Sue?o de una noche de invierno
Sucedi¨® en los minutos finales del encuentro entre el Athletic y el Madrid en San Mam¨¦s. El Athletic intentaba llegar a la playa del minuto 90 cuando Caparr¨®s optaba por sustituir a Toquero. Toquero recorr¨ªa el ancho del campo saludando a jugadores, ¨¢rbitro, a todo aqu¨¦l que se cruzaba en su camino, cuando Cristiano Ronaldo se acercaba al jugador rojiblanco para estrechar su mano y, suavemente, invitarle a abandonar el terreno de juego. Me dio la sensaci¨®n de que en el gesto del astro portugu¨¦s hab¨ªa cierta parte de prisa (por cierto, propongo que se cree un premio para el equipo que, yendo ganando, realice un cambio en el que el jugador sustituido sea el que est¨¢ m¨¢s cerca de la boca de vestuarios), pero, a la par, cierta dosis de admiraci¨®n hacia aquel delantero que con el 2 a la espalda representa las ant¨ªpodas de CR9. Y a m¨ª me dio que en aquel gesto se resum¨ªan los 90 apasionantes minutos vividos en el templo bilba¨ªno. Noventa minutos en los que la grada puso a disposici¨®n de los suyos su aliento, su ¨¢nimo y, si hubiera hecho falta, su bocadillo de tortilla. Admiro de las gargantas de los seguidores rojiblancos su capacidad para entender los ritmos del juego, los tiempos secretos que encierra cada encuentro, eso que tantos entrenadores determinan como imprescindible y que resumen en "saber leer" el partido.
Imagino a CR9 hablando con los del United y dici¨¦ndoles que aqu¨ª hay unos locos vestidos como el Sunderland
Dec¨ªa que el gesto de Cristiano reflejaba muy bien el partido que hab¨ªa jugado. Y no me refiero a lo m¨¢s prosaico, como es la diferencia de presupuestos, de marketing y hasta de inversiones en peinados que presentaba cada equipo. Me refiero m¨¢s a los diferentes estilos y formas que nos permite ver este sencillo juego que es el f¨²tbol. Y concluyo que el vencedor del pasado s¨¢bado es el f¨²tbol como deporte, como actividad social, como comuni¨®n de tantos diversos que se re¨²nen para celebrar esa ceremonia civil que es el balompi¨¦. Digo que venci¨® el f¨²tbol porque este deporte vive del sue?o de los peque?os de derrotar al grande, pero tambi¨¦n de que el grande lo sea de verdad para que el logro sea especial. A quien vea esto del f¨²tbol como una sucesi¨®n de cifras, puntos, clasificaciones, se le puede hacer corto el logro obtenido de la derrota madridista, lo mismo que se le pudo hacer escaso a los cul¨¦s el logro obtenido en Sevilla y que le llev¨® a su primera eliminaci¨®n en 18 meses. Pero, si el f¨²tbol pierde esa capacidad de sorprender, si el juego se vuelve previsible, si el resultado ya est¨¢ decidido, ¨¦ste dejar¨¢ de ser un deporte que enamora, seduce y sorprende.
Y, sin todo ello, ser¨ªa imposible la explosi¨®n de alegr¨ªa de los rojiblancos tras vencer a un rival enorme, de la misma forma que ser¨ªa imposible explicarme a m¨ª mismo las agujetas que ten¨ªa en todo mi cuerpo en la ma?ana del domingo. Agujetas de tensi¨®n, de pasi¨®n, del alma vestida en rojo y en blanco, agujetas de satisfacci¨®n porque me quiero imaginar a Cristiano hablando con sus amigos de Manchester United para descubrirles que aqu¨ª, en la Liga espa?ola, hay unos locos vestidos con los colores del Sunderland y que por un momento le hicieron pensar que el partido era de la Premier. All¨ª, en Inglaterra, donde queremos creer que se siente el f¨²tbol por el f¨²tbol, el juego por el juego, all¨ª donde se respetan las tradiciones, all¨ª donde un delantero puede vivir de sudar con honor la camiseta con el 2 en la espalda.
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