La hora del cambio en Reino Unido
Tal vez no sea bueno que el laborismo, tras diez a?os en Downing Street, siga all¨ª a trompicones. Pero los conservadores tampoco son una gran novedad. El problema brit¨¢nico no es qui¨¦n gobierna sino c¨®mo gobierna
Ll¨¢menlo la paradoja del pol¨ªtico. Los pol¨ªticos democr¨¢ticos deben insistir en que su partido merece ganar todas las elecciones. Pero, si un partido ganase todas las elecciones, nunca habr¨ªa un cambio de gobierno, algo que es esencial para la democracia. As¨ª que, en alg¨²n momento, si uno vive en una democracia, llega el momento de cambiar. En Gran Breta?a hemos alcanzado ese momento.
El nuevo laborismo no nos ha dado el peor gobierno en la historia moderna de Gran Breta?a, ni mucho menos, pero se ha vuelto cada vez m¨¢s cansado y s¨®rdido, como ocurre con todos los partidos que llevan m¨¢s de 10 a?os en el poder. Si el laborismo continuara a trompicones durante otro mandato no ser¨ªa bueno ni para el pa¨ªs ni para el propio partido. F¨ªjense en lo que les ocurri¨® a los conservadores cuando se mantuvieron a duras penas hasta 1997. Algunos pol¨ªticos laboristas reconocen esta realidad en privado, tanto con sus hechos como por lo que no dicen. No obstante, en p¨²blico, siguen insistiendo en que la victoria de cualquier otro partido ser¨¢ el final de la civilizaci¨®n que conocemos.
El Estado brit¨¢nico es a la vez el m¨¢s destartalado y el m¨¢s entrometido de las democracias avanzadas
La propuesta de reforma m¨¢s apoyada en Internet es establecer un sistema de voto proporcional
Nos encontramos, pues, junto a la paradoja del pol¨ªtico, con el pretexto del pol¨ªtico: nos enfrentamos a una elecci¨®n dram¨¢tica entre unas visiones fundamentalmente distintas de c¨®mo hacer avanzar la sociedad, la econom¨ªa, la familia, la naci¨®n, etc¨¦tera. Es lo que dicen todos, ?verdad? Creen que tienen que hacerlo. Y los periodistas les jalean, y les dan resonancia, para inyectar algo de emoci¨®n, muy necesaria, en una historia sin vida. Porque ?acaso el deber moral supremo del periodista no es vender m¨¢s peri¨®dicos y atraer a m¨¢s espectadores? En el mundillo de Westminster, el pretexto del pol¨ªtico y el pretexto del periodista se refuerzan mutuamente.
Sin embargo, la aburrida realidad es que, tanto en estrategia como en ideolog¨ªa, las diferencias entre los grandes partidos son menores que en ningunas otras elecciones generales que yo recuerde en Gran Breta?a. Como observa el veterano analista pol¨ªtico David Marquand, los conservadores, despu¨¦s de que David Cameron les haya dado la nueva imagen de "compasivos" e incluso "progresistas", ahora "nadan en la misma piscina abarrotada del post-thatcherismo y el post-socialismo que los laboristas y los dem¨®cratas liberales".
Si hici¨¦ramos una cata ciega de las estrategias de los partidos en muchos temas econ¨®micos, sociales y de seguridad, sin ver las etiquetas de partido en cada botella, muchas veces acabar¨ªamos atribuy¨¦ndolas al que no es. Entre un 70% y un 80% de los contenidos pol¨ªticos actuales es, por as¨ª decir, intercambiable.
No pretendo insinuar que algunas de esas pol¨ªticas concretas no sean mejores que otras, ni que no importe qu¨¦ equipo de gesti¨®n est¨¦ al frente de la empresa Reino Unido. Y todav¨ªa existen algunas diferencias importantes: por ejemplo, sobre Europa, o sobre el trato a los m¨¢s ricos. Pero no hay unos conjuntos de pol¨ªticas s¨®lidos, ideol¨®gicamente definidos, distinguibles y coherentes que diferencien siempre a un partido de otro. El debate sobre "inversi¨®n frente a recortes", por ejemplo, divide al Partido Laborista por la mitad. Estamos hablando de variantes del capitalismo dem¨®crata liberal. En comparaci¨®n con los agudos contrastes ideol¨®gicos de hace 30 a?os, que enfrentaban a los rojos m¨¢s rojos contra los azules m¨¢s azules, ahora tenemos tonos de rosa, terracota y magenta.
Los electores brit¨¢nicos se dan cuenta de ello. En cualquier caso, est¨¢n hartos de los pol¨ªticos, sobre todo despu¨¦s del esc¨¢ndalo de los gastos. Y saben que, venza el partido que venza, un d¨¦ficit presupuestario en alza obligar¨¢ al nuevo Gobierno a recetar alguna medicina muy desagradable, lo cual no es una perspectiva muy halag¨¹e?a. De modo que lo m¨¢s probable es que la mayor¨ªa de la gente empiece a interesarse s¨®lo cuando comiencen los debates televisados -en abril, si las elecciones son el 6 de mayo- entre los l¨ªderes de los tres grandes partidos. Ser¨¢n el equivalente pol¨ªtico a los concursos de cantantes como The X-Factor o Britain's Got Talent, y Gordon Brown asumir¨¢ el papel de Susan Boyle, la mujer escocesa de mediana edad que salt¨® a la fama en Britain's Got Talent por el aparente contraste entre la belleza de su voz y su aspecto f¨ªsico. Ahora bien, ?podr¨¢n ser Nick (Clegg, el l¨ªder de los dem¨®cratas liberales) o Dave (Cameron) el equivalente pol¨ªtico a Joe McElderry, el joven y atractivo vencedor del X-Factor del a?o pasado?
Mientras aguardamos esa apoteosis de la democracia brit¨¢nica contempor¨¢nea, existe una cuesti¨®n verdaderamente fundamental en la que podr¨ªan influir estas elecciones. Se trata, no de qui¨¦n gobierna Gran Breta?a, sino de c¨®mo se gobierna. Porque los brit¨¢nicos vivimos hoy en un Estado que es, al mismo tiempo, el m¨¢s destartalado y el m¨¢s entrometido de todas las democracias avanzadas del mundo. Marquand nos recuerda que hace m¨¢s de 35 a?os que el juez Leslie Scarman defini¨® la necesidad de "un nuevo convenio constitucional" en Gran Breta?a, un pa¨ªs cuyo sistema de Gobierno fue tachado poco despu¨¦s por el conservador Lord Hailsham de "dictadura electiva". En este periodo, mediante un proceso de reformas concretas e incoherentes, nuestras disposiciones constitucionales se han vuelto cada vez m¨¢s extra?as. Nuestro ejecutivo, excesivamente centralizado y dominante, tiene m¨¢s poder que nunca y se entromete cada vez con m¨¢s insistencia en los ¨²ltimos rincones de nuestras vidas, antes privadas. As¨ª que lo que menos necesita hoy Gran Breta?a es cambiar a un dictador electo por otro.
Mi punto de vista ante estas elecciones se resume en esta pregunta: ?qu¨¦ pueden aportar a la reforma fundamental del Estado brit¨¢nico? ?Cu¨¢l es la mejor forma de utilizar mi voto y mi voz, como ciudadano brit¨¢nico y comentarista, para impulsar ese cambio que necesitamos? La respuesta es complicada, y el cambio no se producir¨¢ en un solo paso. Depender¨¢ en gran parte, por ejemplo, de que el resultado de las elecciones sea un Parlamento muy igualado y, en tal caso, con qu¨¦ correlaci¨®n de fuerzas.
Hablar¨¦ de las opciones de voto en otro art¨ªculo, pero, mientras tanto, quien est¨¦ de acuerdo con este objetivo deber¨ªa estar pendiente de dos cosas y hacer una tercera. Un comit¨¦ parlamentario presidido por Tony Wright ha propuesto algunas reformas positivas para reforzar la independencia del Parlamento, su capacidad de examinar al Gobierno y su sensibilidad hacia las preocupaciones de la poblaci¨®n. El comit¨¦ Wright elabor¨® un proyecto de resoluci¨®n, pendiente de aprobaci¨®n en la C¨¢mara de los Comunes, en el que resume sus propuestas, pero diversas fuerzas dentro de los dos principales partidos (no los dem¨®cratas liberales) llevan dos meses bloque¨¢ndolo. Como dijo The Guardian, el Parlamento tiene que ponerse las pilas y aprobar el documento de Wright.
En segundo lugar, Brown repiti¨® esta semana su promesa de celebrar un refer¨¦ndum, tras estos comicios, sobre la introducci¨®n del sistema de voto alternativo para las elecciones generales. Es muy poco y llega muy tarde, pero podr¨ªa a?adirse como enmienda a un proyecto de ley de reforma constitucional que se encuentra actualmente en el Parlamento, con lo que tal vez podr¨ªa aprobarse todav¨ªa en el "aluvi¨®n" legislativo justo antes de las elecciones. Deber¨ªa aprobarse. Ser¨ªa un paso hacia la reforma electoral del que a un Gobierno conservador le costar¨ªa m¨¢s retroceder.
Lo que puede hacer el votante brit¨¢nico de forma inmediata es visitar la p¨¢gina http://www.power2010.org.uk/votes y votar por las que le parece que son las cinco reformas pol¨ªticas m¨¢s importantes que necesita Gran Breta?a. El movimiento Power 2010 presentar¨¢ las demandas a los candidatos parlamentarios e intentar¨¢ convencerles de que las apoyen. Cuantos m¨¢s seamos, m¨¢s empuje tendr¨¢ la campa?a.
En el momento de escribir estas l¨ªneas, las cinco propuestas m¨¢s votadas son: 1. Un sistema de voto proporcional. 2. La eliminaci¨®n de los documentos de identidad y el retroceso del Estado de las bases de datos. 3. Una duraci¨®n fija para las legislaturas. 4. Una constituci¨®n escrita. 5. Que s¨®lo los ingleses voten las leyes que afectan a Inglaterra
[sin participaci¨®n de los parlamentarios de Escocia, Gales e Irlanda del Norte]. Pero esta lista puede cambiar a medida que vote m¨¢s gente. No hace falta esperar hasta mayo. ?sta es una elecci¨®n que los brit¨¢nicos pueden hacer ya.
Timothy Garton Ash, catedr¨¢tico de Estudios Europeos, ocupa la c¨¢tedra Isaiah Berlin en St. Antony's College, Oxford, y es profesor titular de la Hoover Institution, Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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