El retratista retratado
Manuel Vicent re¨²ne 31 perfiles de grandes escritores en P¨®quer de ases. Un recorrido esencial por la literatura del siglo XX, ilustrado por Fernando Vicente, que oculta un regalo para los lectores: la biograf¨ªa literaria del autor.
Manuel Vicent tiene unos ojos luminosos, de un azul claro, que animan su rostro mientras habla. Es un gran conversador, culto, ir¨®nico, con sentido del humor. Y, sin embargo, hay un no s¨¦ qu¨¦ desconcertante en su imagen que s¨®lo se percibe cuando ¨¦l no est¨¢ delante. Algo que apenas es, su diminuta perilla, subraya como un trazo blanco el rostro moreno y tan despejado como su cr¨¢neo. Esa sensaci¨®n casi imperceptible de desconcierto, de sorpresa, que provoca el escritor valenciano es uno de sus rasgos esenciales. Un t¨ªmido que ha cultivado las tertulias, un intelectual que ha hecho de la sensualidad bandera, un prol¨ªfico narrador que no duda en calificarse de ab¨²lico. Un todoterreno que maneja la escritura como si fuese una moneda cuyo anverso y reverso son el periodismo y la literatura. Pero cuando la moneda gira entre sus manos es imposible distinguir una cara de la otra: el art¨ªculo se transforma en narraci¨®n, la novela en reportaje. ?Qu¨¦ fue Homero sino un reportero de guerra?, declara Vicent. Y como es imposible elegir entre lo que est¨¢ unido, durante a?os, cuando en el DNI era preciso especificar la profesi¨®n, ¨¦l se present¨® como: "Agricultor".
P¨®quer de ases
Manuel Vicent.
Ilustraciones de Fernando Vicente.
Alfaguara. Madrid, 2009.
328 p¨¢ginas. 17 euros.
"Escribir me da la satisfacci¨®n de estar vivo. La creaci¨®n es un momento er¨®tico. Y en periodismo encuentro placer en el matiz"
'P¨®quer de ases' concentra la visi¨®n vicentiana de la literatura moderna. "A partir de Joyce, Kafka y Proust no hay nada, sino vac¨ªo, abismo"
Periodismo y literatura vuelven a confundirse en su ¨²ltimo libro, P¨®quer de ases: un recorrido por la literatura del siglo XX a trav¨¦s de semblanzas de escritores, que han ido apareciendo en Babelia bajo el nombre de 'Daguerrotipos'. El libro podr¨ªa haberse titulado: 31 + 1, pues en el retrato de los 31 autores elegidos se halla el retrato del propio Vicent. La influencia que sobre ¨¦l ejerci¨® Camus: "En sus p¨¢ginas descubr¨ª que el Mediterr¨¢neo no era un mar, sino una pulsi¨®n espiritual, casi f¨ªsica, la misma que yo sent¨ªa sin darle nombre: el placer contra el destino aciago, la moral sin culpa y la inocencia sin ning¨²n dios". El hallazgo en Gide de la esencia de la literatura: "La m¨¢xima profundidad del ser humano est¨¢ en la piel, en la belleza de los cuerpos j¨®venes, en el nudo de los sentidos que componen el alma". Y as¨ª va dibujando Vicent su propia biograf¨ªa literaria: filias y fobias, nostalgias y recelos. Tambi¨¦n una encantadora coqueter¨ªa, como cuando le comenta a Bioy que, a cierta edad, las mujeres te miran y ya no te ven. El argentino, que entonces ten¨ªa 83 a?os, confiesa que tambi¨¦n ha experimentado esa sensaci¨®n. "?Cu¨¢ndo?", le pregunta Vicent. Bioy contesta escuetamente: "Hace tres a?os".
Hay en esas p¨¢ginas muchos escritores en lengua inglesa, un homenaje a Rafael Azcona -"prote¨ªna pura"-, pocas mujeres -Dorothy Parker, Virginia Woolf, Gertrude Stein-, algunas ausencias: "Me han faltado Pavese, Calvino y Bernhard". Hay tambi¨¦n curiosidades -cuenta, por ejemplo, que un ciclista inspir¨® el famoso Godot de Samuel Beckett-, una buena dosis de tragedia, muchas borracheras. "El cannabis no ha dado grandes obras. Sin embargo, el alcohol es muy literario y cada literatura tiene una clase de alcohol". Chatos de vino, por ejemplo, para Azcona, S¨¢nchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa o Fern¨¢ndez-Santos. Gin-tonics y whisky para Benet. Y absenta, calvados y cazalla para los j¨®venes poetas.
En P¨®quer de ases se concentra la visi¨®n vicentiana de la literatura moderna. "A partir de Joyce, Kafka y Proust no hay nada, sino vac¨ªo, abismo. Existen, por supuesto, grandes novelas, pero no aportan nada socialmente como forma de entender el mundo. Quiz¨¢ la excepci¨®n sea el realismo m¨¢gico, pero lo que as¨ª se ha denominado ya estaba en Homero. Es el periodismo el que se alza como una forma nueva. La materia org¨¢nica de la que se alimenta la literatura actual es el detritus que va dejando la historia en el papel amarillo de los peri¨®dicos. El arte nace siempre de una fermentaci¨®n, igual que una semilla se pudre para renacer. La mirada del creador transforma esa putrefacci¨®n en arte".
Vicent public¨® su primer libro a los 28 a?os, una edad que ¨¦l considera l¨ªmite para ser poeta y demasiado temprana para ser novelista. "Ahora mismo, con 63, me hubiera gustado publicar a partir de los 40. La edad de un novelista es de los 45 a los 65". La fortuna, que no entiende de edades, le ha bendecido con premios literarios y period¨ªsticos, le ha librado del hast¨ªo y le ha regalado inquietud suficiente para que el oficio no mate a la vocaci¨®n. "A lo largo del tiempo adquieres un estilo, un territorio, te apropias de unas palabras. Pero si el oficio puede a la capacidad de sorpresa, de curiosidad, de esfuerzo..., est¨¢s muerto. La muerte del arte es el manierismo, la repetici¨®n de un ¨¦xito, de una f¨®rmula. Escribir me da la satisfacci¨®n de estar vivo. La creaci¨®n es un momento er¨®tico. Y en periodismo encuentro placer en el matiz: contar un hecho cotidiano y al final de la narraci¨®n mover el espejo para que el lector lo contemple desde otro punto de vista. Cambiar el sentido de la realidad. Yo no lo paso bien escribiendo, pero es una satisfacci¨®n dejar de escribir por haber escrito".
Tiene entre manos nueva novela e ideas muy claras sobre su futuro. "Para empezar, no quiero conocer a m¨¢s gente que la que he conocido. Tampoco quiero perder el tiempo. He frecuentado muchas tertulias y me he divertido, pero ya no voy a regalar ni media hora de mi vida a un idiota. Quiero disfrutar de la vida como espect¨¢culo. Desde adolescente me he reprochado mi actitud contemplativa: no haberme comprometido, no haber arriesgado... Pero ahora me parece fenomenal. Incluso quisiera ver el fin de los tiempos tom¨¢ndome una horchata. Y en el Juicio Final, ante las puertas doradas de Jerusal¨¦n, si hay infierno y van mis amigos: yo para abajo. Si el cielo es o¨ªr el bolero de Ravel comiendo mazap¨¢n: yo para abajo". Vicent ve aproximarse a un amigo que acude a recogerle y, previendo el futuro, se r¨ªe: "Espero que en el infierno haya palmeras".
?Hemos llegado al final? ?Y la posteridad? En el cap¨ªtulo dedicado a Lampedusa, al hablar del ¨¦xito p¨®stumo de El Gatopardo, Vicent describe su idea de la misma: "Escribir una sola novela, irse al otro mundo sin conseguir publicarla, ahorrarse la neurosis de las ventas y pasar a la posteridad juntos el libro y tu alma, en eso consiste la verdadera gloria sin aditamentos impuros". ?Con qu¨¦ obras le gustar¨ªa que sobreviviera su alma? Vicent lanza al aire la moneda de la escritura y contesta: "La novela Contra Para¨ªso y el art¨ªculo No ponga tus sucias manos sobre Mozart". "?Venga, Manuel! ?Que llegamos tarde a la comida!", le urge el amigo. Vicent se levanta y a?ade antes de irse: "Pero la posteridad no me interesa. Para m¨ª est¨¢ troceada en fines de semana buenos".
P¨®quer de ases. Manuel Vicent. Ilustraciones de Fernando Vicente. Alfaguara. Madrid, 2009. 328 p¨¢ginas. 17 euros.
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