240.000 euros por la mano de Andr¨¦s
Condena a un empresario que se desentendi¨® de un inmigrante 'sin papeles' tras un accidente laboral
La ha limpiado hasta con alcohol. No hay manera. "No soy un guarro, es que no sale", se excusa. La pr¨®tesis de silicona tiene poros, pero tambi¨¦n mugre. La mano falsa es m¨¢s morena que la otra. "Pagu¨¦ 5.000 euros, era la m¨¢s barata". Habla mientras la encaja. Clic. La mano da el pego de lejos. Pero no se articula y es fr¨ªa. Lleva cinco a?os siendo fr¨ªa. "A esto no te acostumbras nunca", dice Andr¨¦s Felipe Betancourt. Colombiano, de Medell¨ªn, de 25 a?os. En 2005 tuvo un accidente laboral en Getafe (Madrid) y perdi¨® la mano derecha.
Trabajaba picando carne y limpiando m¨¢quinas industriales en la empresa familiar Parra Ramos, de producci¨®n de embutido. Entraba a las 8.00. La salida no era fija. El sueldo tampoco. Cobraba 3,60 euros por hora. No pod¨ªa exigir demasiado. No ten¨ªa permiso de residencia ni de trabajo. Cuenta que iba a tramitar sus papeles la tarde del 23 de febrero de 2005, el d¨ªa del accidente. El empresario afirm¨® en el juicio que no le dio de alta en la Seguridad Social porque no le hab¨ªa proporcionado los papeles necesarios. Seg¨²n su versi¨®n, llevaba "unos diez d¨ªas en la empresa". Betancourt y una juez se?alan que trabajaba all¨ª desde 2003.
La m¨¢quina de picar carne le enganch¨® el guante y se trag¨® la mano
Aquella ma?ana estaba solo en la nave. Casi siempre era as¨ª, mientras el due?o y su hijo repart¨ªan los pedidos. Ley¨® las instrucciones que le dejaron escritas en la taquilla. Llevaba puesto el guante verde por higiene y por el fr¨ªo. Y cogi¨® un trozo de tocino para meterlo en la m¨¢quina. El anillo de protecci¨®n llevaba roto unos d¨ªas. ?l lo sab¨ªa. Y su jefe tambi¨¦n, seg¨²n la sentencia del Juzgado de lo Penal 3 de Getafe, que condena al due?o de la empresa a dos a?os de c¨¢rcel por delito contra los derechos de los trabajadores y otro de lesiones por imprudencia grave y a indemnizar al ex trabajador con 240.000 euros por las secuelas y con 9.740 por los d¨ªas de baja. El fallo es recurrible.
Tampoco dispon¨ªa de un mazo para empujar la carne. Lo hizo a pelo. Se le enganch¨® el guante y con ¨¦l la mano. "Es como si te pasara un cami¨®n por encima", explica. "Un dolor tan grande que dejas de sentir dolor". Cogi¨® el m¨®vil. Llam¨® al jefe. "He tenido un accidente", le dijo. La versi¨®n de Andr¨¦s Felipe de lo que ocurri¨® despu¨¦s, que la juez prima frente a la del empresario, arranca con la llegada atropellada del jefe. Ah¨ª est¨¢ ¨¦l, con la mano que no responde. Su jefe lo ve, pero no le lleva directamente al hospital. Sube a llamar por tel¨¦fono. "Fue a hablar con el gestor", dice Betancourt, que a?ade que no le dec¨ªa nada, s¨®lo pensaba en voz alta: "?Qu¨¦ hago yo ahora...?" Se cambi¨® la ropa antes de llevarle al hospital. Le quit¨® el uniforme para ponerle ropa de calle. Los m¨¦dicos le cortaron la mano. Estuvo dos d¨ªas ingresado. Cuando volvi¨® a la f¨¢brica, su taquilla estaba vac¨ªa. Ni rastro de su ropa. Asegura que su jefe, Venancio Parra, le advirti¨®: "Si hablas con la polic¨ªa digo que ni te conozco".
"El accidente se produjo porque Andr¨¦s no hizo lo que deb¨ªa", declar¨® en el juicio el propietario del negocio, que declin¨® hablar con EL PA?S y deleg¨® en su abogado, Alejandro L¨®pez-Royo. El letrado dice que recurrir¨¢n la sentencia porque la juez no consider¨® que la m¨¢quina ten¨ªa la suficiente distancia entre la entrada y el rodillo que tritur¨® la mano del trabajador para que no hubiera ocurrido. Betancourt actu¨® "con imprudencia". El letrado lleg¨® a decir en conversaci¨®n telef¨®nica con EL PA?S que el ex-trabajador introdujo la mano en la m¨¢quina "de forma voluntaria". Y a?ade: "Se deduce que quer¨ªa perderla".
"En el juicio insinuaron que plane¨¦ el accidente", recuerda Betancourt. Y se enfada: "?C¨®mo se puede decir eso?". Silencio. "Yo ten¨ªa planes, ambiciones, pero la vida me cambi¨® totalmente". Planes que pasaban por ingresar en el Ej¨¦rcito. Por estudiar Medicina. Por seguir la carrera que dej¨® al abandonar Medell¨ªn con su familia. Emigr¨® a Espa?a con 16 a?os, tras el bachiller. Asegura que no vinieron por escasez econ¨®mica, sino porque una familiar intent¨® extorsionarles. Su madre, profesora universitaria, enferm¨® tras el accidente. "Le dio muy duro", explica. Problemas de coraz¨®n y de cabeza. Regres¨® deprimida a Colombia. Ahora su familia son sus compa?eros de piso. Le ayudan a atarse los zapatos, a cortarse las u?as de la mano izquierda. Cobra 700 euros de pensi¨®n y est¨¢ regularizado gracias a los servicios jur¨ªdicos de UGT Madrid, a los que acudi¨® tras una negociaci¨®n fallida de su primer letrado.
"Estaba completamente desamparado", recuerda Jes¨²s Mart¨ªnez, su abogado actual. UGT denuncia que estos casos evidencian "que hay malos empresarios que se aprovechan de la econom¨ªa sumergida", seg¨²n Rosa Robledano, responsable de Salud Laboral. "Hace falta m¨¢s sensibilidad contra quienes creen, sobre todo en tiempos de crisis, que la prevenci¨®n es un gasto superfluo", a?ade. Andr¨¦s Felipe Betancourt dice que s¨ª, que ojal¨¢ su caso sirva de ejemplo. No quiere pensar en el dinero de la indemnizaci¨®n. "Es como la loter¨ªa, puede llegar o no". Y no parece un consuelo. "Me pueden dar todo el oro del mundo, pero no tengo mano. No hay dinero que pueda devolverme eso".
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