Palabras divinas, versiones profanas
"Un libro de ciencia tiene que ser de ciencia; pero tambi¨¦n tiene que ser un libro". Tal es la sentencia que Ortega acu?¨® a prop¨®sito de los Or¨ªgenes del espa?ol y Ernst Robert Curtius puso al frente de un monumental error titulado Literatura europea y Edad Media latina. Los dos vol¨²menes reci¨¦n publicados por Folke Gernert (y soberbiamente impresos en Salamanca) son un libro, un espl¨¦ndido libro, en todo el espesor orteguiano de la palabra: con un tema amplio, significativo y sugerente, expuesto siguiendo un hilo n¨ªtido, perfectamente documentado.
La autora estudia y en buena parte edita los principales poemas compuestos en todas las lenguas rom¨¢nicas y hasta la aurora del Renacimiento que contrahacen textos sagrados, lit¨²rgicos o devotos, es decir, que los evocan y remedan para darles un sentido, sobre todo, er¨®tico o sat¨ªrico. Por ah¨ª, el Padrenuestro se convierte en una s¨²plica a la dama o la Pasi¨®n de Cristo, a trav¨¦s de citas de los Evangelios, sirve de pauta para referir las congojas del enamorado: "Sola sois v¨®s quien pod¨¦s / hacerme alegre de triste; / pues tan penado me ves, / se?ora, si posible es, / transeat a me calix iste".
Parodia y "contrafacta" en la literatura rom¨¢nica medieval y renacentista. Historia, teor¨ªa y textos
Folke Gernert
Centro Internacional de Investigaci¨®n
de la Lengua Espa?ola
San Mill¨¢n de la Cogolla, 2009
Dos vol¨²menes, 412+392 p¨¢ginas, sin precio
Todas las divinas palabras tuvieron su versi¨®n profana en la Edad Media: los rezos del breviario, el oficio de difuntos, la santa misa, los salmos, los gozos de la Virgen, los diez mandamientos... Al pensar en las devociones de la ¨¦poca, se nos vienen a las mentes las delicadas miniaturas de los libros de horas que corren por esos mundos en costosos facs¨ªmiles, como coffee table books. Pero los m¨¢rgenes de esos mismos manuscritos de lujo est¨¢n repletos tambi¨¦n de figuras y vi?etas obscenas. El estudio de Folke Gernert nos cuenta locuazmente la fortuna po¨¦tica de las dos discordantes direcciones.
Como el lat¨ªn y el romance, cielos y tierra conviven familiarmente en los contrafacta y en las parodias, y s¨®lo en casos extremos entran en conflicto. Calisto blasfema deliberadamente cuando al "?t¨² no eres cristiano?" de Sempronio responde: "?Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo y a Melibea amo", con el eco de una oraci¨®n ("in Te credo, in Te spero, Te amo, Te adoro"). Pero es porque los autores lo pintan como fuera de s¨ª, uno de "los locos enamorados que, vencidos en su desordenado apetito, a sus amigas llaman y dicen ser su dios", sin advertir que el amor, lejos de ser fuente de vida, es el culpable de todo g¨¦nero de muertes y desastres. Si no aportara tantas otras cosas de valor ni se moviera con tanta soltura y erudici¨®n en un campo tan ancho, bastar¨ªa que el trabajo de Folke Gernert, en la mejor tradici¨®n de la filolog¨ªa rom¨¢nica, se deje leer como un largo pr¨®logo a La Celestina.
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