Verdad absoluta
Hace mucho tiempo que la contundencia de una imagen se impuso como la verdad absoluta. Ver bastaba para creer. Como el atentado de Carrero Blanco que construy¨® en maqueta el genial Emilio Ruiz para la pel¨ªcula Operaci¨®n Ogro y que es una imagen recurrente en cada repaso de la Transici¨®n. O como la entrada de Tejero en el Congreso, que muchos creen haber visto en directo en la tele aquella tarde de lunes, cuando en realidad las im¨¢genes no estaban siendo retransmitidas. O como el primer paseo del hombre sobre la Luna, que forma parte de nuestra biograf¨ªa emocional aunque entonces a¨²n no hubi¨¦ramos nacido. Hasta la Biblia necesit¨® a Charlton Heston abriendo en dos el mar Rojo para vencer escepticismos.
No es raro pues, que ante tama?o poder de convicci¨®n muy pronto las im¨¢genes fueran utilizadas para mentir, para manipular, para transformar la realidad, para torcer la verdad. El ¨²ltimo episodio que nos tendr¨ªa que hacer reflexionar es el caso del abogado guatemalteco Rodrigo Rosenberg. "Si usted est¨¢ viendo este v¨ªdeo es porque he sido asesinado", comenzaba su testimonio estremecedor. Luego se?alaba como culpable al presidente ?lvaro Colom. En estos d¨ªas, la Comisi¨®n contra la Impunidad dirigida por el prestigioso fiscal espa?ol Carlos Castresana ha llegado a la conclusi¨®n de que Rosenberg organiz¨® su propio asesinato con la ¨²nica finalidad de hundir al presidente de Guatemala.
Un final as¨ª es tan perturbador que nos obliga a mirar el v¨ªdeo de Rosenberg una y otra vez en busca de alguna certeza. A tratar de hallar si en el fondo de sus ojos se esconde la mentira, la obsesi¨®n o el brillo de la conspiraci¨®n. ?Cu¨¢l es la verdad? ?La inmolaci¨®n o la manipulaci¨®n? Lo ¨²nico que podemos sacar en claro de un suceso tan turbio es que las im¨¢genes no son verdades absolutas. A¨²n somos analfabetos en el magma audiovisual. Ciegos a los que cualquier lazarillo malintencionado puede hacernos tropezar.
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