Lectura laica de la Biblia

En reiteradas ocasiones he criticado con severidad desde estas p¨¢ginas la pol¨ªtica religiosa del Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, sobre todo por los privilegios concedidos a la Iglesia cat¨®lica -sobre todo a su jerarqu¨ªa- en materia econ¨®mica y educativa. Cr¨ªticas todas ellas a mi juicio justificadas y ampliamente compartidas por sectores laicos y religiosos, y que seguir¨¦ haciendo mientras no se revise el anacr¨®nico e inconstitucional Concordato con la Santa Sede y no se establezca la igualdad de todas las religiones.

Hoy, sin embargo, tengo que felicitar a Rodr¨ªguez Zapatero por el acierto en la elecci¨®n del texto del Deuteronomio en su pr¨¦dica del Desayuno de Oraci¨®n en Estados Unidos y por la certera lectura que ha hecho del mismo en un marco religioso claramente conservador. Yo hab¨ªa pensado en la Par¨¢bola del Buen Samaritano y bien cre¨ªa que ¨¦se iba a ser el texto elegido, por su fuerte carga humanista y compasiva; un texto que pone como ejemplo de comportamiento ¨¦tico-compasivo no a un creyente jud¨ªo cumplidor de la ley, sino a un hereje, a un samaritano. Pero eligi¨® otro de los textos clave de la Biblia hebrea, que tiene profundas resonancias en los profetas de Israel, en los salmistas, en la literatura sapiencial, en el Testamento cristiano, en el mensaje y la praxis de Jes¨²s, en el movimiento cristiano primitivo y que es de extraordinaria actualidad por la dram¨¢tica situaci¨®n de los inmigrantes y por el creciente n¨²mero de desempleados.

Al elegir este texto, Zapatero se sit¨²a en la mejor tradici¨®n de la filosof¨ªa de la alteridad

Zapatero ley¨® s¨®lo una parte de ese texto: "No explotar¨¢s al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en las ciudades de tu pa¨ªs. P¨¢gale su jornal ese mismo d¨ªa, antes de que se ponga el sol, porque est¨¢ necesitado, y de ese jornal depende su vida" (Dt. 24,14-15). Creo que deber¨ªa haber seguido unas l¨ªneas m¨¢s: "No torcer¨¢s el derecho del extranjero, ni del hu¨¦rfano, ni tomar¨¢s en prenda el vestido de la viuda. Acu¨¦rdate de que fuiste esclavo en el pa¨ªs de Egipto y que Yahv¨¦ tu Dios te rescat¨® de all¨ª" (Dt. 24,17-18).

Estas disposiciones humanitarias aparecen en todos los c¨®digos legislativos del Pentateuco: el de la Alianza, el Dodec¨¢logo de Siquem, la Ley de Santidad y el Deuteronomio. Son todos ellos textos de un fuerte componente ut¨®pico y de un innegable contenido liberador. Constituyen, en muchos aspectos, la vanguardia en la defensa de los sectores m¨¢s desprotegidos de la sociedad. Cuatro son las razones que dichos c¨®digos dan para tratar bien a los extranjeros. La primera es hist¨®rica: vosotros fuisteis extranjeros en Egipto y no pod¨¦is tratar a los forasteros como os trataron a vosotros cuando erais esclavos en el pa¨ªs de los faraones; es la ley de la reciprocidad. La segunda es antropol¨®gica: los extranjeros tienen la misma dignidad que los nativos y no hay raz¨®n para discriminarlos. La tercera es que Dios opta por los excluidos y marginados, por las personas m¨¢s vulnerables, como los hu¨¦rfanos, las viudas, los trabajadores por cuenta ajena, los esclavos y los extranjeros; la cuarta, en fin, porque toda la tierra es de Dios y nadie puede apropiarse de ella como si fuera su due?o absoluto.

Al elegir este texto Zapatero se sit¨²a en la mejor tradici¨®n de la filosof¨ªa de la alteridad, representada por Emmanuel L¨¦vinas, quien comienza su emblem¨¢tica e influyente obra Totalidad e infinito (S¨ªgueme, Salamanca, 1977, 9) hablando de la "responsabilidad por el pr¨®jimo", de la "epifan¨ªa del rostro, pero el rostro en cuanto rostro es la desnudez -y el desnudamiento- del 'pobre, de la viuda, del hu¨¦rfano, del extranjero". El comentario del presidente me parece todo un ejemplo de lectura laica de las Escrituras jud¨ªas en clave de liberaci¨®n, en perspectiva humanista y en el horizonte de la utop¨ªa.

Pero eso no significa dar un cheque en blanco a Zapatero. Su discurso no puede quedarse en meras palabras. Le compromete personal y pol¨ªticamente, ?y mucho!, si no quiere ser acusado de inconsecuente. Le obliga a la hospitalidad con los inmigrantes y a la no discriminaci¨®n de los "sin papeles", a eliminar de la Ley de Extranjer¨ªa ciertos tonos xen¨®fobos, a incumplir la normativa europea en materia de inmigraci¨®n, claramente lesiva de los derechos de los migrantes, a mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora, de las personas desempleadas, a no revisar a la baja las pensiones de la clase trabajadora. Le obliga a asegurar la satisfacci¨®n de las necesidades b¨¢sicas de la poblaci¨®n migrante: residencia estable, vivienda digna, trabajo, alimentaci¨®n, salud, acceso a la educaci¨®n y a la cultura en las mismas condiciones que los nativos. Sin olvidar el reconocimiento de los derechos pol¨ªticos.

De lo contrario a Zapatero podr¨ªa aplic¨¢rsele lo que los feligreses dicen con frecuencia tras o¨ªr el serm¨®n de los curas: "No es lo mismo predicar que trigo dar" o lo que afirma el, a veces sabio, refranero espa?ol: "Consejos vendo y para m¨ª no tengo".

Juan Jos¨¦ Tamayo es profesor de Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid.