Google.cn
Los espa?oles estamos demasiado enfangados en el debate sobre si el consumo de contenidos en Internet debe estar limitado por las reglas del mercado o ser la primera piedra en la abolici¨®n de la propiedad privada; lo tr¨¢gico es que no seamos capaces de ver que hay pa¨ªses que est¨¢n lidiando en la Red la batalla por la libertad de pensamiento y opini¨®n. Verdaderos h¨¦roes est¨¢n pagando con a?os de c¨¢rcel, desapariciones y amenazas, el atrevimiento de usar Internet para denunciar la ausencia de libertad. La semana pasada se supo que el Gobierno chino podr¨ªa estar detr¨¢s del espionaje a trav¨¦s de Google de disidentes, organizaciones de derechos humanos y empresas estrat¨¦gicas.
China da as¨ª un aviso claro a todos los que creen que algo escapa a su control y parece forzar de paso la salida del pa¨ªs del gigante de la informaci¨®n. Hace cuatro a?os Google acept¨® las condiciones de censura en su buscador chino a cambio de poder instalarse en el pa¨ªs y expandir el negocio. La decisi¨®n ten¨ªa un tufo indecente, pero era justificada como un mal menor: poco a poco las limitaciones tender¨ªan a desaparecer y la libertad penetrar¨ªa dentro de ese caballo de Troya. Algo as¨ª como cuando la televisi¨®n por sat¨¦lite foment¨® la crisis en muchos pa¨ªses totalitarios, que no pod¨ªan ocultar por m¨¢s tiempo la informaci¨®n a sus ciudadanos. Pero la persecuci¨®n del Gobierno chino contra las p¨¢ginas cr¨ªticas y la condena a 11 a?os de c¨¢rcel de Liu Xiaobo por liderar un manifiesto reclamando la democracia para el pa¨ªs demuestran que la inoculaci¨®n del virus de la libertad va m¨¢s lenta de lo que cre¨ªamos. Seguir haciendo dinero en esas condiciones es una encrucijada para Google, pero tambi¨¦n delata el doble rasero con el que las democracias tratamos a los pa¨ªses totalitarios seg¨²n su peso en la econom¨ªa mundial.
Mientras algunos hablan ya de un nuevo tel¨®n de acero que dividir¨¢ la Red en dos modelos, la privacidad y la opini¨®n est¨¢n amenazadas por los mecanismos de control. La gran batalla por la informaci¨®n libre se est¨¢ perdiendo all¨¢ donde m¨¢s importa: en los pa¨ªses que se juegan un futuro democr¨¢tico. Donde no hay libertad para opinar no hay libertad para navegar. No podr¨ªa ser de otra manera. ?Qu¨¦ har¨¢ Google?
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