La culpa la tiene la moda
Ensayo. "M¨¢s que reprimir nuestros deseos primarios, nuestra cultura material parece interesada en satisfacerlos". A partir de esta evidencia, el arquitecto y director del Design Museum de Londres, Deyan Sudjic, analiza en El lenguaje de las cosas lo que cuentan los objetos sobre quienes los producen, dise?an y utilizan. Y radiograf¨ªa los universos del dise?o, el arte, la arquitectura, la moda y el lujo actuales hasta dejar al lector tambaleante y, sin embargo, liberado.
Sudjic parte de la concepci¨®n ¨¦tica del dise?o, que trataba de esmerar la funcionalidad y de evitar la redundancia visual, para argumentar que la facilidad de producci¨®n conduce a un menor sentido de la responsabilidad y que la abundancia lleva a la superficialidad. Seg¨²n ¨¦l fueron los publicistas norteamericanos de la d¨¦cada de 1930 los que eligieron el camino del consumo para sacar al mundo de la Gran Depresi¨®n. El resultado es la relaci¨®n circunstancial que hoy tenemos con nuestras posesiones: "El deseo se esfuma mucho antes de que el objeto envejezca". En apenas dos d¨¦cadas hemos pasado de adquirir objetos para toda la vida (c¨¢maras, tel¨¦fonos, m¨¢quinas de escribir) a comprar piezas dise?adas con un ciclo de vida de meses. En ese plazo no se establece ning¨²n tipo de empat¨ªa con el objeto pose¨ªdo y por eso no tenemos pertenencias de uso cotidiano que sean significativas.
El lenguaje de las cosas
Deyan Sudjic
Traducci¨®n de Mar¨ªa ?lvarez Rilla
Turner. Madrid, 2009
198 p¨¢ginas. 22 euros
Autor de la impagable La arquitectura del poder (Ariel, 2007), examina desde la forma en que muchos artefactos convergen en un solo objeto hoy (tel¨¦fono, agenda, c¨¢mara de fotos en el m¨®vil) hasta figuras clave en la historia reciente del dise?o, como el franc¨¦s Philippe Starck cuyo "ilimitado egocentrismo ser¨ªa disculpable si no fuese porque abri¨® la puerta a una generaci¨®n de dise?adores convencida de que para ser un genio no se necesita m¨¢s que un ego en buena forma y cierta incapacidad para mantener la boca cerrada". Y en ese cuestionamiento de cualquier prejuicio logra hacer, otra vez, un libro necesario. Consigue ver a trav¨¦s de su propio conocimiento para cuestionar, en realidad, c¨®mo funciona el mundo. Y c¨®mo se inventan teor¨ªas, ¨®rdenes racionales y hasta criterios ¨¦ticos alrededor del dinero. As¨ª, se pregunta, en un mundo de producci¨®n en serie, "?c¨®mo puede existir algo que sea una falsificaci¨®n? Y describe c¨®mo en el arte actual "la utilidad es inversamente proporcional a la valoraci¨®n de un objeto: cuanto m¨¢s in¨²til es, m¨¢s se valora". Explica la coincidencia de objetivos entre los ready-made de Duchamp y el dise?o actual a la hora de convertir materiales comunes en objetos sin precio. Por eso se pregunta si tal vez la divisi¨®n entre arte y dise?o "no es tan profunda como a veces se ha pretendido", argumentando que de ning¨²n modo es menor la sensibilidad que transmite la silla Red & Blue de Rietveld que la de un lienzo de Mondrian. No le falta raz¨®n. Hace 30 a?os nadie hubiera apostado porque la fotograf¨ªa pudiese convertirse en el arte que es hoy, por lo menos para los fot¨®grafos representados por marchantes. Sudjic denuncia tambi¨¦n el supuesto dise?o cr¨ªtico "como si una campa?a de publicidad se manifestase cr¨ªtica hacia la idea de la publicidad". En asuntos publicitarios, aplaude, eso s¨ª, el don natural para los trucos del artista Damien Hirst y del arquitecto Rem Koolhaas. Y concluye que Warhol "pod¨ªa gustarnos a todos porque nos contaba alegremente algo que ya sab¨ªamos: que el arte moderno era un truco basado en la confianza".
Eso hace el propio Sudjic. Nos cuenta lo que ya sab¨ªamos, pero el resultado es otra historia. Describe la moda no ya como el reino de la frivolidad sino como el para¨ªso del absurdo: "En moda, cuando un indicador se convierte en obvio su significado inevitablemente se invierte. Lo malo se hace bueno. Lo escaso, ubicuo". Tiene claro que la moda no es arte, aunque haya modistos y directores de museo empe?ados en sugerirlo. Pero advierte que el monstruo de la moda ha engullido al dise?o y a la arquitectura: "Cada diciembre, el circo de la Art Basel/Miami re¨²ne a los muy ricos, a seguidores de la moda, el arte y el dise?o en una mezcla capaz de fundirle los cables a cualquiera". ?Qu¨¦ le ha hecho la moda al dise?o? Olvidar su naturaleza. ?Y a la arquitectura? Sudjic describe la tienda que Herzog & De Meuron levantaron en Tokio, para Prada, como "una nueva categor¨ªa de arquitectura, en parte valla expositiva y en parte envoltorio de regalo".
No se le escapa que la moda tiene que ver con la industrializaci¨®n: "Convierte las camisas cosidas por unos peniques en Indonesia en mercanc¨ªas de margen comercial a una escala mundial". Afirma que la industria de la moda es la que hoy da forma a todas las dem¨¢s. Por eso se muestra apocal¨ªptico: "La influencia de la moda en una sociedad como la nuestra, tan ansiosa de novedad, puede acabar con la cultura en todos los sentidos tradicionales del t¨¦rmino".
![Altavoces dise?ados por Philippe Starck.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GQPRV3E2GWMI2SP27ZPMPZGR3I.jpg?auth=69ecd502dfeba45e4bd5a0ecdd0c281e38ff237399f6fb7f30c0b92777e91360&width=414)
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