"Que no dejen morir una lengua"

Ya fuera se ve que no es un d¨ªa normal. A las nueve de la ma?ana, el exterior del CEIP Valle Incl¨¢n de Oleiros (A Coru?a) suele ser un marem¨¢gnum de veh¨ªculos que ayer no superaban la docena. El mismo n¨²mero de ni?os de Infantil que esperaban en el patio, a su aire en lugar de en formaci¨®n por aulas. A los de Primaria ni se les ve. La ¨²nica agitaci¨®n era la de un padre que increpaba al bedel -en gallego- sobre qui¨¦n se iba a hacer cargo de su infante. "Yo, desde luego, no. Hay profesores", le respond¨ªa el increpado, que en bajo se confiesa "muy partidario" del paro.

Hay profesores, pero no muchos. El 79,4% del claustro secund¨® la huelga, seg¨²n comunic¨® el centro a la conseller¨ªa. Los que no fueron se bastan para atender al alumnado que ha venido: un centenar de los 550 matriculados. Vecinos de toda la vida, marineros o trabajadores. Las clases medias que, desde los 70, se han podido permitir vivir en la zona. Y una colonia considerable de inmigrantes suramericanos, como Alan Marcelino, un brasile?o reci¨¦n llegado: "?Lo del gallego? Si es el idioma de aqu¨ª, es normal que se ense?e", afirma. Los de aqu¨ª no son todos tan claros. "Hay demasiado ruido sobre el asunto. Cada uno que hable lo que quiera, pero sin dejar morir ning¨²n idioma", opina Chema. "Las huelgas hay que esperar a hacerlas a que se sepa c¨®mo acaba la historia. Y lo del ingl¨¦s no me disgusta", dice una madre. "Yo estoy muy de acuerdo con la huelga, y quiero que me eduquen al ni?o en gallego, pero lo traje porque no tengo con quien dejarlo", asegura Mar¨ªa Jos¨¦, de profesi¨®n docente.