Wagner 'pop'
Preguntarse a estas alturas de la pel¨ªcula si es leg¨ªtima la operaci¨®n que el pintor David Hockney realiz¨® en 1987 metiendo a Trist¨¢n e Isolda en el mundo del pop-art resulta ocioso. El drama wagneriano retom¨® el mito medieval y lo proyect¨® al siglo XX carg¨¢ndolo ante litteram de las dos pulsiones fundamentales del inconsciente freudiano: eros y tanatos. Los mitos lo son precisamente porque valen para cada ¨¦poca.
Al inicio de cada acto, Hockney coloca un tel¨®n transparente, tras el cual poco a poco se ilumina el cuadro, en que se lee en una preciosa letra times: Tristan und Isolde by Richard Wagner. Es una portada de libro. Hockney recupera en efecto el cuento infantil para explicar las desventuras de la reina irlandesa y el noble caballero encargado de conducirla ante el rey Marke. Y lo hace sin renunciar a su est¨¦tica de colores primarios, convirtiendo el relato en un pop-up, uno de esos libros que despliegan vistosos escenarios troquelados para que la imaginaci¨®n del ni?o corretee por ellos. Las brumas n¨®rdicas asociadas a la po¨¦tica wagneriana brillan aqu¨ª por su ausencia, y sin embargo el montaje es respetuoso con el contenido gracias a la iluminaci¨®n. A?¨¢dase a ello una esmerada direcci¨®n de actores que consigue hacer olvidar el hieratismo estructural de la pieza.
TRIST?N E ISOLDA
De Richard Wagner. Int¨¦rpretes: P. Siffert, K. Youn, D. Voigt, B. Skovhus, N. Ernst, M. Schuster, F. Vas, M. Esteve. Direcci¨®n esc¨¦nica: T. Steingraber. Decorados y vestuario: D. Hockney. Direcci¨®n musical: S. Weigle. Orquesta y coro del Gran Teatro del Liceo. Barcelona, Liceo, 23 de enero.
Pero todo eso no es todav¨ªa condici¨®n suficiente para un buen espect¨¢culo. Falta la m¨²sica. Y ah¨ª es donde intervino la maestr¨ªa de Sebastian Weigle para traducir la partitura en drama: direcci¨®n tensa y matizada, de fuertes contrastes expresivos sin perder la l¨ªnea. Es cierto que los vol¨²menes pusieron en alg¨²n aprieto a las voces, pero eso con Wagner, en un teatro a la italiana, tiene dif¨ªcil arreglo. En cuanto a los cantantes, lo mejor que cabe decir es que componen un reparto en el pleno sentido de la palabra, donde no hay papeles secundarios, sino s¨®lo m¨¢s breves, confiados todos a gente competente, empezando por el pastor de Francisco Vas y acabando por la aplomada Brang?ne de Michaela Schuster. En cuanto a los protagonistas, Deborah Voigt se llev¨® el gato al agua. Trist¨¢n es una ¨®pera injusta, en que la soprano tiene todas las de ganar con el Liebestod final, mientras el tenor se ha visto obligado a pasar la maroma al inicio del tercer acto. Super¨® el trance con alg¨²n aprieto Peter Seiffert, de voz m¨¢s dram¨¢tica que propiamente heroica. La propuesta gust¨®: rara vez se escuchan aplausos tan en¨¦rgicos tras una funci¨®n de cinco horas.
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