La reconstrucci¨®n de Hait¨ª
Los horrores del terremoto de Hait¨ª siguen revel¨¢ndose. El terremoto mismo ha matado quiz¨¢s a 100.000 personas, y la incapacidad de organizar una ayuda r¨¢pida est¨¢ matando a decenas de miles m¨¢s. M¨¢s de un mill¨®n de personas est¨¢n expuestas al hambre y a las enfermedades y, con la inminente llegada de las estaciones de lluvias y huracanes, quedar¨¢n vulnerables a nuevos peligros.
Incluso una econom¨ªa tan empobrecida como la de Hait¨ª es un complejo sistema que depende del comercio entre las ¨¢reas rurales y urbanas, el transporte, la electricidad, los servicios portuarios y las funciones de Gobierno. En el pasado, la econom¨ªa haitiana funcionaba a duras penas, y cuando sufri¨® el terremoto todav¨ªa se estaba recuperando de cuatro huracanes que asolaron su territorio en el a?o 2008. El hecho de que el se¨ªsmo golpeara la capital y demoliera todos los centros de actividad social destruy¨® los sistemas de los que depende la vida urbana cotidiana. Hoy millones de personas no cuentan con sustento ni medios para sobrevivir.
Mi sugerencia para guiar el proceso es el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)
La primera etapa de respuesta eficaz, las primeras tres o cuatro semanas, se han centrado en rescatar supervivientes y estabilizar el suministro de alimentos, agua, servicios m¨¦dicos y techo para la poblaci¨®n. Ni Hait¨ª ni el mundo estaban equipados para esto, y decenas de miles morir¨¢n innecesariamente en consecuencia. Es necesario actualizar los sistemas de respuesta de emergencia del mundo, especialmente para pa¨ªses empobrecidos que son vulnerables a terremotos, volcanes sequ¨ªas, huracanes e inundaciones.
Tras aproximadamente un mes, la fase de emergencia dar¨¢ paso a los esfuerzos de reconstrucci¨®n y desarrollo de largo plazo, que pueden tomar d¨¦cadas. Hait¨ª debe evitar que se prolonguen en el tiempo los extensos asentamientos de carpas improvisadas en que las personas son meros refugiados. Sin embargo, ?d¨®nde deber¨ªa vivir la gente desplazada, que se cuenta por cientos de miles, o quiz¨¢s el mill¨®n? ?C¨®mo darles agua, comida, servicios sanitarios y vivienda? ?Y c¨®mo pueden comenzar a contribuir a la recuperaci¨®n de una vida econ¨®mica b¨¢sica?
La econom¨ªa tendr¨¢ una estructura simple en los pr¨®ximos a?os y la mayor parte de las actividades econ¨®micas se centrar¨¢n en cinco sectores: agricultura de peque?os propietarios o campesinos; reconstrucci¨®n; servicios portuarios y manufactura ligera; comercio local de peque?a escala; y servicios p¨²blicos, lo que incluye la atenci¨®n de salud y la educaci¨®n. El desaf¨ªo clave es apoyar estos cinco sectores para combinar la ayuda de corto plazo con la reconstrucci¨®n y el desarrollo de largo plazo.
En primer lugar, es necesario poner en pr¨¢ctica iniciativas especiales para impulsar la peque?a agricultura y las comunidades rurales, lo que permitir¨¢ que cientos de miles de desplazados puedan regresar a sus lugares de origen y vivir de lo que cultiven. Si cuenta con fertilizantes, mejores semillas, irrigaci¨®n a peque?a escala, servicios r¨¢pidos de formaci¨®n y extensi¨®n y silos de almacenaje a bajo coste, la producci¨®n alimentaria de Hait¨ª se podr¨ªa duplicar o triplicar en los pr¨®ximos a?os, ayudando a sustentar el pa¨ªs y creando una nueva econom¨ªa rural.
La reconstrucci¨®n de caminos, edificaciones y sistemas sanitarios y de aguas dar¨¢ empleo a decenas -quiz¨¢s cientos- de miles de trabajadores de la construcci¨®n haitianos e impulsar¨¢ la regeneraci¨®n de los pueblos y ciudades. El Programa Mundial de Alimentos puede ayudar a los campesinos a producir m¨¢s alimentos en el campo y comprarlos para utilizarlos en programas de intercambio de comida por trabajo orientados a proyectos de construcci¨®n.
La infraestructura de Hait¨ª era precaria antes del terremoto (lo que explica los impresionantes ¨ªndices de mortalidad) y la mayor parte hoy no es m¨¢s que escombros. Tambi¨¦n ser¨¢n necesarias grandes inversiones de capital para volver a equipar los puertos y restablecer una matriz el¨¦ctrica.
La recuperaci¨®n requerir¨¢ tambi¨¦n el restablecimiento de un sector manufacturero al menos de peque?a escala. Hait¨ª, al igual que su vecino, la Rep¨²blica Dominicana, creaba en el pasado empleo en sus instalaciones portuarias con la producci¨®n de vestimentas, pelotas de b¨¦isbol u otros elementos de manufactura ligera. Estos empleos desaparecieron en los a?os noventa, cuando EE UU impuso un embargo comercial como parte de una campa?a por restablecer la democracia en el pa¨ªs. La democracia volvi¨®, pero la econom¨ªa estaba destruida.
Otros pa¨ªses se han recuperado de sus ruinas tras sufrir desastres naturales y guerras, y Hait¨ª tambi¨¦n lo puede hacer en los pr¨®ximos cinco a diez a?os. Sin embargo, durante la pr¨®xima d¨¦cada, y especialmente el pr¨®ximo lustro, no habr¨¢ manera de soslayar la dependencia del financiamiento internacional, y principalmente la ayuda subvencionada, para financiar la reconstrucci¨®n. El mundo ha destinado mucho dinero a Hait¨ª en el pasado, pero de manera muy poco eficaz. Esta vez tiene que hacerlo bien.
Se precisa de una estrategia clara para impulsar los sectores esenciales arriba mencionados. Cada uno necesita una estrategia de recuperaci¨®n a cinco a?os con un presupuesto claro y l¨ªneas bien definidas de asociaci¨®n y responsabilidades que vinculen al Gobierno haitiano, las organizaciones no gubernamentales y los donantes institucionales, especialmente los gobiernos y las agencias internacionales.
La segunda clave para la reconstrucci¨®n exitosa es coordinar adecuadamente la respuesta internacional. En las iniciativas de recuperaci¨®n participan probablemente 40 o m¨¢s organizaciones oficiales extranjeras. Adem¨¢s, hay cientos, si no miles, de ONG locales. El Gobierno haitiano mismo ha quedado paralizado por la muerte y la destrucci¨®n.
Tiene que haber un marco que se pueda aplicar a todas estas organizaciones, as¨ª como una cuenta bancaria principal en la que los donantes puedan depositar sus aportaciones, con el fin de financiar los desembolsos necesarios para la recuperaci¨®n del pa¨ªs. Debe crearse tambi¨¦n un equipo ejecutivo altamente profesional que coordine las iniciativas de apoyo internacionales. Y todo esto debe ponerse en pr¨¢ctica pronto, mientras dura el inter¨¦s internacional. Dentro de poco el mundo pasar¨¢ a la siguiente crisis, mucho antes de que Hait¨ª haya siquiera comenzado a recuperarse.
Durante un cuarto de siglo he sido testigo de los problemas de la cooperaci¨®n internacional. Cada una de las agencias tiene su papel, pero tambi¨¦n tienden a entrar en disputas en lugar de cooperar. Las promesas financieras internacionales se hacen para los titulares y las fotograf¨ªas, pero terminan cumpli¨¦ndose a medias. Por tanto, necesitamos dinero en el banco, y un liderazgo claro.
Mi sugerencia para guiar el proceso es el Banco Interamericano de Desarrollo. Los compromisos del BID en Hait¨ª, profundos y de larga data, sumados a su experiencia profesional en los ¨¢mbitos de la agricultura, la sanidad, la educaci¨®n y la infraestructura lo convierten en la entidad id¨®nea para coordinar la multitud de organizaciones que participar¨¢n del proceso. Deber¨ªa trabajar estrechamente con un equipo ejecutivo de profesionales haitianos locales y asentados en el extranjero que tengan experiencia relevante.
La reconstrucci¨®n de Hait¨ª costar¨¢ quiz¨¢s entre 10.000 y 20.000 millones de d¨®lares, y consumir¨¢ gran parte de la pr¨®xima d¨¦cada. Si comenzamos ahora, salvaremos incontables vidas y podremos evitar que empeore la espiral descendente de una sociedad entera que se debate entre la vida y la muerte.
Jeffrey D. Sachs es profesor de econom¨ªa y director del Earth Institute en la Universidad de Columbia. ? Project Syndicate, 2009. Traducci¨®n de David Mel¨¦ndez Tormen.
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