La primera v¨ªctima de ETA
Bego?a Urroz, de 22 meses, falleci¨® abrasada en 1960 por una bomba colocada en la estaci¨®n de ferrocarril de Amara (Guip¨²zcoa). D¨¦cadas despu¨¦s se descubri¨® que ¨¦se fue el primer atentado mortal de ETA. Su madre rompe ahora 50 a?os de silencio y habla a EL PA?S
"Una t¨ªa m¨ªa, Soledad Arruti Etxegoyen, trabajaba en la consigna de la estaci¨®n de Amara, en San Sebasti¨¢n. Yo sol¨ªa ir a ayudarla para ganarme unas pesetillas. Aquel d¨ªa dej¨¦ a mi ni?a con ella mientras yo iba a un comercio cercano a comprarle unos zapatitos para ir a Navarra. Cuando volv¨ª, hab¨ªa un l¨ªo tremendo. ?Hab¨ªa estallado una bomba! Mi hija estaba abrasada y otras personas, entre ellas mi t¨ªa, heridas. Fue horrible". Jesusa Ibarrola Telletxea, a sus 83 a?os, se mantiene l¨²cida y fuerte. Pero no puede reprimir el llanto porque conserva en carne viva el recuerdo de aquella tragedia pese a que ha transcurrido ya medio siglo de lo que luego, mucho tiempo despu¨¦s, se ha sabido que fue el primer atentado de ETA con resultado de muerte.
"Fui a comprar unos zapatitos para mi ni?a. Y al volver a la estaci¨®n estaba abrasada", recuerda la madre
ETA jam¨¢s ha reconocido ni se ha atribuido la paternidad del artefacto que quit¨® la vida a la menor
El ex ministro Ernest Lluch investig¨® el caso y lleg¨® a la conclusi¨®n de que ETA hab¨ªa sido la autora del atentado
"En aquellos a?os, nadie hablaba de esas cosas y nosotros decidimos llevar nuestro drama en la intimidad"
Jos¨¦ Antonio Pagola, vicario de la di¨®cesis de Guip¨²zcoa, fue el primero en citar a ETA como posible autora
El franquismo atribuy¨® el crimen a "elementos extranjeros en uni¨®n de separatistas y comunistas espa?oles"
Bego?a Urroz Ibarrola, un beb¨¦ de apenas 22 meses, la primog¨¦nita de Jesusa, inaugur¨® as¨ª una lista en la que hasta hoy figuran m¨¢s de 850 nombres escritos con sangre por ETA a lo largo de su historia. Durante 50 a?os, los Urroz han rumiado su dolor con discreci¨®n, en solitario y en silencio. Un silencio que ahora han roto por primera vez, gracias a la decisi¨®n de esta madre octogenaria.
Ocurri¨® minutos despu¨¦s de las siete de la tarde del lunes 27 de junio de 1960. A esa hora deflagr¨® una maleta incendiaria depositada en uno de los armaritos de la consigna de la estaci¨®n de Amara. La rese?a que el atentado mereci¨® en los peri¨®dicos de la ¨¦poca se limit¨® a la publicaci¨®n de una escu¨¢lida nota del Ministerio de la Gobernaci¨®n en la que daba cuenta de la explosi¨®n de cinco artefactos: uno en un furg¨®n del tren correo Barcelona-Madrid, entre los municipios zaragozanos de Quinto y Pina de Ebro, y los otros cuatro en otras tantas consignas de Barcelona, Madrid y San Sebasti¨¢n (una en la estaci¨®n del Norte y otra en la de Amara).
En la estaci¨®n del Norte donostiarra result¨® herido de levedad Carlos ??igo Acevedo, domiciliado en Pasaia. Pero el de Amara fue el m¨¢s grave de una cadena de atentados inusual hasta entonces bajo la f¨¦rrea dictadura del general Francisco Franco. Adem¨¢s de la ni?a Bego?a Urroz Ibarrola, con quemaduras en el 90% de su cuerpo, tambi¨¦n resultaron heridos por este ¨²ltimo artefacto el joven estudiante Valeriano Bakaikoa Azurmendi, de 15 a?os, que regresaba a San Sebasti¨¢n tras pasar unos d¨ªas de vacaciones con unos familiares de Renter¨ªa; la encargada de la consigna, Soledad Arruti, de 60; Pascual Ib¨¢?ez Mart¨ªn, de 29 a?os; Francisco S¨¢nchez Bravo, de 42, y Mar¨ªa Garc¨ªa Moras, de 49.
El comunicado del ministerio que entonces dirig¨ªa el general Camilo Alonso Vega conclu¨ªa diciendo que "con estos hechos se ha pretendido dar cumplimiento a las consignas terroristas que elementos extranjeros, en cooperaci¨®n con separatistas y comunistas espa?oles, vienen propugnando insistentemente". Punto. ?sa era toda la explicaci¨®n. ?Pero qui¨¦nes eran esos misteriosos elementos extranjeros? ?Qui¨¦nes eran esos separatistas y comunistas que estaban tras esa oleada de bombas? Las autoridades no aclararon nada ni ese d¨ªa ni los siguientes...
Ni siquiera el Gobierno Civil de Vizcaya fue m¨¢s expl¨ªcito cuando apenas 48 horas despu¨¦s estall¨® una nueva maleta incendiaria en la estaci¨®n bilba¨ªna de Atxuri del Ferrocarril Vascongado. En aquella ocasi¨®n, el gobernador y jefe provincial del Movimiento difundi¨® un comunicado en el que aseguraba: "Ha sido una prueba de c¨®mo se comportan esos elementos enemigos del orden y de la tranquilidad p¨²blica, que han levantado con su actitud criminosa una reacci¨®n de protesta ciudadana concretada en un¨¢nime condenaci¨®n". La obstrusa y ampulosa fraseolog¨ªa franquista no permit¨ªa deducir qui¨¦nes eran esos "enemigos del orden" ni en qu¨¦ hab¨ªa consistido la "un¨¢nime condenaci¨®n" de los ciudadanos.
A Juan Urroz, un hombre de caser¨ªo, un vasco-navarro que s¨®lo hablaba euskera, empleado en la f¨¢brica de electrodom¨¦sticos Moulinex, y a su esposa, Jesusa Ibarrola, les interesaba entonces muy poco saber qui¨¦n hab¨ªa cometido aquella salvajada. Lo ¨²nico que les importaba era su hija Bego?a, que agonizaba en la cl¨ªnica del Perpetuo Socorro con los brazos, las piernas y la cara destrozados por una lengua de fuego. Su vida se apag¨® s¨®lo unas horas despu¨¦s a causa de las horribles quemaduras que la bomba incendiaria le hab¨ªan provocado.
Con cierta emoci¨®n, Jesusa recuerda en su casa de Lasarte (Guip¨²zcoa) que Mar¨ªa Isabel Etayo, la esposa del entonces alcalde de San Sebasti¨¢n, Antonio Vega de Seoane Barroso, permaneci¨® toda aquella terrible noche a su lado d¨¢ndole consuelo y apoyo. "Aquellos d¨ªas eran las fiestas del pueblo. Mi madre nos ha contado muchas veces que el d¨ªa del entierro de la ni?a salieron de casa con la cajita blanca mientras la gente cantaba y bailaba por las calles", dice Bego?a Urroz, la hija de Jesusa que fue bautizada con el mismo nombre que ten¨ªa su hermana fallecida. Como en un intento de mantener siempre vivo el recuerdo de la ni?a muerta. "Al principio me daba mucha impresi¨®n ir al cementerio y ver mi nombre escrito en una l¨¢pida", comenta Bego?a con una ligera sonrisa.
El mortal atentado apenas tuvo repercusi¨®n social. El 1 de julio de 1960, La Voz de Espa?a publicaba una breve rese?a dando cuenta del "sepelio y misa de gloria por la ni?a Bego?a Urrosi" (sic), a la que asisti¨® el gobernador civil de Guip¨²zcoa, Jos¨¦ Mar¨ªa del Moral, para dar el p¨¦same a la familia de la chiquilla que "falleci¨® a consecuencia de las heridas recibidas en el criminal atentado". El Diario Vasco, por su parte, insertaba ese mismo d¨ªa una fotograf¨ªa del oficio religioso. Pero no hubo manifestaciones p¨²blicas, ni actos de repulsa por el asesinato, ni concentraciones ciudadanas. Nada. S¨®lo el silencio. Un espeso silencio.
Nada m¨¢s enterrar a su hijita, Jesusa tuvo que afrontar una penosa y dolorosa tarea: hacerse cargo de la consigna de equipajes de la estaci¨®n de ferrocarril de Amara. "Mi t¨ªa Soledad estaba herida y no pod¨ªa trabajar. As¨ª que yo la supl¨ª hasta que se repuso. Durante aquel tiempo, yo no dejaba que nadie metiera una maleta en la consigna si antes no la abr¨ªa y ense?aba su contenido. La gente se quejaba y me preguntaba por qu¨¦ ten¨ªa que hacer eso. Si alguien se resist¨ªa, unos guardias ven¨ªan a revisar el equipaje", explica. Claro, nadie sab¨ªa el drama ¨ªntimo de aquella mujer cuya ni?a hab¨ªa muerto abrasada por una bomba en ese mismo lugar.
"Mis padres sufrieron mucho con la muerte de la peque?ita. A mi padre, eso le quit¨® media vida. Ella era su ni?a bonita. F¨ªjese que era tan as¨ª, que poco antes de morir ¨¦l, hace algo m¨¢s de un a?o, nos dijo: 'Ahora me voy a encontrar con mi hija'. Mis padres nunca olvidaron ese tremendo mazazo", dicen los hermanos Jon y Bego?a mientras arropan a su am¨¢. ?sta hoy tiene las yemas de los dedos agrietadas y ennegrecidas por una extra?a enfermedad que los hijos achacan al estr¨¦s que le ha causado el reciente fallecimiento de dos familiares.
ETA, que en aquellas fechas ten¨ªa s¨®lo un a?o de existencia, no reivindic¨® entonces la cadena de explosiones y, por tanto, tampoco se atribuy¨® la colocaci¨®n del artefacto que mat¨® a la menor. Entonces no se sab¨ªa nada de ETA, aunque poco despu¨¦s empezaron a aparecer por todo Euskadi panfletos y hojas firmadas con estas siglas, seg¨²n recuerda la familia Urroz Ibarrola.
Tras un intento fallido de hacer descarrilar en 1961 un tren de ex combatientes de la Guerra Civil, la incipiente organizaci¨®n etarra caus¨® el 7 de junio de 1968 la primera muerte reconocida: la del guardia civil de Tr¨¢fico Jos¨¦ ?ngel Pardines en un tiroteo mantenido en Villabona (Guip¨²zcoa) con dos individuos que viajaban en un Seat 850 cup¨¦ y que le infundieron sospechas. El 2 de agosto de ese mismo a?o, los etarras cometieron su primer atentado de gran repercusi¨®n: el asesinato del comisario Melit¨®n Manzanas, jefe de la Brigada Pol¨ªtico-Social de Guip¨²zcoa, a manos de tres activistas que le esperaron frente a su domicilio en Ir¨²n, un chalet llamado Villa Arana, y le acribillaron a tiros.
"Al poco tiempo, nosotros estuvimos convencidos de que la bomba de Amara la puso alguien de ETA. Y mucha gente tambi¨¦n lo pensaba. Pero era algo de lo que nadie hablaba. En aquellos a?os, nadie hablaba de esas cosas y nosotros decidimos llevar nuestro drama en la intimidad", coinciden los hermanos Urroz, mientras su madre asiente en silencio. A lo largo de los a?os, nadie se acerc¨® jam¨¢s a la familia para darle apoyos o ¨¢nimos; ninguna autoridad se interes¨® por ellos; ninguna asociaci¨®n c¨ªvica les dio respaldo. Y el caso cay¨® en el olvido, aunque marc¨® de por vida a los padres y a los hermanos de aquella chiquilla que pereci¨® abrasada en Amara en plena dictadura franquista.
Hasta que en 1992, Jos¨¦ Antonio Pagola Elorza, vicario general de la di¨®cesis de Guip¨²zcoa, public¨® el libro La ¨¦tica para la paz. Los obispos del Pa¨ªs Vasco 1968-1992. En este ensayo figuraba una nota a pie de p¨¢gina en la que se mencionaba lo siguiente: "En realidad, parece ser que la primera v¨ªctima de una acci¨®n terrorista de ETA fue la ni?a de 22 meses Bego?a Urroz Ibarrola, muerta el 27 de junio de 1960, al hacer explosi¨®n un artefacto colocado en la estaci¨®n de Amara (San Sebasti¨¢n)". Fue la primera menci¨®n escrita en la que se apuntaba a ETA como responsable de aquel crimen inexplicable.
Pagola, hoy ya jubilado de su labor pastoral, aunque sigue publicando libros, recuerda perfectamente c¨®mo tuvo noticias de aquel hecho sangriento: "Me lo cont¨® una catequista que se llamaba Isabel y que me conoc¨ªa. Era vecina de la familia Urroz. Ella me dio esa informaci¨®n y yo contrast¨¦ en la prensa de la ¨¦poca que efectivamente hubo una ni?a llamada Bego?a Urroz Ibarrola que muri¨® en Amara. Pero no indagu¨¦ m¨¢s, ni sab¨ªa m¨¢s. Como puede comprobarse f¨¢cilmente, en esa nota a pie de p¨¢gina yo dec¨ªa que 'parece ser', es decir, que no lo daba por seguro porque no ten¨ªa m¨¢s datos".
La catequista Isabel, una mujer hoy entregada a causas solidarias, como el cuidado de enfermos de sida, sigue siendo vecina y amiga ¨ªntima de los Urroz. Ella misma confirma que fue quien coment¨® al vicario Pagola lo que le hab¨ªa ocurrido a aquella ni?a que vio nacer y que m¨¢s de una vez correte¨® por su casa.
El socialista Ernest Lluch, ex ministro de Sanidad con Felipe Gonz¨¢lez, ley¨® aquel libro de Pagola y decidi¨® indagar m¨¢s en ese confuso y olvidado atentado ocurrido en el verano de 1960. Lluch, un enamorado de Euskadi, un intelectual que defend¨ªa la necesidad de "realizar contactos" entre el Gobierno y ETA para intentar poner fin al conflicto vasco, investig¨® aquella pista.
Fruto de sus indagaciones, Lluch public¨® en El Correo del 19 de setiembre de 2000 un art¨ªculo, titulado La primera v¨ªctima de ETA, en el que daba cuenta de sus averiguaciones: "Consultada la biblioteca de los benedictinos de Lazkao, podemos a?adir, seg¨²n recoge la Oficina Prensa Euzkadi del Gobierno vasco en el exilio, que la agencia United Press International lo atribuy¨® al Directorio Revolucionario Ib¨¦rico de Liberaci¨®n. ?sta era una organizaci¨®n de existencia confusa, por lo que la OPE comenta en su n? 3.189, de 1 de julio de 1960, que 'es dif¨ªcil pronunciarse sobre su autenticidad'. La publicaci¨®n del PNV Euzko Deya titula al acto de 'estupidez criminal", explicaba el ex ministro socialista.
"No hemos encontrado ni en Lazkao ni en publicaciones que ETA se atribuyera la colocaci¨®n de bombas en 1960. El esperable resultado de una muerte especialmente repugnante debi¨® conducir a una discreci¨®n absoluta", agregaba Ernest Lluch antes de concluir su art¨ªculo as¨ª: "Indigno inicio en el pecado original de ETA".
"Yo puse en contacto a Lluch con la catequista que me hab¨ªa contado a m¨ª lo de la ni?a Bego?a", explica el ex vicario general Pagola. Sin duda, ¨¦sta enlaz¨® al ex ministro con la familia Urroz, con la que mantuvo correspondencia. La ¨²ltima de las cartas escritas por ¨¦l a la madre de la menor -reproducida en esta p¨¢gina- data del 15 de septiembre de 2000. "Gracias por su colaboraci¨®n en conocer con m¨¢s precisi¨®n algo que no debe ser olvidado", dec¨ªa Lluch a Jesusa Urroz, a la vez que le anunciaba: "Paso temporadas en San Sebasti¨¢n y me gustar¨ªa darle un abrazo a quien ha sufrido tanto". Jam¨¢s pudo cumplir ese deseo porque un comando etarra le mat¨® a tiros, menos de dos meses despu¨¦s, en el garaje de su domicilio de Barcelona.
El periodista Florencio Dom¨ªnguez y los profesores universitarios Rogelio Alonso y Marcos Garc¨ªa Rey acaban de publicar un libro, Vidas rotas (Espasa) en el que se?alan: "Durante mucho tiempo, el asesinato de Bego?a Urroz Ibarrola, al igual que el resto de atentados de aquellos d¨ªas, fue atribuido al anarquista Directorio Revolucionario Ib¨¦rico de Liberaci¨®n (DRIL). ETA nunca asumi¨® la autor¨ªa de la colocaci¨®n de la bomba de Amara, aunque el 29 de marzo de 1992, a ra¨ªz de la captura de la direcci¨®n de ETA en Bidart (Francia), en el ordenador del jefe del aparato pol¨ªtico, Jos¨¦ Luis ?lvarez Santacristina, Txelis, fue encontrada una cronolog¨ªa de diversos acontecimientos en la que figura la menci¨®n a ese atentado".
"Dos a?os m¨¢s tarde", prosiguen los autores de Vidas rotas, "el Anuario del diario Egin correspondiente a 1994 y la obra Euskal Heria y la libertad (Txalaparta, 1994), ambos vinculados a la denominada izquierda abertzale, publicaron un texto similar: se trataba de una cronolog¨ªa de episodios relacionados con ETA en la que se inclu¨ªa la muerte de Bego?a Urroz, aunque no se mencionaba expresamente que hubiese sido obra de la banda terrorista".
La muerte de la peque?a Bego?a no fue la ¨²nica vez que los Urroz sufrieron los zarpazos del terrorismo a lo largo de los a?os. "Yo ten¨ªa una zapater¨ªa y dos veces me la destrozaron las bombas que estallaron en una sucursal del Banco Bilbao Vizcaya que hab¨ªa enfrente de mi local", rememora Jesusa.
Juan, Jesusa y sus hijos Bego?a y Jon han cargado con su dolor en solitario. "Lo llevas y ya est¨¢. Los vascos somos as¨ª. Creemos que es algo que tienes que guardarte en tu intimidad", replica Jon, escueto y estoico cuando se le pregunta por qu¨¦ han actuado as¨ª.
"Mis padres sufr¨ªan mucho. Hoy lo hablamos y no pasa nada, pero a?os atr¨¢s no se hablaba de estas cosas porque era como ponerte en contra de todo el mundo", remacha Bego?a. "Cada vez que hab¨ªa un atentado, mis padres se acordaban de mi hermana... y era terrible", agrega. "En la sociedad en que viv¨ªan aqu¨ª no se pod¨ªa hablar. Para mis padres era como un secreto, como una herida, como si encima ellos fueran culpables. Tanto es as¨ª, que yo tengo amigos y gente conocida que no sab¨ªan nada de lo que nos hab¨ªa pasado", explica.
Hay vecinos de la familia que han conocido este hecho cuando muri¨® Juan Urroz, hace algo m¨¢s de un a?o. Durante el funeral, el sacerdote oficiante pidi¨® a los feligreses que dieran su respaldo y su apoyo incondicional a esa familia que tanto hab¨ªa sufrido. El cura explic¨® que dec¨ªa eso no s¨®lo por el fallecimiento del cabeza de familia, sino por el dolor que desde hace 50 a?os se hab¨ªan visto obligados a arrostrar por la muerte de la peque?a Bego?a por un bombazo de ETA. "Y cit¨® a ETA p¨²blicamente en la iglesia", recalcan los Urroz.
El recuerdo de aquella ni?a de 22 meses que pereci¨® abrasada por una mano criminal ha estado tan vivo, tan presente, en la existencia de esta familia que incluso decidieron incluir su nombre en la esquela que daba cuenta del fallecimiento de su padre. "Pusimos el nombre de su viuda y despu¨¦s el de sus hijos: Bego?a, con una cruz entre par¨¦ntesis para indicar que estaba muerta; despu¨¦s el m¨ªo, que me llamo tambi¨¦n Bego?a, y el de mi hermano Jon. Al verla, mucha gente nos pregunt¨® c¨®mo era posible eso, que si no hab¨ªa un error en la esquela del peri¨®dico... Y as¨ª fue como se enteraron de lo que pas¨® hace cincuenta a?os", relata Bego?a, funcionaria municipal.
?Pero nunca hubo nadie que se prestara a ayudarles? ?Jam¨¢s ninguna autoridad se dirigi¨® a los Urroz Ibarrola? ?Por qu¨¦ ¨¦stos no reclamaron nada ni buscaron al menos el reconocimiento del Gobierno como v¨ªctimas del terrorismo? "Yo recuerdo que, hace unos a?os, mis padres contrataron a un abogado para que moviera el asunto, pero no consiguieron nada y se acabaron cansando. ?No lo recuerdas, am¨¢? ?No tienes guardados los papeles que manej¨® aquel abogado?", pregunta Bego?a a su madre. Pero ella responde que no recuerda nada, que ha pasado demasiado tiempo, que ya no tiene la memoria que ten¨ªa antes... La hija, entonces, rebusca por los cajones y solamente halla a?ejos recortes de peri¨®dicos y cartas amarilleadas por el transcurso de los a?os, pero no encuentra ning¨²n escrito del abogado al que ha recordado durante la conversaci¨®n.
Despu¨¦s de cinco d¨¦cadas de silencio y olvido, la alcaldesa de Lasarte, la socialista Ana Urchuegu¨ªa, tiene previsto celebrar el pr¨®ximo 14 de febrero un acto de homenaje a las v¨ªctimas del terrorismo que viv¨ªan en este municipio o que ten¨ªan alguna vinculaci¨®n con ¨¦l.
"La iniciativa ha partido de una moci¨®n presentada por el grupo municipal del PSE-EE, considerando que es el calor que necesitan las v¨ªctimas, sus familias y personas m¨¢s queridas, y el gobierno m¨¢s cercano a ellos, su Ayuntamiento, es quien tiene que demostrarlo de una forma indeleble", ha explicado el consistorio.
La moci¨®n fue aprobada el 30 de diciembre pasado con los votos favorables del PSE-EE, PP y la Plataforma Ciudadana Lasarte-Oria y la abstenci¨®n de Eusko Alkartasuna y Ezker Batua. Los ediles no adscritos y los del PNV no asistieron a la sesi¨®n. La alcaldesa critic¨® la ausencia de estos ¨²ltimos: "Considero al PNV un partido democr¨¢tico y quiero denunciar p¨²blicamente que no hayan venido a defender su postura, sea cual sea, m¨¢xime cuando ETA asesin¨® a un compa?ero de corporaci¨®n", seg¨²n consta en la web oficial. "A pesar del sufrimiento de la sociedad, el grupo municipal socialista de Lasarte-Oria cree que hoy d¨ªa queda pendiente un reconocimiento claro y expl¨ªcito a todos estos ciudadanos que dieron su vida en defensa de la libertad y la democracia".
El Ayuntamiento colocar¨¢ en su sede una placa conmemorativa "como reconocimiento institucional del valor humano en su m¨¢xima expresi¨®n y por la dignidad con que han sufrido un mal inconmensurable en nombre de todos". Uno de los nombres que figurar¨¢ en esa l¨¢pida ser¨¢ el de la peque?a Bego?a, aquella ni?a muerta en 1960.
"Nos informaron de este acto en el Ayuntamiento y nos preguntaron si mi madre estar¨ªa dispuesta a asistir al mismo, teniendo en cuenta que es ya una mujer muy mayor", revelan los hermanos Urroz. "Claro que voy a ir. Por supuesto que voy a ir", tercia r¨¢pidamente Jesusa, que conserva una energ¨ªa y un coraje revelador de la fuerza personal que tuvo que tener en su juventud.
La familia considera que ya es hora de que alguien, alguna autoridad, tenga un gesto hacia ellos. "No queremos dinero ni nada de eso, ?eh? Nunca viene mal, claro, pero afortunadamente no lo necesitamos. Estamos hablando de otra cosa", remarca Jon. Incluso censuran la exhibici¨®n p¨²blica del dolor, rayano en la impudicia, con que se muestran algunos familiares de otras personas que han pasado por el mismo trance. Eso explica, por ejemplo, las reticencias de los Urroz a la hora de hablar. Pero al final han decidido romper el muro de silencio para honrar a su ni?a.
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