Ch¨¢vez de Arabia y Persia
La actitud del presidente venezolano frente a EE UU e Israel, su admiraci¨®n por Nasser y sus buenas relaciones con Siria e Ir¨¢n le han hecho popular en el mundo musulm¨¢n. ?l cuida mucho esos lazos
Durante la ¨²ltima Cumbre ?rabe-Suramericana celebrada en Qatar, el prestigioso diario al-Sharq al-Awsat dedic¨® un editorial al presidente venezolano con el elocuente t¨ªtulo Ch¨¢vez de Arabia. Cualquier observador avezado podr¨ªa deducir que no existen excesivos paralelismos entre el l¨ªder bolivariano y Lawrence de Arabia. M¨¢s bien, la admiraci¨®n que los ¨¢rabes profesan a Ch¨¢vez se debe a sus virulentos ataques contra Estados Unidos e Israel, pa¨ªses con los que mantiene una tormentosa relaci¨®n.
Ya en 2001, tras la invasi¨®n de Afganist¨¢n, Hugo Ch¨¢vez exigi¨® que Estados Unidos "frenase la matanza de inocentes" en el pa¨ªs centroasi¨¢tico. Cuando las tropas americanas invadieron Irak para derrocar a Sadam Husein, manifest¨® que se trataba de "una violaci¨®n de la legalidad internacional". En 2006, despu¨¦s de que Israel devastase L¨ªbano con el pretexto de descabezar a Hezbol¨¢, denunci¨® "el genocidio contra la poblaci¨®n civil" y reclam¨® que "sus responsables fuesen juzgados por un tribunal internacional". Una actitud similar tuvo hace ahora un a?o ante la Operaci¨®n Plomo Fundido contra Gaza: "?Qu¨¦ fue si no un genocidio? Los israel¨ªes estaban buscando una excusa para exterminar a los palestinos".
Entre sus pr¨®ximos hay varios miembros notables de la comunidad ¨¢rabe en Venezuela
Ch¨¢vez sostiene que el petr¨®leo es un "instrumento estrat¨¦gico" para el Tercer Mundo
Con estas credenciales no debe extra?arnos que Ch¨¢vez sea el l¨ªder internacional mejor valorado por la opini¨®n p¨²blica ¨¢rabe y que las banderas venezolanas sean cada vez m¨¢s numerosas en las manifestaciones de solidaridad con la causa palestina. Seg¨²n una encuesta realizada en Arabia Saud¨ª, Emiratos ?rabes Unidos, Egipto, Jordania, L¨ªbano y Marruecos por Zogby y el Anwar Sadat Chair for Peace and Development, entre abril y mayo de 2009, el presidente venezolano ten¨ªa un respaldo del 36% de la poblaci¨®n ¨¢rabe, muy por encima de Nicolas Sarkozy con el 14% o, incluso, del l¨ªder de Hezbol¨¢, Hasan Nasrallah, que pasado el frenes¨ª de la Segunda Guerra de L¨ªbano ¨²nicamente lograba un apoyo del 11%.
Para explicar esta paradoja, muchos analistas han recurrido a la comparaci¨®n entre las figuras de Gamal Abdel Nasser y Hugo Ch¨¢vez. Ambos son l¨ªderes carism¨¢ticos, populistas y antiimperialistas. Los dos intentaron abanderar bloques regionales: el primero instituir una gran umma nacionalista que abarcase el conjunto del mundo ¨¢rabe y el segundo llevar a la pr¨¢ctica el sue?o panamericano de Sim¨®n Bol¨ªvar. De hecho, el l¨ªder venezolano ha subrayado en m¨¢s de una ocasi¨®n su veneraci¨®n por Abdel Nasser, llegando a afirmar en una larga entrevista a la cadena televisiva Al Yazira en 2006, a?o en que Venezuela se incorpor¨® a la Liga ?rabe como miembro observador, que "sus ideas todav¨ªa siguen vivas: Abdel Nasser fue una de las principales figuras de la historia ¨¢rabe. He sido nasserista desde que era un joven militar".
Es bastante probable que esta vindicaci¨®n no s¨®lo est¨¦ motivada por la afinidad ideol¨®gica, sino que tambi¨¦n guarde relaci¨®n con la ascendencia de su principal asesor para temas ¨¢rabes: el ferviente nasserista Raimundo Kabchi, que dirige el Instituto de Estudios Diplom¨¢ticos Pedro Gual, adscrito al Ministerio de Relaciones Exteriores venezolano. Mohamad Abdul Hadi, vicepresidente de la Comunidad ?rabe de Porlamar, tambi¨¦n opina que "hay mucho parecido entre Abdel Nasser y Ch¨¢vez, inclusive hay similitud en el lenguaje revolucionario, porque los dos l¨ªderes hablan el idioma del pueblo. Tambi¨¦n hay semejanza entre las dos revoluciones en el sentido de la campa?a antiimperialista y la del socialismo; claro con cierta diferencia en la aplicaci¨®n, pero el socialismo venezolano es muy parecido al egipcio en lo que respecta a ley de tierras, el monopolio de la riqueza nacional y la fuerza de oposici¨®n. Adem¨¢s, el liderazgo est¨¢ concentrado en una sola persona".
Kabchi y Abdul Hadi son dos de los representantes de la vigorosa comunidad ¨¢rabe venezolana. Como otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, Venezuela acoge a una importante -tanto en t¨¦rminos num¨¦ricos como de relevancia econ¨®mica- comunidad sirio-libanesa cuyos or¨ªgenes se remontan a las primeras d¨¦cadas del siglo XX. En su d¨ªa la Administraci¨®n de George W. Bush lleg¨® a insinuar que el r¨¦gimen venezolano permit¨ªa que c¨¦lulas de Al Qaeda se entrenaran en Isla Margarita, donde existe una nutrida comunidad libanesa. El entonces jefe del Comando Sur, James Hill, fue incluso m¨¢s lejos al aventurar que Bin Laden se refugiaba en el pa¨ªs. La oposici¨®n tambi¨¦n ha acusado en innumerables ocasiones a Tarek William Saab, gobernador del Estado de Anzo¨¢tegui, de ascendencia ¨¢rabe, de dar cobijo a militantes de Hezbol¨¢.
En un viaje oficial a Siria, Ch¨¢vez remarc¨® la importancia de los lazos ¨¢rabe-americanos. En su visita a la sure?a ciudad de Sueida, conocida como "la peque?a Venezuela" por reunir a una gran cantidad de indianos retornados al pa¨ªs tras acumular cuantiosas fortunas gracias al man¨¢ petrol¨ªfero venezolano, manifest¨®: "Siento que Damasco es mi hogar y Sueida mi casa. Mi vida est¨¢ comprometida con la justicia y la igualdad y con la liberaci¨®n de los pueblos ¨¢rabes y latinoamericanos. Siria y Venezuela tenemos un mismo enemigo: el imperialismo y sus lacayos".
Pero Venezuela no s¨®lo ha reforzado sus relaciones con el mundo ¨¢rabe, sino tambi¨¦n con Ir¨¢n, pa¨ªs que recientemente ha rechazado la propuesta del Grupo 5+1 (los miembros permanentes del Consejo de Seguridad m¨¢s Alemania) para enriquecer su uranio en el extranjero, lo que evitar¨ªa que su programa nuclear tenga derivaciones no deseadas. A pesar de las abismales diferencias ideol¨®gicas entre los reg¨ªmenes teocr¨¢ticos iran¨ª y socialista venezolano, ambos presentan ciertas similitudes. Ch¨¢vez y Ahmadineyad son dirigentes populistas que se apoyan en las clases m¨¢s desfavorecidas, precisamente las m¨¢s beneficiadas por los subsidios estatales a los productos de primera necesidad, y que cada vez tienen que hacer frente a una mayor contestaci¨®n interna ante sus pr¨¢cticas autoritarias. Ambos abanderan una corriente en la OPEP partidaria de elevar el precio del petr¨®leo para poder costear sus programas militares, que requieren que el flujo de petrod¨®lares fluya constantemente. En la Cumbre de la OPEP celebrada en Caracas hace 10 a?os, el presidente venezolano se pronunci¨® a favor de convertir a dicha organizaci¨®n en "un instrumento estrat¨¦gico para el Tercer Mundo" y en "una organizaci¨®n anticolonialista, antiimperialista y liberadora para el desarrollo de nuestros pueblos", desempolvando un discurso que muchos cre¨ªan ya enterrado.
Desde que asumiera la presidencia, Ch¨¢vez ha visitado ocho veces Ir¨¢n con la intenci¨®n de establecer "un frente revolucionario com¨²n". Adem¨¢s de la ret¨®rica antiimperialista compartida, existe la voluntad de intensificar los intercambios comerciales entre ambos pa¨ªses, como muestra la creaci¨®n de un banco iran¨ª-venezolano con un capital inicial de 1.200 millones de d¨®lares, definido por Ch¨¢vez como "parte de una estrategia para formar una nueva arquitectura financiera independiente del sistema financiero internacional". Otras iniciativas conjuntas son la construcci¨®n de dos refiner¨ªas de capital mixto y plantas de autom¨®viles y tractores iran¨ªes en territorio venezolano, as¨ª como el acometimiento de varios proyectos militares, tecnol¨®gicos, petroqu¨ªmicos e incluso nucleares.
Este alineamiento de Ir¨¢n y Venezuela ha generado profundas suspicacias en la escena internacional. En su ¨²ltima visita al pa¨ªs persa, Ch¨¢vez se?al¨®: "Teher¨¢n y Caracas deben prestar ayuda a las naciones revolucionarias a trav¨¦s de la expansi¨®n y la consolidaci¨®n de sus v¨ªnculos". Id¨¦ntica posici¨®n asumi¨® Ahmadineyad: "Proveer asistencia a las naciones oprimidas y revolucionarias y expandir el frente antiimperialista son las dos misiones cruciales de nuestros pa¨ªses". Este lenguaje recuerda cada vez m¨¢s al viejo proyecto de "exportar la revoluci¨®n" promovido por el ayatol¨¢ Jomeini, y preocupa a Arabia Saud¨ª y al resto de pa¨ªses ¨¢rabes del golfo P¨¦rsico, que interpretan que el programa nuclear iran¨ª podr¨ªa desestabilizar la regi¨®n y exacerbar a¨²n m¨¢s la tensa relaci¨®n entre el Ir¨¢n chi¨ª y las petromonarqu¨ªas sun¨ªes.
Ignacio ?lvarez-Ossorio es profesor de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad de Alicante.
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