La cortina de hojalata
Jordi Gracia desmonta el t¨®pico del aislamiento entre los intelectuales del exilio y los que se quedaron en Espa?a
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?Que las Eleg¨ªes de Biervielle que Carles Riba iba ultimando en el exilio ya las hac¨ªa correr en abril de 1939 entre amigos y contactos por Catalu?a? ?Que falangistas como Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco estaban leyendo al minuto los ¨²ltimos poemas de los for¨¢neos rojillos Luis Cernuda o Juan Ram¨®n Jim¨¦nez? ?Que haberse tenido que marchar tras la guerra no fue para algunos tan tr¨¢gico para su trayectoria como demuestran Luis Bu?uel, Josep Lluis Sert o Francisco Ayala? ?Que el olvido del exilio fue parcialmente querido por una "democracia can¨ªbal" que no quer¨ªa seg¨²n qu¨¦ fotograf¨ªas en plena Transici¨®n? Todos estos sacrilegios, y algunos m¨¢s, son los que lanza en apenas 230 p¨¢ginas el catedr¨¢tico de Literatura Jordi Gracia en su ¨²ltimo ensayo, A la intemperie. Exilio y cultura en Espa?a (Anagrama), aut¨¦ntico campo de minas contra un sinf¨ªn de estereotipos que se han adosado al fen¨®meno que marc¨® la vida a m¨¢s de medio mill¨®n de personas desde 1939, pero tambi¨¦n a muchos de los que se quedaron.
"En la Transici¨®n se cometi¨® un ejercicio de democracia can¨ªbal"
No requiere Gracia de notas al pie para elaborar esta nueva tesela de su particular mosaico sobre la cultura espa?ola durante la dictadura que conforman La resistencia silenciosa (2004), Estado y cultura. El despertar de una conciencia cr¨ªtica bajo el franquismo (2005) y varios de los libros que ha dedicado a la controvertida figura del falangista de primera hora y socialdem¨®crata de ¨²ltima y avant la lettre Dionisio Ridruejo. Armado con un sinf¨ªn de lecturas de epistolarios, diarios y memorias, Gracia constata la existencia de "una red social, un tejido invisible, circuitos privados que un¨ªan a autores con otros y a editores con autores y que explican que Salinas, Guill¨¦n, Cernuda o Barga sepan lo que se publica en Espa?a y lo comenten en sus revistas de exilio". Es algo que puede rastrearse ya, seg¨²n el estudioso, a partir de 1945 y que se refuerza en la d¨¦cada de los cincuenta, con las otras revistas, como Papeles de Son Armadans ("ah¨ª es la primera vez que Alberti da permiso para publicar un poema suyo en Espa?a ?y la revista la dirig¨ªa Cela!") o ?nsula, "pero tambi¨¦n ?ndice, Destino, Triunfo...", enumera. Un flujo que algunos, para contraponer a la expresi¨®n tel¨®n de acero, bautizaron con iron¨ªa como "cortina de hojalata".
Tambi¨¦n se empe?a Gracia en romper lo que bautiza como "el patr¨®n tr¨¢gico del exilio"; su drama no habr¨ªa sido cr¨®nico. "Hay muchos que agradecen incluso el exilio como plataforma de crecimiento; podr¨ªa decirse que viven momentos de plenitud en ese periodo". En su opini¨®n, no pueden ni plantearse regresar porque para ellos "volver es peor que el exilio en s¨ª".
Matiza siempre que no quiere "rebajar la fuerza destructiva que tuvo el franquismo", pero en sus intelectuales anatemas tambi¨¦n puntualiza el largo reencuentro con el exilio: "Se dio una jibarizaci¨®n pol¨ªtica que llev¨® a la disoluci¨®n mental del exilio; hubo quien pens¨® que la democracia no se pod¨ªa reconstruir sobre esas caras del pasado, que el exilio no servir¨ªa para ganar elecciones, como demostr¨® el Partido Comunista con el 9% de los votos en 1978; o sea, que fue un olvido interesado, un ejercicio de democracia can¨ªbal; no fue olvido sino ocultaci¨®n estrat¨¦gica para ganar", suelta. La vertiente cultural se a?adi¨® a la desmemoria pol¨ªtica: "No hubo abandono de esas ¨¦lites, se le¨ªa a algunos pero en general su tiempo hist¨®rico y sus lectores hab¨ªan pasado, el p¨²blico prefer¨ªa a la gente del boom latinoamericano o a j¨®venes como Benet, Umbral, Mars¨¦ o V¨¢zquez Montalb¨¢n".
No contento con esas minas, al hilo de que Soldados de Salamina, de Javier Cercas, signific¨® en 2001 "una especie de descorche que permiti¨® que creciera la marea de la memoria hist¨®rica", sostiene Gracia que desde ahora "hay que tratar de leer conjuntamente la literatura del interior y la del exilio: la cultura espa?ola de posguerra es una red que une la Pen¨ªnsula con los lugares del exilio y que se acabar¨¢ integrando hacia el interior; hay que asumir que el cauce cultural es ¨²nico, lo que no quiere decir un¨ªvoco. La despolitizaci¨®n de la mirada del exilio es necesaria para ese exilio; si seguimos compartimentando no vamos a entender nada". O sea, mirar desde la intemperie.
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