Crisis y negociaci¨®n colectiva
La crisis financiera ha puesto fin al modelo de crecimiento de la demanda estimulada mediante el endeudamiento del sector privado. Ese modelo, dominante desde el triunfo de las pol¨ªticas neoliberales en los a?os ochenta, se caracteriza b¨¢sicamente por la ca¨ªda de la parte salarial en el PIB.
La sistem¨¢tica deformaci¨®n de la distribuci¨®n de la renta a favor de los beneficios ha ido privando a la inmensa mayor¨ªa de los trabajadores de su justa participaci¨®n en el progreso econ¨®mico. Las rentas econ¨®micas generadas por ese proceso han beneficiado a una reducida ¨¦lite de accionistas, directivos y ejecutivos empresariales. Para compensar las p¨¦rdidas de la din¨¢mica salarial, la demanda y la actividad econ¨®mica se han estado sosteniendo en el creciente endeudamiento de los hogares y en la formaci¨®n de burbujas especulativas. Esto explicar¨ªa por qu¨¦ la recesi¨®n actual no se reduce a la crisis de los mercados financieros: es tambi¨¦n la crisis de un modelo de crecimiento sustentado en las desigualdades. La ruptura del mecanismo que sosten¨ªa el crecimiento ha desencadenado una din¨¢mica de ahorro y ca¨ªda de la inversi¨®n de los agentes econ¨®micos privados, agravada por las restricciones de acceso al cr¨¦dito que ha hundido la demanda interior: ha desaparecido la parte de la demanda que antes de la crisis se financiaba aumentando el grado de endeudamiento privado.
Abogar por un ajuste en los salarios es una idea contraria a la necesidad de estabilizar la econom¨ªa
La actual crisis de empleo es herencia de un modelo de crecimiento intensivo en trabajo hoy moribundo
La econom¨ªa espa?ola previsiblemente seguir¨¢ sumida en la recesi¨®n y la tasa de paro no tocar¨¢ techo hasta 2011. La contracci¨®n de la actividad econ¨®mica ser¨¢ m¨¢s prolongada que en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos donde, contrariamente a lo sucedido aqu¨ª, el consumo de los hogares ha ca¨ªdo a menor ritmo que el PIB probablemente porque el brutal ajuste del empleo, la temporalidad, la debilidad de los salarios y las presiones en la negociaci¨®n colectiva lastran la recuperaci¨®n de la demanda privada en Espa?a, a pesar del volumen de recursos activados por las pol¨ªticas p¨²blicas y de la coyuntura favorable de los precios del petr¨®leo.
La repercusi¨®n de la recesi¨®n en el empleo ha sido extremadamente virulenta. En dos a?os se ha duplicado la tasa de paro, anulando los logros del per¨ªodo de bonanza econ¨®mica. No tiene parang¨®n en Europa, donde las principales econom¨ªas han logrado atenuar las p¨¦rdidas de empleo y contener el paro activando pol¨ªticas de reparto del volumen de trabajo (reducci¨®n de jornadas, paro parcial, etc.). Entre el cuarto trimestre de 2008 y el tercero de 2009 cada punto de contracci¨®n del PIB indujo una ca¨ªda del empleo de 1,8 puntos porcentuales en Espa?a, mientras la destrucci¨®n promedio en la UE fue de 0,46 puntos y nula en Alemania. Esta evidencia emp¨ªrica deber¨ªa enterrar las obsoletas creencias de la rigidez de las instituciones del mercado de trabajo en Espa?a. Como admite el FMI, la flexibilidad del mercado de trabajo es un concepto con m¨²ltiples facetas.
La aguda crisis de empleo de esta recesi¨®n es la herencia de un modelo de crecimiento intensivo en trabajo, hoy moribundo, y del comportamiento de los empresarios. Pero no es el ¨²nico coste pagado por los asalariados espa?oles por el boom especulativo de la pasada d¨¦cada. Tambi¨¦n han pagado con la p¨¦rdida de salarios inducida por la transferencia sistem¨¢tica de empleos hacia sectores de poco valor a?adido y baja productividad y por la pol¨ªtica de moderaci¨®n salarial practicada en las negociaciones colectivas. El resultado de esa din¨¢mica ha sido la p¨¦rdida de 4,2 puntos de la parte salarial ajustada en el PIB, al coste de los factores, entre 1998 y 2008 (AMECO, base de datos de la CE). Mientras, la masa salarial se ha contra¨ªdo progresivamente durante los tres primeros trimestres de 2009. La ca¨ªda promedio es de 2,7 puntos, seg¨²n la Contabilidad Nacional Trimestral y la ca¨ªda prevista por la CE para el conjunto de la UE es de 0,5 puntos. En cambio, el excedente bruto empresarial en nuestro pa¨ªs se ha reducido s¨®lo un 0,8 en el mismo periodo.
En este contexto, abogar por un ajuste de salarios nominales y reales es una idea err¨®nea y contraria a la necesidad de estabilizar la econom¨ªa y poner freno a la destrucci¨®n de empleo. Este mecanismo podr¨ªa tener efecto si el origen del paro se debiera a un desbordamiento de los costes salariales (o cualquier otro choque de oferta negativo). Pero si la destrucci¨®n de empleo tiene su origen en la brutal contracci¨®n de la demanda, como ahora, la ca¨ªda de los salarios impide que los asalariados (la mayor¨ªa de la poblaci¨®n) se beneficien del frenazo de la inflaci¨®n y podr¨ªa desencadenar una espiral deflacionista o, en el mejor de los casos, un ciclo de estancamiento en el que ser¨ªa ilusorio esperar que se reduzca el paro. Aunque durante 2009 los salarios reales hayan crecido debido al proceso desinflacionista, los nominales han seguido una tendencia bajista: los incrementos salariales medios han ido ralentiz¨¢ndose a lo largo de a?o y, sobre todo, los de los nuevos convenios son inferiores a los de los revisados. Si esta tendencia se prolongara en la pr¨®xima ronda de negociaciones la consecuencia ser¨¢ una depresi¨®n suplementaria de la demanda, nefasta para la recuperaci¨®n del empleo.
El di¨¢logo social es el marco adecuado para que los salarios se conviertan en potentes estabilizadores de la econom¨ªa, contribuyan a estimular la demanda y a mantener y recuperar el empleo. Adem¨¢s, obviamente, de impedir que todo el peso de la crisis recaiga en los trabajadores, que no son en absoluto responsables de ella. Los acuerdos para la negociaci¨®n colectiva deber¨ªan tener como objetivo proteger y mejorar el nivel adquisitivo de los salarios para impulsar la demanda e invertir la ca¨ªda del consumo privado. Evitar que los salarios se vean determinados por las fluctuaciones a corto plazo de la econom¨ªa; y, al contrario, conseguir relacionarlos con las tendencias a medio plazo de la productividad y la inflaci¨®n. Finalmente, habr¨ªa que comprometerse a aumentar la cobertura de la negociaci¨®n colectiva para corregir las presiones, en el ¨¢mbito de la empresa, destinadas a reducir salarios frente a la amenaza del paro. Es exactamente ese tipo de pol¨ªtica salarial, la que seguir¨¢ destruyendo empleo a?adiendo m¨¢s debilidad a la demanda global, pues las reducciones de salarios en situaciones de crisis profunda de la demanda en lugar de resolver el problema del paro lo agravan.
Antonio Ferrer Sais es secretario de Acci¨®n Sindical de UGT.
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