Villepin sobrevive, respira y... Sarkozy tiembla
La absoluci¨®n del ex primer ministro le catapulta como alternativa presidencial
Para soportar las humillantes sesiones de un juicio del que depend¨ªa su honorabilidad y su futuro, el acusado Dominique de Villepin busc¨® en el s¨®tano de su profunda cultura libresca un modelo a su medida en quien identificarse. Y lo encontr¨®: el poeta Guillaume Apollinaire, arrestado en 1911 por c¨®mplice del robo de La Gioconda del Museo del Louvre. Villepin, ex primer ministro, ex ministro de Asuntos Exteriores, el distinguido y literario pol¨ªtico franc¨¦s de atractiva melena blanca, encarn¨® en febrero de 2003 el rechazo de Francia (y del resto del mundo) a la guerra de Irak en un memorable discurso ante la ONU. Durante el juicio, adem¨¢s de imaginarse como Apollinaire (acusado como ¨¦l, sobre todo, por frecuentar compa?¨ªas dudosas), se dedic¨® a contar las bombillas de las l¨¢mparas de la vieja sala del tribunal donde en su tiempo fue juzgada Mar¨ªa Antonieta ("Hay 144", le ha confesado a la periodista Anna Cabana).
Un sondeo ya otorga a Villepin un 8% de los votos para las presidenciales
El ex primer ministro supo robar a Sarkozy el papel de v¨ªctima
Mientras, Nicolas Sarkozy, presidente de la Rep¨²blica, su viejo rival pol¨ªtico y detestado adversario (llevan enfrent¨¢ndose desde 1994), el hombre que, seg¨²n Villepin, le hab¨ªa conducido hasta ese banquillo deshonroso desde el que pod¨ªa despe?arse para siempre, se reservaba cada noche unos jugosos minutos en su agenda de jefe del Estado para hablar con su abogado personal, presente en el juicio como parte de la acusaci¨®n particular, y preguntarle detalles golosos de cada sesi¨®n.
Sarkozy ya lo prometi¨® en 2004, cuando se enter¨® de que, con intenci¨®n de desacreditarle, alguien -el mismo Villepin, se supon¨ªa entonces- hab¨ªa ordenado incluir su nombre en unas listas falsas del banco Clearstream: "Colgar¨¦ de un gancho de carnicero a los responsables de esto". La frase macarra se ha convertido ya en un cl¨¢sico de la pol¨ªtica francesa y en una especie de radiograf¨ªa resumida de los odios que confluyen en el denominado caso Clearstream.
Ejerciendo astutamente el papel de v¨ªctima y de agraviado, Sarkozy gan¨® los primeros puntos en el combate durante los a?os que dur¨® la instrucci¨®n del proceso. Fue entonces cuando decidi¨® aplastar a su viejo rival para siempre. No le bastaba haberlo derrotado en el terreno pol¨ªtico al haber sido nombrado l¨ªder de la derecha y presidente de la Rep¨²blica en 2007. No. Adem¨¢s, quer¨ªa aniquilar a Villepin, destruirlo, colgarlo del dichoso gancho. El ex primer ministro ha asegurado que no tiene dudas de que Sarkozy maniobr¨® en instancias judiciales para que tuviera que sentarse en el banquillo de los acusados a contar bombillas. De hecho, el abogado de Sarkozy se person¨® como parte acusatoria y presion¨® y pregunt¨® al acusado con sa?a en los interrogatorios.
La t¨¢ctica de ajedrez del actual presidente de la Rep¨²blica era evidente: con un juicio que iba a durar m¨¢s de un mes y que iba a monopolizar la escena pol¨ªtica francesa, con una relaci¨®n venenosa que se iba a airear con los otros miembros de la trama (las dudosas compa?¨ªas del nuevo Apollinaire), Villepin quedar¨ªa herido de muerte. Sarkozy se lo jug¨® todo a esa carta vengativa, la de la derrota judicial y definitiva de su adversario para acabar de una vez por todas con su historia de enfrentamiento y menosprecio mutuo.
Pero perdi¨®.
La sentencia absolutoria de Villepin, hecha p¨²blica el jueves, no s¨®lo rescata al ex primer ministro del olvido, sino que, en un inesperado efecto bumer¨¢n, lo ha catapultado en la escena pol¨ªtica hasta convertirlo, de nuevo, en un oponente a Sarkozy para las elecciones presidenciales de 2012. El juicio por el caso Clearstream no ha significado la tumba de Villepin sino, parad¨®jicamente, su trampol¨ªn, le ha convertido de un d¨ªa para otro en el anti-Sarkozy de la derecha, opuesto a ¨¦l en todo, en temperamento, car¨¢cter, aficiones, amistades, cultura, gustos y estilo... menos en el caladero electoral.
Astutamente, Villepin rob¨® a Sarkozy el primer d¨ªa del juicio ese papel de v¨ªctima que tan buenos resultados da. Antes de entrar en la sala declar¨® solemnemente delante de un muro de periodistas: "Estoy aqu¨ª por el ensa?amiento de un hombre: Nicolas Sarkozy".
El viernes, despu¨¦s de enterarse de que la fiscal¨ªa de Par¨ªs recurrir¨¢ la sentencia, convencido de que la decisi¨®n parte del El¨ªseo, persisti¨® en ese papel dispuesto a rentabilizarlo hasta el final: "Sarkozy sigue empe?ado en el encarnizamiento y el odio".
Un miembro del Gobierno franc¨¦s aseguraba el viernes en el peri¨®dico Le Parisien que Sarkozy se equivoc¨® al tratar de estrangular a Villepin cuando le ten¨ªa vencido: "Una vez elegido presidente, deber¨ªa haber pasado a otra cosa. Villepin estaba dispuesto a pasar p¨¢gina con una embajada lustrosa o un puesto internacional. Estaba harto de la pol¨ªtica. Ahora se ha convertido en un m¨¢rtir y en una bestia pol¨ªtica". Carece de partido y de estructura, pero un sondeo le pronostica un 8% de votos en la primera ronda de las elecciones presidenciales. Lo suficiente como para inquietar a Sarkozy.
Durante el juicio, Villepin se defendi¨® con contundencia y eficacia. A sus 56 a?os, este hombre elegante y distinguido de 1,93 de estatura aguant¨® de pie el d¨ªa entero de su declaraci¨®n sin titubear ni desfallecer. No en vano se hab¨ªa preparado desde hac¨ªa meses corriendo una hora y media al d¨ªa. Ni una vez durante el mes largo en que dur¨® el juicio el ex primer ministro cruz¨® la mirada ni la palabra con los otros principales acusados, el paranoico Jean-Louis Gergorin, cerebro atormentado de toda la trama, y el inteligente y mentiroso Imad Lahoud, el h¨¢bil inform¨¢tico que falsific¨® las listas. No se mezcl¨® con ellos. Y la sentencia los separa definitivamente, precisando que Gergorin manipul¨® a Villepin, reforzando as¨ª su provechoso papel de v¨ªctima.
No s¨®lo eso. La citada periodista Anna Cabana, en un reciente libro titulado La verticale du fou dedicado al ex primer ministro, asegura que fue precisamente ese juicio lo que ha decidido a Villepin a continuar en su lucha pol¨ªtica "al m¨¢s alto nivel".
De ser cierto, en esas semanas en que sentado al lado de dos falsificadores cont¨® las 144 bombillas pensando en su destino y en el de Apollinaire (que fue absuelto tambi¨¦n, dicho sea de paso), Villepin se convenci¨® de que su enemigo Sarkozy, infligi¨¦ndole ese castigo, le indicaba lo que deb¨ªa hacer en cuanto saliera de all¨ª: seguir combati¨¦ndole.
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