La ciencia biol¨®gica al descubierto
Aunque fuese mucha la variedad cient¨ªfica que alberg¨®, la ciencia del siglo XX -ese siglo de la ciencia al que se refiere el t¨ªtulo del libro objeto de la presente rese?a- gir¨® sobre todo en torno a dos pivotes: la f¨ªsica y la biolog¨ªa. Uno de ¨¦stos, el de la biolog¨ªa, es el que Javier Sampedro ha elegido para su nuevo libro. No es la suya, desde luego, una exposici¨®n que trate, o se esfuerce, por seguir los gustos y usos de presentaciones m¨¢s sensibles a la "trama hist¨®rica"; m¨¢s bien, lo que Sampedro busca es ir a lo m¨¢s esencial, a aquellos hechos y leyes cient¨ªficas en los que la ciencia actual cree ver la arquitectura y din¨¢mica de la naturaleza. No es sorprendente, por consiguiente, que su libro comience por dos cap¨ªtulos dedicados a la estructura de la materia y a la cosmolog¨ªa, las dos piezas sin las que nada tendr¨ªa, no ya sentido sino ni siquiera existencia. No basta, sin embargo, con los materiales y el escenario (el universo): si aqu¨¦llos, los elementos qu¨ªmicos y los compuestos que ¨¦stos generan, no se organizasen en formas determinadas, con propiedades espec¨ªficas y recurrentes, s¨®lo existir¨ªa caos, y por tanto no seres que se planteasen c¨®mo es ese universo. Por ello, y tras un breve cap¨ªtulo (tal vez prescindible) dedicado a Einstein, Sampedro contin¨²a con un cap¨ªtulo sobre 'Las formas del mundo', en el que prima la argumentaci¨®n matem¨¢tica, el reino de las ideas plat¨®nicas, que, no obstante, como el autor se encarga de demostrar, se "materializan" en la realidad, en la inorg¨¢nica al igual que en la biol¨®gica.
El siglo de la ciencia. Nuestro mundo al descubierto
Javier Sampedro
Pen¨ªnsula. Barcelona, 2009
205 p¨¢ginas. 20,90 euros
Se entra de esta manera en la parte m¨¢s extensa, y original, del libro, la dedicada a los temas que Sampedro -que antes de periodista fue bi¨®logo molecular- mejor conoce: los que tienen a la vida como protagonista. Apropiadamente, tras haber tratado 'las formas del mundo', la puerta de entrada que elige para esa parte es la 'gram¨¢tica del cuerpo', el reino de los genes (como los Hox) que controlan el dise?o y desarrollo de los seres que pueblan la Tierra. Como explica Sampedro, "la comparaci¨®n entre genomas ha demostrado en los ¨²ltimos a?os que los cambios en la distribuci¨®n espacial de los genes Hox est¨¢n detr¨¢s de las innovaciones en el dise?o del cuerpo que han marcado la evoluci¨®n animal desde su origen". En otras palabras: disponemos de herramientas preciosas para desentra?ar la mejor novela de misterio imaginable, la del origen y evoluci¨®n de la vida. En el a?o en el que celebramos a Darwin, pocos homenajes son m¨¢s adecuados que construir sobre los cimientos que ¨¦l estableci¨®, aunque podamos llegar, como se explica en el cap¨ªtulo 8 ('Ley de vida'), a la conclusi¨®n de que las "adaptaciones no son variantes aleatorias que, a fuerza de pruebas y errores y millones de a?os, van pasando el imperturbable filtro de la selecci¨®n natural", y que, por el contrario, surgen bruscamente, una conclusi¨®n que har¨ªa saltar de alegr¨ªa al a?orado Stephen Jay Gould, defensor, junto a Niles Eldredge, de una teor¨ªa de este tipo, la del "equilibrio puntuado".
Con los conocimientos gen¨®micos de que disponemos ahora las posibilidades imaginadas por Michael Crichton en Parque Jur¨¢sico -"resucitar", esto es, construir seres extintos como los dinosaurios- ya no son, como se?ala Sampedro en el cap¨ªtulo 6 ('Genomas'), tan irreales. Y no olvidemos que saber m¨¢s puede significar, como en este caso, "m¨¢s barato", algo que ayuda a avanzar m¨¢s y m¨¢s deprisa: el Proyecto Genoma Humano gast¨® 230 millones de euros en secuenciar el primer genoma humano, ahora alguna compa?¨ªa ofrece secuenciar genomas individuales por 50.000 d¨®lares y se espera que se llegue pronto a los 10.000. Se abre, en definitiva, un mundo que nos llevar¨¢ -perd¨®n, que nos est¨¢ llevando- muy lejos. Un mundo pleno de sorpresas, como podemos comprobar, por ejemplo, en los ¨²ltimos cuatro cap¨ªtulos del presente libro, dedicados -especialmente los dos primeros (en los dos ¨²ltimos, la m¨²sica y el lenguaje adquieren un mayor protagonismo)- al cerebro. Se ha repetido hasta la saciedad que aunque se ha avanzado mucho en cartografiar el cerebro, a¨²n nos queda mucho para poder comprender las leyes que rigen su funcionamiento global, que la revoluci¨®n cient¨ªfica del cerebro a¨²n est¨¢ pendiente. Aun siendo cierto, no lo es menos que los avances est¨¢n siendo grandes y radicales: ya sab¨ªamos, de la mano de Chomsky, que nacemos -?gracias amiga evoluci¨®n, que nos has regalado semejante don!- con algo as¨ª como un doctorado innato en ling¨¹¨ªstica, pero ?qui¨¦n pod¨ªa sospechar, por ejemplo, que el cerebro evaluase las palabras por su coherencia sem¨¢ntica con pasajes musicales? "Es", escribe Sampedro, "como si el cerebro estuviera equipado con un diccionario para traducir las melod¨ªas al lenguaje de los humanos". ?Resultados como ¨¦ste significan, por cierto, que el viejo debate de si "nacemos o nos hacemos" se ha decantado a favor del innatismo? No: "La estructura de la mente humana", nos asegura nuestro autor, "es en parte innata y en parte adquirida. De hecho, la naturaleza y la crianza son en realidad la misma cosa cuando uno analiza sus fundamentos gen¨¦ticos". Aprendemos estableciendo nuevas conexiones (sinapsis) entre neuronas, pero muchas de ¨¦stas juegan con cartas marcadas desde el nacimiento y con t¨¢cticas preestablecidas para agruparse y colaborar.
El siglo de la ciencia de Javier Sampedro es un libro espl¨¦ndido, escrito con la conocida desenvoltura y desenfadada gracia de su autor. En alguna ocasi¨®n, es cierto, su lectura puede resultar algo compleja (por ejemplo, el cap¨ªtulo 7, 'Los diablillos de McClintock'), pero si se trata de entender c¨®mo pensamos, habr¨¢ que esforzarse en la no siempre f¨¢cil tarea de pensar, ?no? Si hay que buscar alguna pega, una ser¨ªa lo enga?oso de su t¨ªtulo, porque de lo que realmente se ocupa esta obra es de las ciencias biol¨®gicas, del "soporte" o "trama" biol¨®gica de la naturaleza, con los homo sapiens como protagonistas principales. A pesar de los cap¨ªtulos iniciales, el papel y presencia de otras disciplinas cient¨ªficas, como la f¨ªsica, la qu¨ªmica y las matem¨¢ticas, es bastante secundario, pudiendo llevar a alg¨²n lector a pensar que las disciplinas "no biol¨®gicas" no son m¨¢s que vino agriado, desprovisto de aquellos sabores que estimulan y que animan a beber m¨¢s. Y aunque sus ¨¦pocas revolucionarias parezca que sean -?por el momento?- cosa del pasado, a¨²n albergan mucha actividad y no pocas novedades.
En cualquier caso, no hay, por supuesto, nada que objetar a las elecciones de Sampedro y s¨ª mucho que agradecerle. Agradecerle una l¨²cida e informada exposici¨®n, que integra en pocas p¨¢ginas resultados y temas de extraordinaria actualidad, novedad e importancia. Acostumbrados, y aburridos, a tanto libro de divulgaci¨®n cient¨ªfica que repite una y otra vez los mismos temas, el suyo es como un soplo de aire fresco, en un mundo, el de la investigaci¨®n cient¨ªfica, que se renueva constantemente, aunque la mayor¨ªa, ensimismada en otros intereses, no parezca darse cuenta.
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