?Qui¨¦n teme al ensayo feroz?
Me llegan rumores (persistentes) de que algunas editoriales independientes de no-ficci¨®n estar¨ªan m¨¢s que dispuestas a aceptar ofertas de compra. Unas porque el negocio no marcha bien y otras porque los accionistas manifiestan s¨ªntomas de cansancio. Claro que los posibles compradores ya no son los que cabr¨ªa esperar. Los grandes grupos intentan rebajar el nivel de sus colecciones de ensayo para orientarlas a p¨²blicos m¨¢s amplios o, abiertamente, de "cejas medias". Y, a veces, m¨¢s all¨¢: el ¨¦xito de los best sellers de "autoayuda espiritual" en la estela del incre¨ªblemente banal y estupefaciente El secreto (Urano), de Rhonda Byrne, que, a 22 euros la pieza, lleva m¨¢s de 130 semanas en las listas espa?olas de superventas, se ha mimetizado en una enorme cantidad de secuelas que han contaminado cat¨¢logos de editoriales que antes buscaban su hueco publicando ensayos de divulgaci¨®n media/alta. Los objetivos econ¨®micos que los managers corporativos fijan a sus editores son en muchos casos incompatibles con una l¨ªnea rigurosa y atenta a cu¨¢nto de nuevo se publica en el terreno de la no-ficci¨®n. Un repaso a los cat¨¢logos presentes y pasados de ciertos sellos hist¨®ricos confirma ese cambio de tendencia, que ha implicado la dimisi¨®n o despido m¨¢s o menos pactado de responsables comprometidos con el antiguo enfoque. En otros casos, las sucesivas remodelaciones en la direcci¨®n (que, a veces, permanece incomprensiblemente vacante, como si no supieran qu¨¦ hacer con el sello) o los bruscos cambios de l¨ªnea han convertido antiguos cat¨¢logos de referencia en abigarrados cajones de sastre donde puede encontrarse de todo menos un "estilo de la casa" coherente, algo de lo que hoy s¨®lo pueden presumir muy pocos y consolidados sellos. Los ensayos m¨¢s especializados o minoritarios, de los que vender por encima de los 1.500 ejemplares se considera un ¨¦xito, y reeditar un milagro, son hoy la presa de los peque?os editores de vanguardia, que pueden permitirse adquirirlos con anticipos sensiblemente m¨¢s baratos y con perspectivas de beneficios m¨¢s realistas y acordes con su tama?o. Desde hace un tiempo, el terreno abandonado o descuidado por los grandes grupos est¨¢ siendo intensivamente explorado por otros de talla mediana o por editoriales independientes, que son las que podr¨ªan adquirir sellos en horas bajas. De manera que no es improbable que en los pr¨®ximos meses asistamos no s¨®lo a significativas compras por parte de editoriales independientes (al estilo de la adquisici¨®n de Castalia por Edhasa), sino a fusiones de m¨¢s amplio alcance y a trasvases de "capital humano" de unos sellos a otros. Que sea para mejor.
Salter
He pasado unos d¨ªas absorto en la lectura de Quemar los d¨ªas (Salamandra), las memorias de James Salter (Nueva York, 1925), un autor del que siempre prefer¨ª los cuentos (Anochecer, El Aleph; La ¨²ltima noche, Salamandra) a las novelas. Quiz¨¢s por ello enseguida me sent¨ª absorbido por estas "reminiscencias" (que es como se ha traducido acertadamente el plat¨®nico subt¨ªtulo Recollection) casi sincopadas que, como sus libros de relatos, van directamente a lo esencial. De nuevo la prosa precisa, contundente y desnuda (aprendida en Hemingway, pero tambi¨¦n en Ch¨¦jov), presente en sus grandes relatos (inolvidable el que da t¨ªtulo a La ¨²ltima noche), de nuevo la atracci¨®n por la acci¨®n, entendida desde un punto de vista inequ¨ªvocamente "masculino", y por el amor (y el sexo) como conquista -conozco a muy pocas mujeres que se sientan c¨®modas leyendo Juego y distracci¨®n (El Aleph), su novela m¨¢s er¨®tica-, de nuevo la voluntad de contar las cosas con rigor literario para que puedan extraerse de ellas significados, digamos, profundos: ejemplares. S¨®lo que en Quemar los d¨ªas el foco es la propia vida (o su elaborada destilaci¨®n) de Salter: la juventud neoyorquina, el paso por West Point, la larga carrera como piloto de caza, el exilio en Europa (en la vieja tradici¨®n de "inocentes en el extranjero"), la pasi¨®n de la escritura, las lecturas, el amor, la b¨²squeda de sexo. Unas memorias que se leen como un libro de cuentos y que, al final, dejan al lector tan hu¨¦rfano como cuando se acaba una gran novela.
Sectorial
En realidad, no hay (casi) nada que no pueda arreglarse en torno a una mesa bien provista. Y menos a¨²n si las mesas son varias y en ellas se despliegan h¨¢bilmente las artes exquisitas de la persuasi¨®n (Baltasar Graci¨¢n estar¨ªa orgulloso de la vigencia de su Or¨¢culo manual). Finalmente, los almuerzos selectivos "para informar" convocados por algunos conspicuos editores madrile?os y auspiciados desde la Federaci¨®n de Gremios de Editores de Espa?a (FGEE) dieron resultado: la candidatura (¨²nica) a la junta directiva de la Asociaci¨®n de Editores de Madrid (AEM) se parece mucho a la que convocantes (que pagaron los almuerzos) y auspiciadores podr¨ªan haber so?ado. Tras un annus horr¨ªbilis institucional (con insultos y denuncias y amenazas y conspiraciones) como no se recordaba, y con el negocio tocado por la crisis, la lista ¨²nica madrile?a es como una promesa de pelillos a la mar, resta?amiento de heridas, y a trabajar duro que aqu¨ª no ha pasado nada. Aparentemente se trata de una lista de consenso entre tres grandes de Madrid -Anaya, SM y Santillana- y uno de Barcelona (Planeta, que pone su pica en la AEM por Espasa interpuesta), integrada tambi¨¦n por independientes de prestigio. El presidente ser¨¢ don Javier Cort¨¦s (Grupo SM), uno de los convocantes de los mencionados ¨¢gapes, aunque mis topos me aseguran -lo cort¨¦s no quita lo valiente- que hubo otros que declinaron "cort¨¦smente" la invitaci¨®n a presidir la AEM. Sea como sea, lo cierto es que, desaparecido el "factor humano" (por relevo generacional o dimisi¨®n o jubilaci¨®n o adi¨®s, ah¨ª os qued¨¢is) que, seg¨²n los ahora triunfadores, imped¨ªa cualquier posibilidad de acuerdo, las cosas podr¨ªan cambiar. Para empezar, supongo que lo primero que har¨¢ la nueva junta ser¨¢ retirar la demanda contra el procedimiento de elecci¨®n del presidente de la FGEE, algo que amenaz¨® con judicializar la crisis (?lagarto, lagarto!). Vista la composici¨®n de la candidatura lo que me llama la atenci¨®n es la insuficiente presencia de peque?os-peque?os, "bibliodiversos" y caras nuevas, lo que, si no se corrige en las correspondientes comisiones, podr¨ªa ocasionar tensiones y alejar a los editores m¨¢s j¨®venes de las instituciones. Y m¨¢s vale que, con la que est¨¢ cayendo, grandes y peque?os tengan una voz ¨²nica ante las Administraciones. Una cosa es que la pol¨ªtica del libro del se?or Zapatero sea (por este orden) taca?¨ªsima, renuente y escasamente imaginativa (ya podr¨ªa informarse el Presidente, transferencias aparte, de c¨®mo se lo montan en el Centre du Livre et de la Lecture de Sarkozy), y otra que los editores y los libreros (que se juegan mucho) sigan contempl¨¢ndose el ombligo con asuntos de menor cuant¨ªa. Y, encima, sin el incentivo de los almuerzos "informativos".
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