S¨ª, es algo personal
Que sea la Xunta quien cuestione nuestra lengua es un golpe moral
Un di¨¢logo sobre las lenguas entre dos personas con opiniones distintas es muy dif¨ªcil. Aunque se manejen argumentos bien razonados, en realidad es una lucha emocional, irracional, entre quienes creen que si la lengua de los otros existe eso supone cortarle un pedazo a la suya y quienes, por el contrario, creen que la lengua de los otros pretende liquidar definitivamente a la suya. Es un di¨¢logo imposible, los juicios e intenciones previas de unos hacia otros s¨®lo permiten la defensa y ataque, una lucha a muerte entre lenguas. S¨ª, ¨¦ste no es un tema, es un asunto personal, pues hablamos de una parte de nuestra identidad individual.
Esta Xunta est¨¢ llevando a cabo una pol¨ªtica para recortar el espacio del gallego, una lengua que ha sido negada hist¨®ricamente. Est¨¢ en su derecho pues gan¨® las elecciones, aunque est¨¢ en nuestro derecho recordar que su obligaci¨®n es defender, impulsar y normalizar la situaci¨®n del gallego, no cuestionarlo. Pero hablamos de algo m¨¢s profundo. Que sea la propia Xunta quien cuestione nuestra lengua ha sido un golpe moral, una ofensa que no nos esper¨¢bamos ver. Realmente nadie lo esperaba hace un a?o, presum¨ªamos de civismo, aqu¨ª la lengua no era un factor de divisi¨®n. Que ocurriese algo as¨ª en Galicia s¨®lo se pod¨ªa concebir en algunos salones de la derecha madrile?a donde nos desconoc¨ªan, pero en unos meses hemos visto c¨®mo tra¨ªan esa planta nefasta y nos la plantaban y regaban. Hace unos meses vimos una imagen pol¨ªticamente muy radical que nos sorprendi¨®: el actual conselleiro de la Presidencia, Alfonso Rueda, con otros cargos del PP se manifestaba "contra la imposici¨®n del gallego". Iban mezclados con pol¨ªticos llegados en autobuses y avi¨®n desde Madrid, llegados a Galicia a protestar contra el gallego.
Toda sociedad, a¨²n tan d¨¦bil como la gallega, tiene alg¨²n centro, alguna conciencia ¨ªntima de que hay algo que nos es com¨²n: la conciencia del nosotros, de que con nuestros yos formamos un nosotros que existe realmente. Esa conciencia se vio amenazada, por ejemplo, cuando el Prestige naufrag¨® y el Gobierno de entonces trat¨® a Galicia como la trat¨®. ?sa fue la causa de la rabia y la respuesta social y no una conspiraci¨®n de agitadores y artistas. Parece que este PP de Rajoy y Feij¨®o a¨²n no ha comprendido eso, pues lo que le est¨¢ haciendo al gallego afecta a ese mismo n¨²cleo compartido.
Para toda sociedad hay algo que es sagrado, las cosas que nos identifican: la lengua gallega, nuestras palabras, son parte del repertorio de la identidad compartida, de nuestro nosotros. As¨ª lo sienten quienes quieren al gallego como lengua nacional normal; quienes saben que fue lengua de reyes y de las Cantigas y que es la lengua de millones de personas en el mundo, la de Lula Da Silva; quienes saben hablar castellano -es obligatorio- y lo hablan o escriben cuando deciden hacerlo, pero viven y educan a su gente en la lengua del pa¨ªs. As¨ª lo sienten tantos gallegos y gallegas que hablan gallego porque lo recibieron de sus padres, aunque no acaben de considerarla una lengua totalmente ¨²til para que sus hijos progresen. As¨ª lo sienten quienes son castellano hablantes pero no tienen problema en alternarlo con el gallego, a¨²n no habl¨¢ndolo con soltura, cuando creen que es bueno, conveniente o les apetece. Y as¨ª lo entienden muchas personas que ni saben hablar gallego ni jam¨¢s lo intentaron porque les cuesta, porque les es ajeno o simplemente son vagas, pero reconocen la evidencia de que el gallego es la lengua de Galicia, que fue negada hist¨®ricamente y que a¨²n hoy tiene enormes obst¨¢culos para existir. La inmensa mayor¨ªa de los gallegos y gallegas, aun de los afiliados al PP, sentimos que decir que la lengua gallega se impone, que persigue o es verdugo del castellano, es mentir obscenamente y nos repugna.
Una minor¨ªa de personas que no quieren que sus yos se unan en el nosotros de los gallegos cuestionan la existencia misma de Galicia, de nuestro nosotros, n¨®s. Son personas que s¨®lo aceptan integrar su yo en un ¨²nico nosotros en castellano. Defienden la existencia de Espa?a en sus provincias, niegan la de Galicia. Es leg¨ªtimo. Nuestro clima no les gusta, somos raros, nuestro acento y nuestra lengua no les gusta. No les gustamos, no quieren ser gallegos, parte de los que vivimos aqu¨ª. Porque tambi¨¦n existe un territorio al que llamamos aqu¨ª. Y tambi¨¦n ellos lo saben, por eso quieren que aqu¨ª cambie para que sea como all¨ª. Cuestionan nuestra existencia.
La responsabilidad del actual Gobierno de la Xunta en este caso no es meramente pol¨ªtica, no hablamos de llevar problemas a las familias y trapalladas y caos en la ense?anza, va m¨¢s all¨¢, es una cuesti¨®n moral. La pol¨ªtica qued¨® atr¨¢s cuando se decidi¨® no respetar las cosas que afectan a nuestro yo personal y al nosotros tambi¨¦n personal pero compartido. Es inmoral que un Gobierno pretenda la desaparici¨®n de su pa¨ªs.
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