El aut¨¦ntico Bar¨®n Rojo
La formaci¨®n original del grupo 'heavy' se re¨²ne tras 20 a?os de rifirrafes
La historia que aqu¨ª arranca rebosa heavy. Si se empieza por lo m¨¢s reciente (la semana pasada), descubrimos que el local de ensayo de Bar¨®n Rojo se levanta en la madrile?a calle del Viento (cerca de Barajas). ?Hay algo m¨¢s heavy que el viento? La cueva de la banda carece del m¨¢s m¨ªnimo lujo que se le supone a la m¨¢s grande formaci¨®n del rock duro espa?ol, con 30 a?os de vida. Es un pasillo estrecho y fr¨ªo tapizado con una rancia moqueta verde. Las cajas de los instrumentos se apilan en las paredes hasta alcanzar el techo. Tres taburetes altos y uno bajo (para el bater¨ªa), muchos cables y el objeto m¨¢s preciado, al que se dirigen los cuatro velozmente nada m¨¢s abrir la puerta: una estufa que fluye gracias a una gran bombona naranja. La enchufan. Son las once de la ma?ana y hace un fr¨ªo pel¨®n. Est¨¢n los cuatro Bar¨®n Rojo originales. Palabras mayores. Despu¨¦s de 20 a?os de reproches y rifirrafes, han fumado la pipa de la paz y se han vuelto a reunir para una gira que arranca el 30 de enero en La Riviera. Hay hambre de Bar¨®n: las entradas se han agotado, as¨ª que repetir¨¢n el 8 de mayo en el mismo local.
"No nos juntamos por la pasta y sin pasta no nos habr¨ªamos juntado"
Los miembros de la banda no utilizan el iPod ni cargan m¨²sica en la Red
Al fondo de la sala se sit¨²a Hermes Calabria, 59 a?os, bater¨ªa, un tipo de movimientos perezosos, pero de pegada rocosa. A su lado, Jos¨¦ Luis Campuzano, Sherpa, 60 a?os, todav¨ªa melenudo, barrigudo, patillas y perilla encanecidas. Su toque de bajo es una rara mezcla de sutileza y rabia. Hoy se ha vestido con un ch¨¢ndal. A su derecha se posicionan los hermanos De Carlos, los dos con cazadoras de cuero. Armando, 53 a?os, melena canosa y los dedos m¨¢s veloces del rock nacional. Su hermano Carlos, 54 a?os, cabeza rapada, perilla, acompa?a las filigranas de Armando con su apisonadora guitarra r¨ªtmica. Minutos antes, Carlos ha dado cuenta de una manzana. "Es la primera vez en mi vida que voy al m¨¦dico para perder peso", comenta.
Calientan (?sorpresa!) con la interpretaci¨®n de una dign¨ªsima Ticket to ride, de los Beatles. Al terminar la canci¨®n, Sherpa cuenta un chiste: "Un ni?o va y dice: 'Pap¨¢, ?qu¨¦ es el eco?'. El padre contesta: 'El ¨²nico que es capaz de contestarle a tu madre". Carcajada general. Los cuatro barones se llevan ahora bien. No es cuesti¨®n sencilla para unos tipos que se han lazando cuchillos durante los ¨²ltimos 20 a?os. Resumiendo. En 1989 la banda se fractura en dos partes: por un lado, los hermanos De Castro, que contin¨²an con el nombre de Bar¨®n Rojo incorporando a diferentes m¨²sicos; por otro, Sherpa y Hermes, que siguen vinculados a la m¨²sica ya sea componiendo para otros (Sherpa para -redoble de tambor- ?El Fary o Coyote Dax!) o dando clases de bater¨ªa. Y comenz¨® el fuego a discreci¨®n. Armando de Castro: "Les interesa el rock
si est¨¢n en las grandes bambalinas. Una vez que hay que pelearse cada gala, deja de interesarles". Respond¨ªa Sherpa: "Los De Castro siempre lo han tenido muy f¨¢cil porque son de una familia buena". Y as¨ª dos d¨¦cadas.
Pero se ha firmado la paz. Dicen haber enterrado los problemas del pasado: "Ahora estamos bien los cuatro. No pod¨ªamos dejar pasar este 30 aniversario de Bar¨®n Rojo . Hoy sonamos ca?¨®n, estamos en plenas facultades. Hay que aprovecharlo porque no sabemos c¨®mo estaremos dentro de cinco a?os". Se muestran en forma para responder a preguntas inc¨®modas: ?Cu¨¢nto dinero se van a llevar por la reuni¨®n? Pueden tirar de iron¨ªa: "?Dinero en blanco o en negro?". O apostar por un juego de palabras: "No nos hemos juntado por la pasta, y sin pasta no nos hubi¨¦semos juntado".
Chapados a la antigua, los barones no utilizan ese artilugio que enloquece al mundo, el iPod, ni se bajan m¨²sica. Reconocen, sin embargo, que en esta gira van a jubilar viejos vicios del pasado. Ya no vestir¨¢n mu?equeras de pinchos ni interpretar¨¢n eternos solos de bater¨ªa y guitarra. Lo que s¨ª creen vigentes son sus letras: "Desgraciadamente nuestros textos est¨¢n m¨¢s actuales que nunca. Escucha Son como hormigas [donde cantan: "Son las ocho/ el ruido en mi calle es infernal/ perforan la acera/ por cuarta vez o por quinta ya"] y mira c¨®mo tiene Gallard¨®n Madrid: lleno de zanjas. Somos moscas cojoneras. Tenemos mucha mala hostia acumulada. Nuestras letras son de decepci¨®n, letras justicieras, contra el poder".
El s¨¢bado estar¨¢n en La Riviera sus hijos (suman nueve entre los cuatro), viendo a estos "viejos rockeros que nunca mueren... pero tienen achaques", como se?alan ir¨®nicamente. Se escuchar¨¢n todos sus cl¨¢sicos (Hijos de Ca¨ªn, Los rockeros van al infierno, Resistir¨¦...) y ser¨¢ como lo plantea Hermes: "El sonido de la banda no ha cambiado nada. La gente ver¨¢ el original, el aut¨¦ntico Bar¨®n Rojo. Es como si Van Gogh pintara otra vez Los Girasoles. Lo har¨ªa igual. [Cinco segundos de silencio] Los Girasoles son de Van Gogh, ?no?".
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