La crucifixi¨®n de Clint Eastwood
Llega a Espa?a la implacable biograf¨ªa de Patrick McGilligan sobre el cineasta - El libro alaba al autor, pero critica ferozmente su personalidad
A Patrick McGilligan se le presupone una piel gruesa, bastante temple. Tambi¨¦n, grandes dosis de paciencia, olfato de sabueso investigador y mano con la gente. McGilligan es el escritor de algunas de las m¨¢s soberbias biograf¨ªas de cineastas: George Cukor, Alfred Hitchcock, Fritz Lang, Robert Altman, una curiosa, la de Oscar Micheaux, el primer director afroamericano... Pero ?qu¨¦ ocurre cuando el objeto en cuesti¨®n est¨¢ vivo? "Cuando escrib¨ª el libro sobre Jack Nicholson", recuerda el autor a trav¨¦s de un correo electr¨®nico, "¨¦l no colabor¨®, pero no coart¨® a nadie para que no atendiera mis llamadas o mis cartas. Con Clint Eastwood fue diferente".
Y tanto. Clint Eastwood es uno de los grandes del cine mundial, el actor m¨¢s taquillero en los a?os setenta y parte de los ochenta, con 31 pel¨ªculas a sus espaldas como director -y ya est¨¢ en la 32?, el thriller sobrenatural Hereafter-. A sus 79 a?os, el hombre sin nombre de la trilog¨ªa de Sergio Leone (Por un pu?ado de d¨®lares, La muerte ten¨ªa un precio y El bueno, el feo y el malo) es un tipo respetado como pocos, una leyenda del cine y un tipo omnipotente en Hollywood. "Empez¨® como casi todos mis libros, por un encargo. Eso s¨ª, deben de ser artistas grandes o bastante fascinantes, porque les dedico cuatro a?os. En el caso de Clint yo ya le hab¨ªa entrevistado y conoc¨ªa toda su extraordinaria carrera. Intu¨ªa que hab¨ªa una historia compleja m¨¢s all¨¢ de la versi¨®n publicitaria, pero incluso a m¨ª me sorprendi¨® todo lo que encontr¨¦".
Conforme elabora su leyenda, deja una gigantesca lista de damnificados
El actor demand¨® al bi¨®grafo por 6,8 millones de euros al sentirse difamado
El resultado es Clint Eastwood. La biograf¨ªa (Editorial Lumen), que apareci¨® por primera vez en 1999, 800 p¨¢ginas que McGilligan ha actualizado hasta el pasado oto?o. En Espa?a se edita el 22 de enero, siete d¨ªas antes de que se estrene Invictus, el biopic sobre Nelson Mandela que ya es el pen¨²ltimo filme como director de Eastwood.
Arrasador, incisivo, documentado, repleto de declaraciones, el libro avanza por la vida del cineasta como un machete en la selva o, como le gustar¨ªa m¨¢s a ¨¦l, como el detective Harry Callahan un d¨ªa de revueltas en San Francisco: con contundencia. Clint Eastwood demand¨® a McGilligan en 2002 por 10 millones de d¨®lares (unos 6,8 millones de euros) y llegaron a un acuerdo extrajudicial. "Legalmente no se me permite detallarlo. Es un ejemplo m¨¢s de la costumbre habitual de Eastwood a la hora de resolver sus jaleos legales, con lo que mantiene una imagen muy f¨¦rrea: todos los documentos y papeles judiciales siempre quedan a salvo del escrutinio p¨²blico. Pero s¨ª puedo decir que no pagu¨¦ ni un centavo, que qued¨® claro que no me hab¨ªa equivocado, y s¨®lo tuve que cambiar algunos p¨¢rrafos en futuras ediciones, como la espa?ola".
La chicha: tras rastrear a sus antepasados desde que llegaron a EE UU -el primer Eastwood nace en ese pa¨ªs en 1746-, el bi¨®grafo arranca la apasionante vida de un beb¨¦, Clinton junior, que el d¨ªa de su nacimiento, el 31 de mayo de 1930, en San Francisco, pesa m¨¢s de seis kilos. Al contrario que la anterior biograf¨ªa del cineasta, la ¨²nica autorizada, escrita por Richard Schickel, un baboso monumento a la adulaci¨®n, McGilligan va describiendo las andanzas reales de Clint, y no lo que ¨¦l ha edulcorado posteriormente. Ni era tan rebelde, solitario o introvertido, ni tan diestro musicalmente, ni con talento interpretativo, ni en contacto constante con la naturaleza -su misma madre, la mujer de la que hered¨® el amor por el jazz, niega que Clint pasara muchas temporadas en el rancho de la abuela, como afirma la mitolog¨ªa oficial-. Tampoco logr¨® los t¨ªtulos acad¨¦micos que asegura, aunque s¨ª fue monitor de socorrismo, como Ronald Reagan, Gary Cooper o John Wayne en sus inicios, y se libr¨® de ir a Corea al ser profesor de nataci¨®n en el cuartel. El libro avanza a trav¨¦s de su salto -sorprendente- a Holly-wood gracias a su porte, 1,92 metros de estatura y todo m¨²sculo fibroso, y a su gancho con las mujeres.
Porque, seg¨²n el libro, las mujeres y la taca?er¨ªa marcan la vida profesional y art¨ªstica de Clint Eastwood. Padre de siete hijos de cinco mujeres (se ha casado dos veces), el cineasta s¨®lo ha sido fiel a su actual esposa. Por las p¨¢ginas desfilan centenares de mujeres... y amigos, a los que el creador usa, exprime y menosprecia. A unas y a otros les olvida igual: un d¨ªa deja de llamarles y como si nunca hubieran existido.
Implacable, la biograf¨ªa muestra c¨®mo racanea hasta un aparato de tel¨¦fono a su ex, la actriz Sondra Locke, a la que remata en los tribunales. Taca?o, cada a?o exige un pavo congelado a Warner para regal¨¢rselo a su madre en el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias. Avaro, se queda con un coche de todas sus pel¨ªculas y jam¨¢s ha pagado en un restaurante. Machista, en su carrera ha mantenido la tradici¨®n de que sus novias encarnen a prostitutas en sus pel¨ªculas.
La lista de damnificados es may¨²scula, mientras Eastwood construye poco a poco su leyenda: de la serie Rawhide a los spaghetti westerns de Sergio Leone, y su posterior asentamiento en Hollywood. "Me sorprendi¨®", recuerda McGilligan, "que mucha gente quisiera hablar conmigo. Nadie le hab¨ªa entrevistado en los miles de art¨ªculos sobre Eastwood. Alguien que le hab¨ªa dirigido en cine y televisi¨®n me dijo: 'Hablar¨¦ contigo si prometes no escribir un libro lameculos'. ?Y yo pensaba que era un ¨ªntimo suyo!". Eso s¨ª, hay mucha fuente an¨®nima y miedo. Hasta un profesor de su colegio llam¨® a la productora de Eastwood, Malpaso, a pedir permiso. No hubo charla.
Recordar su vida es pasear por la peor cara de Hollywood: guionistas menospreciados -labor que nunca le ha interesado a Eastwood, que filma siempre el primer borrador que le llega y a veces no habla con su guionista hasta el estreno-, publicistas mentirosos, abogados destrozavidas... "Eastwood ha batallado duro por controlar su imagen. Es falso eso de que no da entrevistas: hay centenares, pero poqu¨ªsimas veces con un periodista esc¨¦ptico. Es un supervendedor de s¨ª mismo, de su imagen y de su cine. Se ha convertido en una personificaci¨®n de EE UU, y no siempre de sus mejores cualidades".
Nunca ha logrado el Oscar como actor, aunque s¨ª como productor (Sin perd¨®n y Million dollar baby) y director (tambi¨¦n por ambas). "Como actor es limitado y ha buscado trabajar con directores que no le han llevado al l¨ªmite. Como realizador, es extremadamente competente y tiene visi¨®n. Pero nunca ha escrito nada y rueda con lo que le cae en las manos, jam¨¢s revisa un libreto. No gu¨ªa a los actores, le suele valer la primera toma y todo lo rodado suele estar en pantalla. No me parece que ¨¦sos sean los mimbres de un genio del cine. Me interesa m¨¢s como actor-auteur que como director, pero en esa faceta crece d¨ªa a d¨ªa", dice su bi¨®grafo. Eastwood debe de estar esper¨¢ndole a la salida.
Sombras de un genio
- Taca?o. "Cada a?o exige un pavo congelado a Warner para regal¨¢rselo a su madre en el d¨ªa de Acci¨®n de Gracias".
- Avaro. "Se queda con un coche de todas sus pel¨ªculas y jam¨¢s ha pagado en un restaurante".
- Machista. "En su carrera se ha mantenido la tradici¨®n de que sus novias encarnan a prostitutas en el cine".
- Despreciativo. "No tiene en cuenta a los guionistas. Filma el primer borrador que le llega y a veces no habla con su guionista hasta el estreno. Usa a los amigos, a los que un d¨ªa deja de llamar como si nunca hubieran existido".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.