Gabilondo
Durante a?os pens¨¦ que I?aki Gabilondo me odiaba. Yo iba haciendo pel¨ªculas y publicando libros pero ¨¦l jam¨¢s me invitaba a su programa. A ratos me dec¨ªa: ?tendr¨¢ algo contra m¨ª? En otras ocasiones pensaba: ni tan siquiera debe de saber qui¨¦n soy. Como todos, yo tambi¨¦n le o¨ªa en la radio, me fiaba de su voz, me parec¨ªa suficientemente aguafiestas, moralista y prudente como para percibir que era un tipo honesto. Pero jam¨¢s me invitaba a su programa y ese desprestigio de cara a mi portal era una afrenta. Hasta que un d¨ªa me encontr¨¦ sentado frente a ¨¦l en el viejo estudio forrado de madera de la SER y era como si me daban un premio o me permit¨ªan jugar en la Primera Divisi¨®n. Deb¨ª de estar penoso en la entrevista porque pas¨¦ el rato estudiando lo f¨¢cil que le resultaba a aquel se?or transmitir calor y cercan¨ªa. Muy poco despu¨¦s, ese locutor discreto y cre¨ªble tuvo que lidiar con la guerra de Irak, los atentados de marzo de 2004 y el consiguiente declive del aznarismo. Puede que le saliera caro mojarse entre tantos profesionales de secano. Para una parte de los ciudadanos pas¨® a estar estigmatizado. Eso da idea de lo tremendos que fueron aquellos d¨ªas que pusieron en peligro m¨¢s reputaciones que el 23-F, el refer¨¦ndum de la OTAN o la negociaci¨®n con ETA. ?Tanto se jugaban algunos que el pa¨ªs no importaba un carajo?
Gabilondo deja las noticias de Cuatro para irse a CNN +. Se va sin estridencias heroicas ni postularse como v¨ªctima del berlusconismo. Su telediario junto a la serena Silvia Intxaurrondo nunca alcanz¨®, como era de prever, las cotas de influencia que atesoraba en los a?os de radio. Pero daba la nota, era felizmente discordante en el medio televisivo tan flexible, ligero y superficial. La rigidez de Gabilondo y el empe?o riguroso lo convert¨ªan en algo tan desubicado como un profesor de instituto en la fiesta final de curso de los estudiantes. Era, lo ha dicho ¨¦l mismo, una extravagancia generacional en una cadena que ha apostado descaradamente por el acn¨¦ y el ombligo visto. Para los que a¨²n sean capaces de mirar desde el sof¨¢ de casa sin ser un hincha en la grada ah¨ª llega una ventana, quiz¨¢ m¨¢s peque?a, pero recomendable para asomarse a la realidad.
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