Yemen, al borde del estallido
El Gobierno de San¨¢ se enfrenta a Al Qaeda, a los rebeldes Huthi en el norte y a la secesi¨®n del sur - La mala gesti¨®n frena el desembolso de donaciones extranjeras
"Est¨¢ en juego la supervivencia de Yemen como pa¨ªs". As¨ª de tajante se muestra un embajador europeo en San¨¢ ante la encrucijada que afronta la tierra de la reina de Saba. El atentado fallido de un nigeriano contra un avi¨®n estadounidense el pasado d¨ªa de Navidad ha llevado a los titulares la presencia de Al Qaeda en este rinc¨®n empobrecido de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga. Pero la amenaza de los extremistas isl¨¢micos, que tanto preocupa en Occidente y en los pa¨ªses vecinos, es el menos acuciante de los problemas para los yemen¨ªes.
Los analistas coinciden en que si Al Qaeda logra consolidarse en Yemen el riesgo de inestabilidad se incrementar¨¢ en toda la regi¨®n. Es pura geograf¨ªa. Esta tierra ind¨®mita constituye el eslab¨®n que falta para unir las franquicias de la multinacional del terror en Asia y ?frica.
Si Al Qaeda logra consolidarse en esta tierra, la regi¨®n ser¨¢ m¨¢s inestable
Pa¨ªses vecinos y Occidente tratar¨¢n, en Londres, de coordinar la ayuda
De ah¨ª que cuando los pasos dados por el frustrado terrorista nigeriano condujeron hasta un campo de entrenamiento yemen¨ª, Estados Unidos aumentara de inmediato las presiones sobre el presidente Ali Abdal¨¢ Saleh para que actuara contra los radicales. Saleh, que formalmente coopera en ese terreno, tiene sin embargo preocupaciones m¨¢s inmediatas.
Desde agosto, su Ej¨¦rcito se encuentra empantanado en la guerra que de forma intermitente y por quinto a?o consecutivo libran los rebeldes Huthi en el norte del pa¨ªs. Adem¨¢s, hace ya un par de a?os que se ha reavivado el movimiento separatista del sur, independiente hasta 1990 y que perdi¨® una guerra de secesi¨®n en 1994. Aunque pol¨ªticamente se trata de problemas distintos, en ambos casos subyace una queja com¨²n: falta de recursos y sentimiento de abandono por parte del Gobierno central. El escaso petr¨®leo que se extrae del subsuelo yemen¨ª ha resultado insuficiente para acabar con la pobreza y, ahora que el oro negro apenas cubre el consumo local, empieza tambi¨¦n a escasear el agua.
Consciente de la encrucijada, el primer ministro brit¨¢nico, Gordon Brown, convoc¨® para hoy en Londres una conferencia sobre Yemen. Durante dos horas, pa¨ªses vecinos y potencias occidentales van a tratar de coordinar su ayuda. Necesitado de fondos, el Gobierno de San¨¢ ha celebrado la idea.
"Los problemas econ¨®micos son la principal causa de todos los males que afronta Yemen en la actualidad", declar¨® ayer en Londres su ministro de Exteriores, Abubkr al Qirbi, tras reconocer que el pa¨ªs corre el peligro de convertirse en un Estado fallido si la comunidad internacional no le ayuda a desarrollar su econom¨ªa.
Todos los actores coinciden en el diagn¨®stico. M¨¢s complicado va a resultar que se pongan de acuerdo en el tratamiento. Mientras que San¨¢ busca una inyecci¨®n de fondos, la comunidad internacional se muestra precavida. Apenas una tercera parte de los 5.000 millones prometidos en la conferencia de donantes de 2006 han podido desembolsarse. "Falta capacidad de gesti¨®n", admite Mohamed al Asaadi, coordinador local de un proyecto de cooperaci¨®n para mejorar la eficacia del Gobierno. Se suma adem¨¢s un grave problema de corrupci¨®n, institucionalizado en parte por las redes de clientelismo en las que basa su poder Saleh.
"La de ma?ana [por hoy] no es de una conferencia de donantes", explica el embajador antes citado. Aunque reconoce la necesidad de invertir a largo plazo para transformar las estructuras tribales que lastran el pa¨ªs, subraya la necesidad de una acci¨®n inmediata. "No tenemos tiempo. Sin dejar de invertir a medio plazo en educaci¨®n, sanidad, etc¨¦tera, hay que apuntalar el sistema", resume. Y ah¨ª es donde surgen los miedos de los yemen¨ªes.
Tanto la exigencia de un cambio en las estructuras de poder para dar contenido a una democracia meramente formal como la posibilidad de una intervenci¨®n militar de alg¨²n tipo, ponen a la defensiva a los responsables. Saleh, que lleva tres d¨¦cadas en el poder, dif¨ªcilmente va a aceptar reformas sustanciales que minen su respaldo en el Ej¨¦rcito y entre las tribus. Adem¨¢s, sabe que los donantes, m¨¢s interesados en evitar el colapso de la seguridad interna, tampoco le van a apretar las clavijas.
La otra alternativa, una intervenci¨®n militar aunque sea encubierta, suscita tantos recelos entre las autoridades como entre la poblaci¨®n. El ministro de Exteriores asegur¨® ayer en una entrevista a la BBC que Yemen no va a permitir en su territorio acciones encubiertas contra Al Qaeda. Sin embargo, algunos sospechan que ¨¦stas ya se est¨¢n llevando a cabo.
De hecho, la semana pasada un grupo de 150 ulemas conden¨® "cualquier intervenci¨®n extranjera sea pol¨ªtica, militar o de seguridad" y advirti¨® de que si se admite tal interferencia, "el islam permite a los ciudadanos llamar a la guerra santa para expulsar a quienes les atacan".
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