Mientras nieva sobre los tilos
Agua del tiempo y mar de la memoria: recuerdo el verso de Jos¨¦ Emilio Pacheco incluido en Como la lluvia (Visor), un poemario-estufa para llevar a todas partes. Me viene a la memoria mientras camino aterido y tragando nieve por la antigua Stalinallee berlinesa, la fara¨®nica avenida dise?ada por Herman Henselmann a mayor gloria de aquel a quien el cortesano Henri Barbusse ditirambiz¨® como "hombre de cabeza de sabio, rostro de obrero y traje de soldado". Berl¨ªn es y ha sido muchas cosas. Fue, por ejemplo, en palabras del populista Jruschov, el test¨ªculo de Occidente: "Cuando quiero que Occidente grite, le doy un apret¨®n", explicaba con su peculiar gracejo tardoestalinista. La capital alemana es una de esas atalayas desde las que se puede sentir especialmente la condenada futilidad de toda idea finalista de la historia. Berl¨ªn es hoy una ciudad-testigo empecinada en la imposible tarea de abolir el olvido: ni siquiera el barniz antigraffiti que protege del vandalismo pict¨®rico los 2.711 bloques de hormig¨®n del Memorial del Holocausto impide que la nieve se pose dulcemente sobre ellos y lime sus contornos, hasta convertir el conjunto en una especie de colina espectral y melanc¨®lica, pero en absoluto reminiscente del espanto. Encuentro, sin embargo, respuesta a una pregunta no formulada en la modest¨ªsima tumba de Herbert Marcuse -otro hu¨¦sped del Purgatorio-, muy cerca de la de Hegel y medio sepultada por la nieve en el cementerio de Dorotheenst?dtische: bajo el nombre y las fechas (1898-1979), s¨®lo una consigna -Weitermachen!- que invita a seguir, a continuar. Y qu¨¦ remedio, me digo. El bus de dos pisos que me conduce de vuelta se detiene en un sem¨¢foro; mi ventana ha quedado a la misma altura de la de una vivienda berlinesa tras la que alguien lee, al abrigo de la nieve, quiz¨¢s la en¨¦sima novela sobre la ciudad: la incre¨ªble Berlin Alexanderplatz, de D?blin (1929); o Adi¨®s a Berl¨ªn, de Isherwood; o El Inocente, de MacEwan; El saltador del muro, de Schneider; o la impostada y aburrida (tras dos horas de lectura, la encesto en la papelera de un solo tiro) Violetas de marzo, de Kerr. Esta nieve me est¨¢ congelando el alma.
Ventas
Acudo a mi ronda anual de rebajas en los grandes almacenes. Menos mal que, por ley, para saldar una edici¨®n es necesario que pasen dos a?os desde su fecha de publicaci¨®n. Imag¨ªnense, con la que est¨¢ cayendo de devoluciones, si cada cual pudiera saldar lo que le viniera en gana. En todo caso, en los baratillos encuentro m¨¢s de lo mismo: el rebufo multitudinario e indiscriminado de la llamada "novela de intriga hist¨®rica" y de la llamada "novela negra" se ense?orea de las mesas de los saldos, acompa?ando a libros de im¨¢genes y de gran formato que no encontraron lectores en su momento y estaban ocupando el car¨ªsimo espacio de los almacenes. En cuanto a los libros de ahora mismo: seg¨²n las listas m¨¢s fiables que manejan los editores, y que se basan en complejas encuestas a pie de caja (y no en rutinarias consultas telef¨®nicas a un conjunto de librer¨ªas pretendidamente significativas), el ranking de superventas de diciembre est¨¢ dominado (con peque?as variaciones en el puesto que cada cual ocupa) por cinco ficciones y un libro acad¨¦mico, si descontamos, claro, el best seller anual que nunca aparece en las listas: el Calendario Zaragozano. Las ficciones son El s¨ªmbolo perdido (Dan Brown), Contra el viento (?ngeles Caso), Invisible (Paul Auster), La noche de los tiempos (Mu?oz Molina), Ca¨ªn (Saramago) y la ¨²ltima entrega de la saga infantil de Geronimo Stilton. Cinco han sido publicadas por sellos de grandes grupos (cuatro de Planeta y uno de Santillana), y s¨®lo una por una editorial independiente (Anagrama). El precio medio de esos superventas es de 20,70 euros. La sorpresa corre a cargo del libro acad¨¦mico: la Nueva Gram¨¢tica de la Lengua Espa?ola (publicada por Espasa a 120 euros) ha conseguido vender en torno a 15.000 ejemplares, convirti¨¦ndose en el segundo libro que m¨¢s factura despu¨¦s del de Dan Brown. Ya ven: parece que a¨²n importa el idioma de Cervantes y Yuri Herrera (por cierto, la Gram¨¢tica se vende peor en las comunidades aut¨®nomas con otras lenguas oficiales). En cuanto al Calendario Zaragozano (1,50 euros), fundado por el "c¨¦lebre astr¨®nomo" don Mariano Castillo y Ocsiero, jam¨¢s comprender¨¦ su ¨¦xito, dados sus constantes brindis meteorol¨®gicos al cielo. Lean lo que el libelo (en el sentido de "libro peque?o") pontificaba acerca de los primeros d¨ªas de enero: "Buen tiempo de invierno, aunque demasiado seco, con cielos despejados y nieblas generalizadas". Eso s¨ª, gracias al librillo me entero de que hoy celebramos el d¨ªa de san Fulgencio, patr¨®n de Plasencia, Murcia y Cartagena. Brindar¨¦ por el obispo visigodo con un buen vaso de Johnnie Walker enfriado con la misma nieve que ha acabado con los cactus de mi ventana.
Judt
Si tuviera que recomendar un solo libro acerca de la historia contempor¨¢nea de Europa, lo tendr¨ªa muy claro: Postguerra, de Tony Judt (Taurus). El manual, que recibi¨® el Pulitzer en 2006, consagr¨® a Judt (Londres, 1948) como eminente historiador entre el gran p¨²blico, aunque ya era suficientemente conocido desde su pol¨¦mico libro Pasado Imperfecto (Taurus), en el que se analizaba con dureza el papel de la elite intelectual francesa en el periodo de la inmediata posguerra. En 2008, poco despu¨¦s de la publicaci¨®n de su estupendo ¨²ltimo libro, Sobre el olvidado siglo XX (Taurus), a Judt le fue diagnosticada una esclerosis lateral amiotr¨®fica: en pocas semanas perdi¨® toda movilidad muscular desde el cuello hasta los pies (incluyendo el diafragma). Desde entonces Judt permanece monitorizado en una silla de ruedas a la que s¨®lo abandona durante el precario y atormentado sue?o nocturno. Pero Judt ha seguido trabajando: ahora su objeto no es la historia, sino ¨¦l mismo y su devastadora, monstruosa, enfermedad. Como no puede escribir, dicta a sus enfermeras lo que ha pensado y recordado durante las interminables horas de insomnio y postraci¨®n. Entre otras cosas, piensa sobre lo que significa "ser una persona que s¨®lo es un cerebro". El domingo pasado The Observer publicaba uno de esos textos -Night- en el que con extraordinaria lucidez y sin pizca de autocompasi¨®n, describ¨ªa un infierno del que s¨®lo le rescatar¨¢ la muerte. El art¨ªculo, absolutamente estremecedor, nos habla de la voluntad de vivir y de la maravilla (lo de la miseria es m¨¢s evidente) que es el hombre (S¨®focles ten¨ªa raz¨®n). Este texto, junto con otros compuestos en los ¨²ltimos meses, aparecer¨¢ como libro en la editorial New York Review of Books. Ojal¨¢ alg¨²n editor espa?ol tambi¨¦n se decida a publicarlo.
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