"El teatro no te lo puedes bajar de Internet"
Por m¨¢s que se empe?e, lo suyo no ha sido s¨®lo cuesti¨®n de suerte. Treinta y dos a?os de carrera sobre un escenario se deben a otras cosas. Carlos Hip¨®lito (Madrid, 1956) es algo as¨ª como el antidivo andante. Sin embargo, su nombre en el cartel de varios t¨ªtulos con ¨¦xito ha sido reclamo para m¨¢s de un mill¨®n de espectadores en los ¨²ltimos 10 a?os.
Su figura como actor tiene mucho que ver con el auge del teatro espa?ol de la ¨²ltima d¨¦cada. Estaba entre los tres de la versi¨®n de Arte que dirigi¨® Josep Maria Flotats. Ah¨ª puede decirse que empez¨® la conquista de todos los p¨²blicos con m¨¢s de dos a?os llenando teatros. Pero Hip¨®lito sigui¨® con otro bombazo de taquilla: El m¨¦todo Gr?nholm, arrasando durante tres temporadas, y ahora se dispone a embarcarse en una gira de seis meses con Glengarry Glenn Ross, de David Mamet, que acaba de cerrar en el teatro Espa?ol.
"ir diciendo c¨®mo se han de hacer las cosas es un modelo que me espanta"
"El teatro no te lo puedes bajar de Internet"
"El teatro es un enfermo terminal con salud de hierro, no morir¨¢ nunca"
"El teatro es un enfermo terminal con salud de hierro, no morir¨¢ nunca"
"El teatro es un enfermo terminal con salud de hierro, no morir¨¢ nunca"
"notas los silencios conmovidos y c¨®mplices que te acompa?an"
Elige con cuidado los personajes, luego los borda, pero se empe?a en seguir pareciendo un principiante ajeno a la pedanter¨ªa. Se niega, por el momento, a hacer mon¨®logos ni a dar consejos a los j¨®venes si no se los piden. Cree que el teatro es cosa de equipo. Lo aprendi¨® en sus comienzos, cuando reci¨¦n salido de la escuela de William Layton vivi¨® otra ¨¦poca dorada del teatro, al menos en Madrid.
Se tir¨® cinco a?os en el Espa?ol a las ¨®rdenes de Miguel Narros. Un escenario que ha vuelto a pisar 20 a?os despu¨¦s de dejarlo por ¨²ltima vez. Entonces formaba parte de repartos en t¨ªtulos como El sue?o de una noche de verano (Shakespeare), As¨ª que pasen cinco a?os (Lorca), El largo viaje al fin de la noche (Eugene O'Neill)?, obras que alternaba con apariciones en el Centro Dram¨¢tico Nacional o en la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico que entonces dirig¨ªa Adolfo Marsillach.
Despu¨¦s llegaron tiempos peores, pero ¨¦l nunca dej¨® de subirse a escena en esa larga carrera que ha compaginado con apariciones en cine y en televisi¨®n, donde acaba de rodar una serie sobre la duquesa de Alba en la que encarna a su ¨²ltimo marido, Jes¨²s Aguirre. Pero jam¨¢s sin dejar de crecer en el teatro, el lugar, dice, donde ha vivido los mejores momentos de su carrera.
Usted ha visto la monta?a rusa del teatro en Espa?a desde hace tres d¨¦cadas. Han variado del lloriqueo a la euforia. ?Se nota en el p¨²blico? ?Los ojos, la actitud de la gente que acude hoy al teatro es diferente a la de otras ¨¦pocas? ?Ha cambiado? Se van incorporando generaciones nuevas. Llevo oyendo lo mismo desde mis comienzos: que es un enfermo, que est¨¢ en crisis, y yo he sido esc¨¦ptico. Siempre han existido espect¨¢culos que han funcionado. Es un enfermo terminal con salud de hierro, no morir¨¢ nunca. Tiene la verdad de lo inmediato y una gran ventaja sobre otros espect¨¢culos: no te lo puedes bajar de Internet.
?El teatro se ha quitado el sambenito de aburrido, previsible, exagerado? Mucha gente lo asimilaba as¨ª.
Como le pasa hoy al cine espa?ol. S¨ª, s¨ª, m¨¢s o menos. Lo que ha ocurrido en el teatro es que de forma definitiva se ha acercado la gente joven y se ha quedado. El caldo de cultivo ha estado, en muchos casos, en salas alternativas. Ahora contamos con ese p¨²blico de siempre, el teatrero, y otro nuevo que se ha incorporado y aguanta ah¨ª, piensan que el teatro no tiene nada de aburrido.
En eso tambi¨¦n tienen ustedes, los profesionales, su parte que reivindicar. ?Han entendido el gusto de un p¨²blico m¨¢s amplio? Es probable. Tanto los textos como la forma de plantearlos han conectado m¨¢s y la gente repite. Esto es muy arriesgado porque cuando el teatro no gusta, no gusta nada, resulta mort¨ªfero, es disuasorio, no vuelves. Pero cuando es bueno, repites. Las emociones son muy especiales y la gente sabe que vive lo ins¨®lito, lo irrepetible. La clave es recurrir, en buena medida, al repertorio, pero dejar entrar lo nuevo.
?As¨ª se engancha al p¨²blico? Y por el boca o¨ªdo. Se notaba en espect¨¢culos como Arte. Primero van los aut¨¦nticos aficionados y despu¨¦s aparece gente que no sabes de d¨®nde ha salido, por recomendaci¨®n; gente que no hab¨ªa ido nunca y que con espect¨¢culos as¨ª dice: "Si esto es el teatro, me quedo, me gusta". Hay piezas que crean afici¨®n.
No es una locura pensar que el actual 'boom' del teatro empez¨® con aquel 'Arte' que dirigi¨® Flotats en el que estaban usted y Jos¨¦ Mar¨ªa Pou. ?Ah, s¨ª?
Pues s¨ª, lo que ocurre adem¨¢s es que usted se sigui¨® enganchando a los taquillazos, con 'El m¨¦todo Gr?nholm' por ejemplo, y si suma y sigue, su nombre en los carteles ha sumado en los ¨²ltimos 10 a?os m¨¢s de un mill¨®n de espectadores. He tenido mucha suerte. Y no los he llevado yo, los ha llevado el equipo.
Ya, pero usted estaba. Sabe elegir. S¨ª, pero insisto en lo de la suerte. Porque esas cosas te las proponen. De todas formas, me pas¨® lo mismo con una que con otra. Yo, cuando las le¨ª pens¨¦ que ir¨ªan bien, pero no que pasar¨ªa aquello. En eso no tengo ojo. Y desde luego, nunca pens¨¦ que la gente se fuera a re¨ªr tanto como se re¨ªa.
Bueno, es la risa cruel. La risa de la que te arrepientes en el momento de soltarla. ?Hombre que si es cruel! Y cuanto m¨¢s se machacan entre ellos, m¨¢s se r¨ªe la gente. En Glengarry Glenn Ross pasa lo mismo. "?Mira lo que le ha dicho!". Somos muy tremendos. Pero la suerte de haber estado en aquellas funciones es pensar que me tocaron las dos. Porque ¨¦xitos as¨ª en el teatro te tocan s¨®lo una vez. Lo m¨ªo es una varita m¨¢gica que me lleva. Ahora puedo elegir, pero antes era lo que llegaba, lo que pasa es que eran muy buenas. No quiero ser pesado, pero es que he tenido mucha suerte y la sigo teniendo. Lo que a m¨ª me fascina es que la gente crea que todav¨ªa valgo para esto.
Bueno, ?pero eso no se lo crey¨® usted desde peque?ito? Hombre, yo pensaba que era capaz de emocionar, contar, en fin. Pero una cosa es que lo pienses y otra que te pongas a hacerlo profesionalmente? Ah¨ª te preguntas: ?Valdr¨¦ o no? Mis padres al principio iban a todas las funciones. Yo compaginaba mis estudios de arquitectura con el teatro en la escuela de William Layton. Cuando iban ellos, preguntaban a los actores veteranos, a Guillermo Mar¨ªn o Jos¨¦ Luis Pellicena: "Oiga, ?usted cree que el chico vale para esto??". Nunca me enter¨¦ muy bien qu¨¦ les dec¨ªan, pero no debi¨® de ser nada disuasorio porque siguieron apoy¨¢ndome.
Ya, pero lo de valer se tiene que adivinar fuera de los halagos. No dejarse enga?ar. La gente que te quiere no te va a machacar. Primero lo notas en los directores. Despu¨¦s lo empiezas a percibir en el escenario. En esos silencios que no son como los de todos los d¨ªas. Un d¨ªa te das cuenta de que est¨¢s comunicando, calibras los silencios, juegas con ellos.
O sea, ?es el p¨²blico en el momento mismo de la representaci¨®n el que le da la pista de su propio talento? Pues s¨ª. Eso y la concentraci¨®n, el silencio.
?Mucho m¨¢s que los elogios? Mucho m¨¢s. T¨² notas los silencios conmovidos, los silencios c¨®mplices, que te acompa?an. Y ahora esta pausa puede durar lo que yo quiera porque est¨¢n ah¨ª, aqu¨ª los tengo y eso es?
Poder. Claro, te sientes tan poderoso como peque?o. Hay d¨ªas que quieres salir corriendo. Despu¨¦s llega algo importante. El recuerdo. Eso lo notas con los a?os, cuando encuentras a alguien que se acuerda de emociones que t¨² le has hecho saltar sobre el escenario. Es muy bonito, es verdad. Dejar huella te da la seguridad de haber hecho buen trabajo. Nuestro trabajo consiste en eso.
Y la suya viene de unos gloriosos a?os ochenta, tanto en el teatro Espa?ol como en la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico o en el Centro Dram¨¢tico Nacional. Hablamos del 'boom' ahora, pero aquellos a?os con Miguel Narros, Adolfo Marsillach, Llu¨ªs Pasqual o Jos¨¦ Carlos Plaza dirigiendo fueron grandes tambi¨¦n. Y tanto. Era una fiesta. No sab¨ªas d¨®nde elegir.
Por cierto, llevaba usted 20 a?os sin pisar el escenario del teatro Espa?ol y ha vuelto ahora con 'Glengarry Glenn Ross'. ?Se emocion¨®? Pues no lo esperaba, pero fue pisar ese escenario y de repente ver pasar por la cabeza un mont¨®n de im¨¢genes a toda velocidad. ?Qu¨¦ cosas! Pero es que eso tambi¨¦n fue una suerte.
?No me diga, hombre! S¨ª, s¨ª. Porque yo entr¨¦ en el Espa?ol porque era alumno de Layton y all¨ª daba clase Narros.
Pero dar¨ªa clase a muchos m¨¢s, y sin embargo le llev¨® a usted. Bueno, ya, pero quiero decir que si yo hubiera ido a otra escuela?
Pero, Carlos, por Dios, ?no cree en el destino? S¨ª? Pero cuando digo suerte en este aspecto me refiero a que cuando entr¨¦ en la profesi¨®n, entr¨¦ por el lado correcto, en una escuela que me ha ayudado mucho a perdurar y a seguir haciendo el trabajo cada d¨ªa. Aprend¨ª la disciplina, me ense?aron paciencia, constancia, trabajo. Si hubiera entrado de otra forma, con un ¨¦xito inmediato, pues no s¨¦ qu¨¦ habr¨ªa pasado.
Eso tambi¨¦n le ha ayudado a mantener una carrera muy larga, de fondo, y sobre todo en el teatro. Porque usted es un actor devoto del teatro. Bueno, yo soy un actor y ya est¨¢. Bien, he hecho m¨¢s teatro que otra cosa y me he pasado la vida en el camerino y en la sala. Todo lo que me ha pasado en la carrera, bueno y malo, ha sido encima de un escenario. Llevo 32 a?os y he estrenado en Madrid 35 obras de teatro. Es que ni me salen las cuentas. ?C¨®mo puede ser? Cuando lo veo, pienso: me ha cundido.
Sin que sea usted popular, popular. Me pasa algo curioso con eso. Cuando haces una serie que te abre m¨¢s al gran p¨²blico -que no s¨¦ muy bien qu¨¦ quiere decir eso, por cierto-, como fue el caso de Desaparecida, cuando la gente se acerca a felicitarte o a decirte algo, te comentan: "Pero que conste que yo a usted le conozco del teatro, eh". Es muy gracioso eso porque dices: bueno, pues mira, algo que suma la inversi¨®n anterior.
Y de entre sus maestros, de Layton a Narros, ?qu¨¦ se le ha quedado grabado? Tambi¨¦n est¨¢ Jos¨¦ Carlos Plaza y Arnold Taraboleri, un core¨®grafo norteamericano que me ense?¨® muchas cosas. Entre otras, saber estar en el escenario. El aire que despides t¨² y quien est¨¢ a tu lado, y que ese aire te afecta. De Narros, la imaginaci¨®n, la creatividad, llenarte de im¨¢genes e ideas, pero a la vez ser pr¨¢ctico. De Plaza, el rigor. De Layton, lo que m¨¢s se me qued¨® grabado es que el mejor trabajo es aquel que no lo parece. No ense?ar lo que te ha costado algo. Que la gente crea que no tiene m¨¦rito lo que haces porque sale as¨ª, natural. Pues para eso hay que currar mucho. Hay actores que salen como demostrando un alarde de cualidades: miren qu¨¦ voz tengo, miren c¨®mo me muevo? Pues lo contrario.
A lo mejor eso tambi¨¦n explica el ¨¦xito ahora. Porque se ha impuesto esa manera de trabajar y se ha enterrado la ampulosidad, la exageraci¨®n. S¨ª, s¨ª. Pero de todas formas, cuando yo empezaba en esto hab¨ªa actores extraordinarios con gran naturalidad.
Pero eran la excepci¨®n, quiz¨¢. Puede ser. Es posible que la naturalidad para hacer las cosas ahora sea una corriente dominante. Pero tampoco hay que caer en lo contrario. Me da mucha rabia cuando la gente echa en cara: "Est¨¢ muy teatral". Lo peor es la exageraci¨®n. Una interpretaci¨®n exagerada no es que sea teatral o no, es que es mala. Hay que quitarle esa mancha a la palabra teatral. Viene de aquella ¨¦poca en la que todo era m¨¢s ampuloso, pero ya no es as¨ª.
Tambi¨¦n se aprende en el teatro de quien sale a escena con uno. M¨¢s suerte, ve usted. Soy muy pesado con eso, pero yo es que he tenido compa?eros en escena que me han ense?ado mucho, es que es verdad, de eso se aprende un mont¨®n, somos esponjas. Mira qu¨¦ hace ¨¦ste, c¨®mo se mueve el otro. Yo nunca he hecho mon¨®logos porque a m¨ª lo que m¨¢s me divierte es estar en escena con otro. Un mon¨®logo me aburrir¨ªa mucho. ?A qui¨¦n hablo? ?A qui¨¦n miro? No tengo tanta vanidad como para eso. A m¨ª me gusta ser parte de algo que es bueno, no s¨®lo ser lo bueno de algo. El teatro es una labor de equipo. Un equipo que pueden ser dos, eh.
Pero hay muchos colegas suyos que si llegado el momento no hacen un mon¨®logo parece que no han conseguido nada. S¨ª, y es un tour de force y he visto algunos que me han dejado fascinado. Pero a m¨ª no me llama la atenci¨®n eso. Lo que me hace m¨¢s feliz cada d¨ªa cuando tengo que ir al teatro no es tanto que mi personaje se salga, que te hayan puesto por las nubes -que ayuda mucho, claro-; si me va bien en un espect¨¢culo con el que no comulgo al cien por cien, no me llena. No s¨¦, debe de ser la educaci¨®n que he recibido profesionalmente. A m¨ª me ense?aron eso, el trabajo en equipo.
?Se aprende m¨¢s de los maestros o de los compa?eros en escena? Aprendes mucho de ellos, actitudes, formas de reaccionar en gente con m¨¢s experiencia. Creo que los actores, si duramos, vamos mejorando, como los vinos. Cuanto m¨¢s vives, m¨¢s aportas. De la vida se coge todo para este oficio. Cuantas m¨¢s cosas te ocurren, mejor entiendes a los personajes. Los enga?os, las decepciones, las alegr¨ªas, se las prestas a tus personajes y, a la vez, con ellos entras en formas de comportamiento que no son las tuyas. Nosotros tenemos el psiquiatra gratis en el trabajo. Con el tiempo y esas cosas nos vamos haciendo mejores. La veteran¨ªa es un grado. Pero no s¨®lo se aprende actuando, sino tambi¨¦n afrontando los problemas cotidianos. Encarar la convivencia en las giras, que vaya gente al teatro, todo eso.
?Lo peor de todo es un teatro vac¨ªo? Eso es trist¨ªsimo. Si no aparece el espectador, no surge el teatro. Hay veces que salen funciones m¨¢gicas con la sala vac¨ªa. Por agradecimiento a los que van. Muchas veces pasa, funciones extraordinarias que te da pena que s¨®lo hayan visto 20. Pero tambi¨¦n eso es excitante. Un d¨ªa tienes el teatro lleno y al siguiente no hay nadie. Y dices: si es la misma funci¨®n, el mismo texto, ?d¨®nde se ha ido toda la gente? Un teatro lleno es una batalla ganada, pero la guerra es larga. La funci¨®n hay que hacerla siempre como el d¨ªa del estreno. No puedes bajar la guardia. Si te conf¨ªas y aflojas, malo. Cuando sales, aunque sea con fiebre, con un mal d¨ªa, debes mantener la idea de que aunque lleves 800 representaciones las personas que han ido a verte deben sentir que aquello es la primera vez que pasa. Siempre hay sutiles diferencias que hacen aquello excitante.
Pero por m¨¢s que quieran, ?no se mecaniza todo al final? Es que a la funci¨®n acuden ciertos actores que son los que encarnan a los personajes de siempre y cada d¨ªa un int¨¦rprete nuevo: el p¨²blico. Y ¨¦ste reacciona de una manera diferente. Hay d¨ªas que est¨¢n fr¨ªos, y otros, entregados. Flotats dice una frase que a m¨ª me hace mucha gracia: "Hay d¨ªas que el p¨²blico tiene m¨¢s talento que otros".
Hablando de maestros y veteran¨ªa. Usted ya lo es. ?C¨®mo lo lleva? S¨ª, hombre? Como aquella actriz a la que un d¨ªa quisieron hacer un halago y le dijeron: "Es usted una reliquia, se?ora".
No dir¨ªa yo tanto? Yo aprendo tambi¨¦n de los actores m¨¢s j¨®venes, hay gente con un talento innato impresionante. Pero sobre eso que dice, bueno, pues ya he hecho muchas cosas. Cuando vienen a trabajar contigo y te han visto, te tratan con respeto. Pero yo es que eso? no s¨¦ para qu¨¦ sirve pensar eso. Con los a?os vas cogiendo oficio y vas adquiriendo soluciones pr¨¢cticas para problemas muy concretos que van m¨¢s all¨¢ del talento que puedas tener. Aunque yo no doy consejos a nadie nunca.
?Pero se los piden? Si me los piden, doy mi opini¨®n. Pero si no me preguntan, ni se me ocurre. Ir diciendo c¨®mo se han de hacer las cosas es un modelo que me espanta. Hay gente muy pedante y muy pesada que me producen aversi¨®n, no puedo con ellos. Cada vez valoro m¨¢s la humildad y la sencillez.
?En qu¨¦ influye la autor¨ªa a la hora de arrastrar a la gente al teatro? En eso, con todo lo que se habla y compara entre el cine y el teatro, hay una ventaja. No es lo mismo ver un Shakespeare que un? evitemos comparaciones. Es un factor que influye. Mucho. Puede que sea una de las razones tambi¨¦n del ¨¦xito de p¨²blico. Hay autores que son una garant¨ªa, y en el teatro se pueden adaptar todos, de cualquier nacionalidad, estilo. La autor¨ªa es fundamental.
Usted ha encarnado multitud de antih¨¦roes que van del patetismo a la crueldad gratuita. Crueles de andar por casa. Son los que m¨¢s ¨¦xito le han dado, desde el maquinador de 'El m¨¦todo Gr?nholm' hasta este pobre Levine de 'Glengarry Glenn Ross'. ?Por qu¨¦ le gustan tanto al p¨²blico? Son personajes que no tendr¨ªas como amigos, pero que son un regalo para un actor. Tienen carne, humanidad, en el buen y en el mal sentido. Se trata de que la gente se reconozca en eso. En el teatro, esos personajes atraen mucho, liberan algo, como un efecto cat¨¢rtico. Les oyen decir cosas que ellos no pueden soltar en la vida real a determinadas personas. Poner ese espejo es muy importante. Todos somos capaces de muchas vilezas; aunque elijamos no hacerlas, las pensamos, se nos ocurren. Cuando ves que un personaje, sin el pudor que cada uno tiene, saca y libera esos escr¨²pulos al aire, se produce una especie de ¨¦xtasis.
Pero a veces asustan. S¨ª, pero no influyen de la misma manera en quienes lo ven. Depende de lo permeable que te muestres.
Eso me lleva a preguntarle lo siguiente. ?Con qu¨¦ actitud hay que ir al teatro? ?A divertirse o con esa falta de prevenci¨®n inconsciente que permita a una obra cambiarte la vida? Al teatro hay que ir sin prejuicios y con ganas de disfrutar y pasarlo bien, que no quiere decir para re¨ªrte, sino tambi¨¦n para llorar. Para emocionarte. Lo mejor es, y hablo como espectador?
?Espectador deformado? Bueno, s¨ª hombre, debo estarlo, inevitablemente, pero entro al trapo de las historias que me cuentan. Lo que le dec¨ªa es que lo que ves debe aportar, debe hacerte reflexionar. Es muy bonito encontrarte gente que te reconoce eso. Pero yo no me quiero hacer responsable de tanto. Hay espectadores en los que se pueden mezclar muchos factores que le hagan ver seg¨²n qu¨¦ obra como detonante en sus vidas. Aunque, c¨®mo decirle, no es culpa nuestra?
Y a ustedes ?les afectan tanto esas emociones con las que juegan o hay mucho teatro por parte de algunos en eso? A m¨ª no me gusta mitificar eso. Es verdad que trabajamos con emociones reales, pero por mucho que un personaje haga que entres en contacto con cosas tuyas, t¨² lo que sales a contar es la vida del personaje y no la tuya. A m¨ª nunca me ha afectado en mi vida privada; cuando escucho a algunos admitir que les ha pasado, pienso: "?Qu¨¦ actor tan poco interesante soy porque a m¨ª esto no me ha ocurrido jam¨¢s!". Y sin embargo, yo creo que aporto toda la sinceridad que puedo.
O sea, que hay mucha pose. No. No digo que sea mentira. A m¨ª no me ha pasado, a lo mejor a otros s¨ª. Depende de la cabeza y del amueblao interior de cada uno. Lo que s¨ª afecta es el tono de lo que haces. Si te tiras mucho tiempo haciendo comedia, tiendes a estar m¨¢s alegre. Si haces drama, te muestras muy hipersensible. Creo que ser emocionalmente fuerte ayuda.
El actor constante
Carlos Hip¨®lito naci¨® en Madrid en 1956. Estudi¨® arquitectura, pero compaginaba sus dise?os con la prestigiosa escuela de teatro de William Layton. En 1976 debut¨® profesionalmente con 'Procesos en sombra de burro', pero fue Miguel Narros quien le dio sus primeras grandes oportunidades en el teatro Espa?ol a mediados de los a?os ochenta. Desde entonces no se ha bajado de los escenarios y ha conseguido los premios m¨¢s prestigiosos de la profesi¨®n. (En la fotograf¨ªa, Hip¨®lito en su interpretaci¨®n de 'El mis¨¢ntropo', de Moli¨¨re, en 1996).
Ha hecho carrera en cine y televisi¨®n, donde ha triunfado con series como Desaparecida y poniendo la voz en off de Carlitos como narrador del final del franquismo y la transici¨®n en todos los episodios de Cu¨¦ntame.
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