Permanecer sentados
En su Anatom¨ªa de un instante Cercas, realiza un retrato casi hagiogr¨¢fico del presidente Su¨¢rez en el que analiza su gesto tan conocido, y el de Santiago Carrillo, de permanecer sentado, sin tirarse al suelo, mientras suenan los disparos en el Congreso el 23-F. Los describe como el gesto de coraje, de rebeld¨ªa, soberano de libertad, gesto por el que dos pol¨ªticos acabados, el viejo militante comunista y el falangista de provincias, trepa y arribista del franquismo, se jugaron el tipo por la Democracia, afirmando la supremac¨ªa del poder civil sobre el militar. Este gesto supuso el principio del fin del ruido de sables, de la tutela que las armas pretendieron ejercer sobre el proceso democr¨¢tico.
Marcar distancias con las acciones violentas ser¨ªa un gesto de coraje
Se podr¨¢ de acuerdo o no, pensar que el an¨¢lisis de Cercas es rigurosamente hist¨®rico o al contrario, un ejercicio literario, pero en cualquier caso es ¨²til como paradigma, o al menos, como met¨¢fora.
Es innegable la vinculaci¨®n de la izquierda abertzale con la banda armada, cuando menos desde un punto de vista dogm¨¢tico, doctrinal o ideol¨®gico. (No ser¨¦ yo quien afirme una vinculaci¨®n org¨¢nica, que si bien es indudable en otros momentos hoy no se puede afirmar: para eso ya est¨¢n el PP, PSOE, o la Ley de Partidos).
Este v¨ªnculo tradicional, hist¨®rico, incluso at¨¢vico, ha significado la asimilaci¨®n de la violencia como arma pol¨ªtica, que conform¨® un binomio lucha/pol¨ªtica - lucha/ armada que ha sido elemento troncal de la dial¨¦ctica de la izquierda abertzale.
Este binomio parece hoy deshecho t¨¢citamente por las declaraciones de Anoeta y Altsasu pero ?podemos afirmar y confirmar esta renuncia a la v¨ªa militar?
La izquierda abertzale, se enfrenta en los ¨²ltimos a?os a dos circunstancias objetivas, que en s¨ª mismas y sin necesidad de un ejercicio ¨¦tico facilitan o empujan a la eliminaci¨®n del binomio.
De un lado la estrategia de socializaci¨®n del dolor que adopt¨® ETA y en particular y como punto de inflexi¨®n de la misma el asesinato de Miguel ?ngel Blanco, que transform¨®, como dice Idoiaga, la confrontaci¨®n con el Estado en confrontaci¨®n con la sociedad, generando en ¨¦sta una repulsa y repugnancia a la violencia que ha hecho que la izquierda abertzale pierda espacios paulatina pero continuamente.
De otro lado, la actuaci¨®n del Estado dirigida a silenciar, excluir y aislar a la izquierda abertzale, (incurriendo en ocasiones en notorios abusos, v¨¦ase los casos de Egin, Egunkar¨ªa, Ley de Partidos y algunos otros cuyo fundamento es una extensi¨®n perversa del concepto terrorismo hasta confundirlo con la mera disidencia), no se ha visto seguida por una respuesta o reacci¨®n de rechazo generalizado en la sociedad civil, salvo alg¨²n ejemplo aislado.
Estos hechos, desde mi punto de vista, est¨¢n en el origen del discurso de Anoeta y del documento de Altsasu que ha sido debatido, seg¨²n las propias fuentes de la izquierda abertzale, en 254 asambleas por 6.467 personas. No es un n¨²mero desde?able que debamos pasar por alto, sobre todo si lo comparamos con los de otros partidos con menos problemas para celebrar dichos debates. Tambi¨¦n es cierto que la participaci¨®n en el debate ha sido menor que aquella en el que se gest¨® el proyecto Euskal Herritarrok, lo que puede rebelar cierto hast¨ªo o corroborar la tesis de la g¨¦nesis de las declaraciones antes mencionadas.
Las noticias que llegan de este proceso parecen ser favorables al triunfo de la apuesta por la ¨²nica v¨ªa pol¨ªtica, en sinton¨ªa con las declaraciones que en su momento hizo el Sinn Feinn, d¨¢ndose por derrotada la ponencia Mugarri.
Ante esta situaci¨®n nos debemos preguntar si lo relatado es suficiente para pensar en una apuesta firme e inequ¨ªvoca de la izquierda abertzale por la paz y por las v¨ªas pol¨ªticas y democr¨¢ticas, o por el contrario no es sino una condici¨®n necesaria que precisa de la condici¨®n suficiente para confirmarse.
La experiencia hist¨®rica nos ha de situar en este segundo escenario. ?Qu¨¦ ser¨ªa preciso para constituir la condici¨®n suficiente? ?Un alto el fuego permanente? Pues lo cierto es que no porque esto, y dada la poca claridad o el car¨¢cter sobreentendido de la renuncia definitiva a la lucha armada de la ponencia, que como toda declaraci¨®n t¨¢cita de voluntad se presta a interpretaciones, supone no emanciparse de la tutela de la banda, tutela que pretende seguir ejerciendo y as¨ª resulta de sus ¨²ltimos movimientos: el traslado de explosivos de Francia a Portugal para preparar atentados y el comunicado que public¨® hace quince d¨ªas en el que apoyaba y trataba de supervisar el debate que la izquierda abertzale mantiene sobre su futuro.
La lectura que la dicha izquierda hace del comunicado en el que reconoce que viene a impulsar la puesta en marcha del proceso no es un buen comienzo pues supone admitir el impulso e intervenci¨®n de los militares en un proceso que debe ser necesariamente civil.
Marcar distancias claras rotundas y expresas ante las acciones violentas ser¨ªa el gesto de coraje, de rebeld¨ªa, soberano de libertad, que constituir¨ªa la condici¨®n suficiente.
En dos ocasiones por lo menos, Otegi, la izquierda abertzale, ha tenido la oportunidad de permanecer sentado, no tirarse al suelo ante las pistolas, esta vez no acompa?adas de bigote y tricornio, sino de capucha y boina. En esta nueva ocasi¨®n, Otegi, o quien arrastre la responsabilidad de representar o encarnar este proceso tiene una nueva oportunidad de permanecer sentado y permitir as¨ª, derribar el tel¨®n de acero que ETA impuso entre la izquierda abertzale y las otras izquierdas, en particular, las nuevas y m¨¢s avanzadas que aportan ideas y conceptos modernos para la superaci¨®n de los conflictos sociales pol¨ªticos y econ¨®micos.
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