El honor en una daga
La 'yanbia' se ha convertido en la imagen de marca de Yemen
Yemen es un pa¨ªs muy fotog¨¦nico. En cualquier direcci¨®n que se apunte la c¨¢mara hay un hombre con la daga tradicional, la yanbia, una mujer cubierta con un balto que apenas deja ver sus ojos, o un puesto de venta de qat, la hierba estimulante que constituye el centro de la vida social yemen¨ª. Dagas, velos y qat se han convertido en la imagen de marca de este pa¨ªs, en su reclamo tur¨ªstico por excelencia, pero tambi¨¦n han contribuido al estereotipo de un pueblo amenazante, introvertido e indolente.
En la postal de hoy, la yanbia reluce especialmente bru?ida para la ocasi¨®n. La mayor¨ªa de los visitantes no se ir¨¢n de Yemen sin comprar una. Colgada en la pared o colocada con esmero bajo el cristal en la mesita de caf¨¦, les permitir¨¢ recordar que en ella est¨¢ depositado el honor de todo yemen¨ª que se precie. O eso cuentan las gu¨ªas de viaje. Y sin embargo, he notado que los portam¨®viles est¨¢n empezando a quitarle su posici¨®n de preeminencia en los cinturones de los yemen¨ªes.
Tal vez tenga que ver con la comodidad. Me escribe un lector, Pablo Franco, que en 2008 y 2009 pas¨® algunos meses aqu¨ª, y en su blog (http://correratodocorrer.blogspot.com/ cuenta, entre an¨¦cdotas de la vida cotidiana, que lo de llevar la yanbia no es tan sencillo. Al parecer, cuando uno se sienta, tiende a clavarse en los mism¨ªsimos.... ?sta es una experiencia que, por razones obvias, no puedo corroborar.
Lo que si puedo asegurar es que en ninguno de los viajes que he realizado a este pa¨ªs desde 1989, cuando a¨²n eran dos pa¨ªses, he visto a nadie utilizar su daga. Tal vez suceda en las zonas rurales, fuera de las miradas indiscretas de los extranjeros, pero no en San¨¢, Taif o Ad¨¦n, las principales ciudades de Yemen, donde la urbanizaci¨®n acerca cada vez m¨¢s los modos y costumbres del resto del mundo.
Por la misma regla de tres, hace tiempo que las autoridades prohibieron la exhibici¨®n p¨²blica de las armas de fuego, un accesorio que resulta preocupante en una urbe moderna, pero imprescindible cuando se vive en zonas del pa¨ªs donde el Gobierno central no llega ni para bien ni para mal. Suele decirse que no hay familia yemen¨ª que no tenga un Kalashnikov en casa. ?Y no har¨ªamos todos lo mismo si en nuestros pueblos no hubiera polic¨ªa?
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