Sacando el seguro de la pistola
Es curioso que entre lo que ¨²ltimamente ha tenido m¨¢s repercusi¨®n medi¨¢tica, fuera del monotema de las cajas que va adquiriendo tintes estrafalarios, est¨¦ la visi¨®n de Adolfo Dom¨ªnguez sobre la normativa laboral, mientras ha pasado desapercibido el fen¨®meno de la presentaci¨®n simult¨¢nea del libro 55 mentiras sobre o galego promovida por Prolingua en 70 localidades de una docena de pa¨ªses en tres continentes. La paradoja podr¨ªa inducir a elaborar teor¨ªas conspiratorias, o a reflexionar sobre la distancia entre lo que se publica y lo que ocurre (y sus posibles da?os colaterales en credibilidad y audiencia), pero hay, adem¨¢s, otra explicaci¨®n m¨¢s sencilla: las declaraciones de Adolfo Dom¨ªnguez refuerzan un t¨®pico, mientras que la multipresentaci¨®n de Prolingua lo desmiente, y ya se sabe que costa abaixo, todos os santos axudan.
Sin m¨¢s ayuda que e-mail, han logrado un fen¨®meno similar a la presentaci¨®n de ¨²ltimo Harry Potter
La proclama de Adolfo Dom¨ªnguez a favor de la desprotecci¨®n laboral y social puede ser un tanto irritante en el contexto que se produce, en una crisis financiera provocada por las aventuras del capital desregulado, en un pa¨ªs que tiene est¨¢ndares de amparo social m¨¢s bajos que la media Europa civilizada y por el hecho de que la exprese un destacado receptor de ayudas p¨²blicas, de un sector sustancialmente mimado. Pero no dejan de ser unas opiniones -las parientes pobres de las ideas, como estableci¨® mi pensador neocon de cabecera, P.J. O'Rourke- tan leg¨ªtimas como cualquier otras y tan l¨®gicas desde el punto de vista empresarial como las que podr¨ªan tener los leones sobre la conveniencia de que las gacelas careciesen de patas. Como t¨®pico, el pensamiento de que los trabajadores no la rascan sigue teniendo una vida saludable.
Un hecho, la materia que te¨®rica y tradicionalmente constitu¨ªa las noticias, es que un grupo de personas relacionadas con la cultura, creadores, empresarios y consumidores, sin m¨¢s ayuda que el correo electr¨®nico y sus ganas, ha logrado producir un fen¨®meno similar, al menos en extensi¨®n, a la presentaci¨®n del ¨²ltimo Harry Potter, pero sin inversi¨®n promocional alguna. Que haya tenido un eco m¨ªnimo obedece, si desechamos las teor¨ªas conspirativas, a que va a contracorriente de otro t¨®pico: la cultura gallega s¨®lo existe en el caldo de cultivo de las subvenciones. Al igual que la frase de la obra teatral nazi Schlageter (creo que deber¨ªa cambiar de lecturas, Wikipedia incluida) que se le atribuye a Hermann G?ring, "cada vez que oigo la palabra cultura saco el seguro de la Browning", aqu¨ª la gente de orden cada vez que la oye siente el impulso de sacar la chequera. Una reacci¨®n que no deja de ser curiosa en un pa¨ªs en el que se ve con naturalidad que se subvencione desde el f¨²tbol hasta la energ¨ªa el¨¦ctrica y en el que te dan el equivalente a dos sueldos por comprar un coche.
Si esa gente tuviese el vicio de leer, y si el informe del Consello da Cultura y la Zona Franca de Vigo sobre nuestra industria cultural no hubiese sufrido otra operaci¨®n de ninguneo, podr¨ªa confrontar el t¨®pico con la realidad y ver lo poco que queda despu¨¦s. La industria cultural en Galicia aporta el 1,9% del PIB, m¨¢s que el sector pesquero, el textil, y casi tanto como el metal¨²rgico. 26.000 puestos de trabajo en 2008, tantos como en la banca o en el textil, pero en este caso, creciendo (un 11,6% en dos a?os). Seg¨²n el Instituto Galego de Estat¨ªstica, cada gallego invierte al a?o (en 2009) 619 euros en ocio y cultura, mientras la media en Espa?a es de 819 euros. Una cuarta parte menos, es cierto. Exactamente la misma proporci¨®n en la que nuestros sueldos son inferiores a la media.
Pero se gasta en los productos de fuera, dir¨¢n los tentados a sacar algo. No s¨®lo, ni principalmente. La tirada media de un libro en Espa?a es de 2.960 ejemplares por t¨ªtulo. Aqu¨ª, con menos de la cent¨¦sima parte de hablantes y potenciales lectores, con unos grupos medi¨¢ticos con un m¨¢s bien escaso inter¨¦s (ni siquiera en el del negocio) en la edici¨®n, es de 1.398 ejemplares. Y, con la ense?anza del idioma propio y su prestigio social en discusi¨®n, acomplejados y ensimismados en suma, en gallego m¨¢s de la mitad de los t¨ªtulos. Seg¨²n Agadic, entre los que asisten m¨¢s de seis veces al a?o al teatro, el 56% prefiere obras en gallego, y los que van menos, algo m¨¢s en castellano (en 2009, el porcentaje en castellano subi¨® considerablemente, quiz¨¢ por lo del complejo).
Es que los que est¨¢n subvencionados son los creadores, argumentar¨¢n los que se est¨¢n pensando pasar de la chequera a la pistola. La paloma de Sargadelos con la que tradicionalmente se recompensan las conferencias en institutos queda todav¨ªa m¨¢s blanca en comparaci¨®n con el contexto europeo. En el Reino Unido, el Arts and Humanities Research Council (estatal) ofrece fellowships de dos o tres a?os a creadores, con sueldos de 2.500 a 4.000 euros. Tambi¨¦n los ofrecen desde las universidades hasta centros culturales, ayuntamientos, c¨¢rceles y aeropuertos (?no interesar¨ªa aqu¨ª a la Cidade da Cultura tener un performer residente?). Tambi¨¦n algunas ciudades alemanas acogen escritores como Stadtschreiber, con alojamiento y sueldo. Y lo de Francia le pone los dientes largos a cualquiera que haya redactado algo m¨¢s que un aviso de la comunidad de vecinos. Instituciones estatales, departamentales y locales, empresas y fundaciones ofrecen ayudas a los creadores, a los traductores, a los editores, a los libreros, a los libreros en el extranjero. Incluso hay ayudas ¨¤ la vie litt¨¦raire (que no promocionan el consumo de absenta y el uso de fulares, sino las actividades de los fans de la escritura). Pero no se puede luchar contra los t¨®picos. Salvo que Dom¨ªnguez decida ahondar en su faceta de escritor.
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