Montilla, ese peligroso independentista
?Es Montilla un peligroso independentista? ?Un alien¨ªgena mirando desde la estratosfera pol¨ªtica? Observ¨¢ndole atentamente no lo parece, pero as¨ª le ven una amplia muestra de los creadores de opini¨®n de la prensa madrile?a y algunos jacobinos de su propio partido.
En los ¨²ltimos d¨ªas, en la prensa madrile?a se han escrito algunas perlas del calibre de "Montilla alienta por carta la rebeld¨ªa de Catalu?a contra el fallo del Estatuto", Montilla prefiere una Espa?a "rota en el caso de que la roja pierda las elecciones"; se ha calificado su actuaci¨®n de "intimidaci¨®n" y "amenaza preventiva contra los magistrados" del Constitucional, se le ha acusado de intentar "ahogar la pluralidad de la sociedad civil catalana" y se le ha calificado de "batasuno", "okupa" "guerracivilista" y "charnego cordob¨¦s". La lista, adem¨¢s del alto grado de sofisticaci¨®n intelectual, pone en evidencia una extendida tendencia a jalear la pelea y montar bulla, pero tambi¨¦n que el m¨¢s exitoso proceso democr¨¢tico de estructuraci¨®n de Espa?a necesita una actualizaci¨®n.
La utilizaci¨®n del Tribunal Constitucional para revertir la decisi¨®n pol¨ªtica es legal, pero es un fraude para los ciudadanos
Con el Estatuto catal¨¢n en vilo desde hace tres a?os, se pide al Tribunal Constitucional que tome una decisi¨®n pol¨ªtica y no jur¨ªdica. Estamos ante un problema pol¨ªtico, que es el encaje de Catalu?a en Espa?a, y la decisi¨®n la tomaron ya el Parlamento catal¨¢n, el Congreso y los ciudadanos catalanes en refer¨¦ndum. La utilizaci¨®n del Constitucional para revertir la decisi¨®n pol¨ªtica es legal, pero es un fraude para los ciudadanos, que ver¨ªan c¨®mo un tribunal cuestionado por no haber sido renovado, desdice la voluntad popular alimentando el descr¨¦dito de la justicia y las dudas sobre la utilidad del marco pol¨ªtico actual.
Las fechas l¨ªmite para la sentencia se van sucediendo y los globos sonda se van contestando subiendo la apuesta de una mayor respuesta unitaria de Catalu?a en defensa de su "orgullo" nacional.
El ¨²ltimo intento de redactar una sentencia parece haberse desbaratado cuando se impon¨ªa la inconstitucionalidad del t¨¦rmino naci¨®n para definir a Catalu?a e identificar su bandera, fiesta e himno. Uno de los ponentes calificados de progresista considera que una naci¨®n de naciones exigir¨ªa un Estado plurinacional, compuesto por entidades soberanas.
Acab¨¢ramos, porque naci¨®n -igual que madre- no hay m¨¢s que una, especialmente para las mentes monoling¨¹es, y volvemos al problema pol¨ªtico.
Si Espa?a no se entiende como una naci¨®n de naciones, vamos al choque de trenes, sin olvidar que el tren peque?o es Catalu?a porque en la cesi¨®n de soberan¨ªa, que finalmente es de lo que se trata, es el Estado el que tiene la fuerza de la capacidad econ¨®mica, sea en forma de traspaso de trenes o de aeropuertos.
La beligerancia contra Montilla no sorprende cuando la dirige la derecha medi¨¢tica espa?ola, pero cuando Guerra, el del cepillo estatutario, le sit¨²a en la estratosfera y Leguina habla de un partido sumido en un imprudente "silencio de los corderos", muestran una gran miop¨ªa pol¨ªtica. ?Acaso no es Jos¨¦ Montilla su mejor interlocutor? La aspiraci¨®n de algunos socialistas de viejo cu?o de fagocitar definitivamente a los socialistas catalanes es contradictoria con lo que interpretan como la radicalizaci¨®n de Montilla, que no es m¨¢s que una combinaci¨®n del peso del cargo y su fuerte instinto de supervivencia. No es precisamente la estratosfera, sino el contacto con la realidad catalana lo que convierte a Montilla en un defensor del Estatut, lo que le permite centrarse en el panorama electoral catal¨¢n.
El tacticismo habitual hace so?ar a algunos que no habr¨¢ sentencia del TC antes de las elecciones. Pero alg¨²n d¨ªa la habr¨¢ y sea cual sea no se acabar¨¢ el mundo. Como mucho, precipitar¨¢ unas elecciones. Por m¨¢s que se resista, alg¨²n d¨ªa tambi¨¦n el PSC deber¨¢ preguntarse si queda alg¨²n federalista en el PSOE. La respuesta del PP ya la sabemos.
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