"Camus me volv¨ªa loco, cambiaba todo a ¨²ltima hora"
Llega a la cena igual que cuando aterriz¨® por primera vez en Mal¨ª: completamente desganado. Explica que no tiene hambre. Que acaba de salir del estreno de una obra de teatro y que ha abusado de los canap¨¦s. Pero observa el peque?o restaurante de comida africana, completamente vac¨ªo, y busca la mesa m¨¢s tranquila. Se sienta y sonr¨ªe. Como parece hacer con todo, se adapta. Philippe Dauchez lleg¨® a Bamako para trabajar en el Instituto Nacional de Arte por seis meses. Se ha quedado 30 a?os y a¨²n no tiene proyectado volver definitivamente a su Par¨ªs natal. Este franc¨¦s de 81 a?os, profesor y director de teatro y antiguo colaborador de Albert Camus, le ha cogido el gusto a Mal¨ª y a su gente.
El colaborador del escritor franc¨¦s lleva 30 a?os ense?ando teatro en Mal¨ª
Tambi¨¦n a la comida, aunque s¨®lo pida ensalada. "Tengo que empezar a cuidarme, me hago mayor", bromea. "?Sabes? Nac¨ª el mismo d¨ªa que Martin Luther King, el 15 de enero de 1929". Dauchez cede ante la insistencia del camarero y acepta tambi¨¦n un plato de arroz con tomate y alokos (pl¨¢tano frito). Apenas lo tocar¨¢. Pero va picando de la ensalada de tomate, cebolla y pepino con la misma pasi¨®n con la que habla de teatro. Pero no de cualquier tipo. De teatro "¨²til". "Este arte es una forma de terapia. Puede curar", dice. No por casualidad, Dauchez naci¨® en una familia de m¨¦dicos. "Abuelos, padre, t¨ªos m¨¦dicos. Yo tambi¨¦n deber¨ªa haberme dedicado a la medicina. Pero el teatro me gan¨®. En ¨¦l est¨¢ la esencia de la vida".
Y es lo que aplica en sus clases. Tambi¨¦n en las obras que dirige en colaboraci¨®n con varias ONG. Crea historias que integran elementos del teatro antiguo maliense -"porque lo hab¨ªa. Usaban, entre otras cosas, marionetas"- para explicar, por ejemplo, los efectos del sida o de llevar una correcta higiene personal. "Son espect¨¢culos montados para regiones particulares, en su lengua. Despu¨¦s de la obra, adem¨¢s, los espectadores preguntan lo que quieran", dice.
Dauchez pide un t¨¦. Le llega en una peque?a tetera blanca, un formato que no puede ser m¨¢s europeo. Lo toma a la maliense, con mucho az¨²car. Eso s¨ª, con un poquito de lim¨®n. Una combinaci¨®n que resume su vida en el pa¨ªs africano, donde se ha casado con una maliense. "Entre los dos juntamos, de nuestros anteriores matrimonios, seis hijos. Todos viven en el mismo barrio de Par¨ªs". Pero antes de Mal¨ª, Dauchez vivi¨® en Camer¨²n y en Argelia. Su paso por este ¨²ltimo pa¨ªs le llev¨® a conocer a Camus. Poco despu¨¦s se convertir¨ªa en su amigo y colaborador.
La conversaci¨®n se detiene. Un grupo ha entrado en el restaurante y el ruido distrae a Dauchez. "?Por d¨®nde iba? Ah, s¨ª, Albert... Era franc¨¦s, pero tremendamente apasionado. Muy enamoradizo... A veces me volv¨ªa loco porque siempre quer¨ªa cambiar los textos a ¨²ltima hora. Todav¨ªa recuerdo la sensaci¨®n que tuve cuando me llam¨® a su despacho en la editorial Gallimard porque quer¨ªa hacer su particular Don Juan. Me dijo: 'Vamos a hacer un teatro que despertar¨¢ la curiosidad de la gente".
Dauchez baja la vista. Cuenta que cuando Camus falleci¨®, hace ya 50 a?os, decidi¨® no volver a hacer teatro. Se dedic¨® un tiempo al cine documental. Pero no era lo mismo. Poco a poco fue volviendo a los escenarios. Y comenz¨® a ense?ar. "Al final, todo sana", dice.
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