se contrae y las cinturas agrandan; confiemos en que haya una r¨¢pida inversi¨®n de la tendencia.
www.atomiumculture.eu. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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