"Sue?o que mi hijo vive"
El asfalto es en ocasiones un camino sin retorno a la desgracia. En un segundo se puede pasar de una vida normal a quedar postrado en una silla de ruedas, morir o perder a un ser querido
La euforia en cuestiones de tr¨¢fico es m¨¢s bien opaca. Resulta dif¨ªcil ver lo que se esconde al otro lado, y esquivarla no es sencillo. Si se perpet¨²a, provoca una especie de ceguera cr¨®nica. Detr¨¢s de cada buen dato se agazapan decenas de tragedias. El hospital Nacional de Parapl¨¦jicos de Toledo recibe cada d¨ªa una oleada de realidad que llega directamente del asfalto. De los m¨¢s de 250 casos nuevos que tratan anualmente, el 40% est¨¢ provocado por accidentes de tr¨¢fico: personas prisioneras en su propio cuerpo, grandes dependientes de por vida, decenas de piernas que intentan caminar de nuevo, vidas quebradas por un mal segundo. Y ellos, al menos, est¨¢n vivos, a pesar de que muchos tambi¨¦n han perdido en ese mal viaje a sus seres m¨¢s queridos. En Espa?a se registran de 25 a 30 nuevos casos de lesi¨®n medular por mill¨®n de habitantes, m¨¢s de 1.000 nuevos casos cada a?o; 1.897 personas murieron en las carreteras espa?olas durante 2009 y otras 8.850 resultaron heridas graves. Desde hace seis a?os hay cada vez menos v¨ªctimas, pero cada uno de los fallecidos y lesionados ha de ser una raz¨®n para seguir luchando.
"Tengo 14 puntos en el carn¨¦ y 42 en la espalda; la primera vez que sal¨ª a la calle con la silla tuve que tragarme las l¨¢grimas"
"Yo estaba en coma y mi marido enterrando a mi ni?o... No me enter¨¦ de su muerte hasta un mes y medio despu¨¦s"
Miguel ?ngel Arribas y Bella Karapetyan narran sus tragedias desde sus dormitorios de la primera planta del hospital de Toledo. Para ellos no hay esperanzas en el horizonte de volver a caminar: sufren una paraplejia. Bella, adem¨¢s, perdi¨® en el siniestro a su padre y a su peque?o de tres a?os. Un d¨ªa estas v¨ªctimas fueron una cifra dentro de una rutinaria estad¨ªstica. Su historia es la de miles de personas que dejan toda o parte de su vida en la carretera.
"Creo que nunca podr¨¦ superar esto"
A Bella Karapetyan, medio rusa medio armenia, de 27 a?os, el destino le ha impuesto un reto muy dif¨ªcil de superar. Cuando la vida parec¨ªa mostrarle su mejor cara, despu¨¦s de seis a?os viviendo en Espa?a, un d¨ªa abri¨® los ojos y todo hab¨ªa cambiado. Su hijo Samuel, que hab¨ªa nacido tres a?os atr¨¢s en Madrid, hab¨ªa muerto; y ella estaba postrada en la cama de un hospital. Un coche les embisti¨® en una calle de la ciudad rusa de Krasnodar. Se siente culpable por no haberle abrochado el cintur¨®n. Mira las fotograf¨ªas del ni?o, sonr¨ªe, pero no puede apagar el llanto: "Mis amigos me dicen que esta vida no es la m¨ªa, que yo no deber¨ªa estar as¨ª". ?sta es su historia:
"Ocurri¨® en junio. S¨®lo recuerdo que despert¨¦ en el hospital, vi todo blanco, ten¨ªa tubos metidos por la boca, no sent¨ªa nada. Ten¨ªa heridas en toda la cara, una oreja cortada, una mu?eca rota, un golpe fuerte en la cabeza, la nariz rota, ten¨ªa puntos en un ojo. Le dijeron a mi familia que pod¨ªa morir en cualquier momento. Estoy casada y ten¨ªa un ni?o de tres a?os. Hab¨ªamos ido de vacaciones el ni?o y yo; mi marido se qued¨® en Madrid. Mi hijo muri¨® en el accidente, igual que mi padre y una amiga de la familia. Mi madre qued¨® muy malherida. Me enter¨¦ de la muerte de Samuel al mes y medio del accidente. Primero me dijeron que estaba muy mal, en coma, pero todo era mentira... Estaba muerto. Yo he estado entre la vida y la muerte, llevo cinco meses aqu¨ª internada y me han dicho que tengo que aprender a vivir as¨ª. Pero lo que nunca podr¨¦ superar es la muerte de mi hijo, porque es un dolor que queda para siempre.
Fue en un cruce. Un coche se empotr¨® contra el nuestro lateralmente y el golpe fue tan fuerte que Samuel y yo, que ¨ªbamos sentados en la parte trasera, ambos sin cintur¨®n de seguridad, salimos despedidos. No puedo parar de pensar. Pienso en todo, a veces no puedo concentrarme en una sola cosa: por una parte pienso en qu¨¦ pas¨® conmigo y en c¨®mo podr¨¦ recuperarme. Me preocupa c¨®mo est¨¢ mi madre, que sigue en Rusia, c¨®mo puedo ayudarla, porque ella tambi¨¦n estaba muy grave, necesita a alguien que la cuide, me gustar¨ªa tenerla cerca. Tambi¨¦n pienso en mi hijo. A veces empiezo a llorar por m¨ª, luego sigo con el sufrimiento por mi padre y termino con el de mi ni?o. Todo. Tengo de todo.
Creo que la gente nunca piensa que le puede pasar... porque... ?C¨®mo viv¨ªa yo antes! Ten¨ªa una vida completa, muy alegre; y ahora todo el mundo me dice: '?Por qu¨¦ a ti? Esto no ten¨ªa que haberte pasado a ti'. Env¨ªo fotos a mis amigos. Me ven en la silla de ruedas. Cuando hablamos por tel¨¦fono se ponen a llorar. Me dicen: 'T¨² tienes que salir de eso. Esa vida no es para ti'. Yo pienso lo mismo. Quiero recuperarme, espero un milagro. S¨ª, porque he le¨ªdo casos de personas que est¨¢n como yo y hay casos de recuperaci¨®n total con ayuda de c¨¦lulas madre, a trav¨¦s de operaciones... Yo ahora estoy aqu¨ª y me han dicho: 'Est¨¢s aqu¨ª para aprender a vivir en silla de ruedas, aqu¨ª no podemos hacerte nada'. Vale, lo acepto, pero no quiero vivir as¨ª. Voy a esperar. Si mi cuerpo no se recupera por s¨ª mismo, voy a probar todo. No quiero quedarme con los brazos cruzados. En casi todos los sue?os me veo caminando; veo a mi ni?o".
Bella hace un alto en la entrevista. Las l¨¢grimas ahogan su voz. Est¨¢ tumbada en la cama y con mucha dificultad se gira, rebusca en las carpetas del ordenador port¨¢til que hay sobre la mesilla auxiliar. En la pantalla aparece una fotograf¨ªa de un ni?o, posando, alegre, precioso, lleno de vida. Su mirada juguetea con la c¨¢mara. Las palmas de sus manitas hacia arriba: "Aqu¨ª estoy yo", parece decir. Bella muestra m¨¢s im¨¢genes: el BMW X5 de su padre, destrozado por el choque; ella misma en unas im¨¢genes de estudio que poco tienen que envidiar a las de una modelo profesional: su aspecto es tan distinto del que presenta ahora que podr¨ªan pasar por dos personas distintas. Por ¨²ltimo, muestra la fotograf¨ªa de sus d¨ªas felices: ella, su marido y el peque?o Samuel tras una fiesta de disfraces en la guarder¨ªa del peque?o. Es dif¨ªcil mirar y no sentir la presi¨®n de un nudo en la garganta.
"A veces cierro los ojos y pienso que est¨¢ [su hijo] en un sitio muy lejos y que voy a encontrarle. Es duro, pero yo no puedo hacer nada. Decirle a la gente que tengan cuidado es no decir nada. (...) La vida te pone pruebas para ver c¨®mo las puedes superar. ?Y c¨®mo cambia tu vida en un segundo! Cuando hablamos mi marido y yo, ¨¦l me dice: 'Ten¨ªamos una vida y se acab¨® todo en un momento. Ahora ni futuro ni nada'. Cuesta mucho aprender a vivir de nuevo y luchar.
Nunca podr¨¦ volver a vivir tranquila, pero voy a luchar, ahora estoy luchando con mi sufrimiento... Todo el mundo me dice que soy fuerte y que lo voy a superar, pero nadie sabe lo que me cuesta a m¨ª ser fuerte. Antes no pod¨ªa ni ver las fotos. Me daba un dolor muy fuerte. Uno de los peores momentos lo tuve las pasadas vacaciones, cuando me dieron el alta temporal para que pudiera pasar la Navidad en casa. Yo no quer¨ªa. Entr¨¦ y empec¨¦ a llorar porque todas las cosas estaban en su sitio: los juguetes de Samuel, las paredes pintadas... Todo... Y ten¨ªa que verlo cada d¨ªa; vivir con eso. No puedo pensar que no est¨¢, pienso que sigue viviendo en otro sitio, y hablo con ¨¦l y le llamo".
Bella ya no encontrar¨¢ consuelo en los 15 minutos que restan de conversaci¨®n. Habla de arrepentimiento, de las veces que, desde ese mal d¨ªa de junio, ha so?ado que se pon¨ªa el cintur¨®n de seguridad al subir al coche y de la premonici¨®n que tuvo cuando entr¨® en el veh¨ªculo.
"Yo estaba sentada en el coche y mi padre estaba arrancando. Estuve a punto de ponerme el cintur¨®n, pero no lo abroch¨¦. Pienso cada d¨ªa que ojal¨¢ me lo hubiese puesto. Es una pel¨ªcula que se repite en mi cabeza. Subimos y me lo abrocho. Mi marido me dice que si lo hubiera llevado puesto no habr¨ªa pasado nada. Pero era un camino de cinco minutos, desde el restaurante de mi padre a mi casa. No paro de culparme a m¨ª misma. Me preocupa mi marido. ?l est¨¢ peor que yo. Imag¨ªnate: su mujer al borde de la muerte, en coma, en la UVI, y al mismo tiempo ¨¦l, enterrando a su hijo".
"Cuando me ca¨ª pens¨¦: 'te jodiste la vida"
Miguel ?ngel Arribas, burgal¨¦s de 42 a?os, se escuda en la fina iron¨ªa para hablar de su accidente de tr¨¢fico. Lo que m¨¢s le fastidia son los dolores; lo que m¨¢s echa de menos, los deportes. A¨²n no se explica c¨®mo se fue al suelo en su Suzuki GSR 600, de 100 caballos. Y eso es lo m¨¢s frustrante para ¨¦l. Ha denunciado a la Administraci¨®n por el mal dise?o de la rotonda en una carretera de Burgos que cambi¨® su vida para siempre. No conserva ninguna esperanza de volver a caminar. Su objetivo es muscular la zona pectoral de su cuerpo para obtener algo de autonom¨ªa y volver a sacarse el carn¨¦ de conducir "cuanto antes".
"Ahora tengo 14 puntos en el carn¨¦ y 42 en la espalda. Entr¨¦ en la rotonda muy despacio. Iba adelantando a un cami¨®n, pero es una rotonda con una salida rara, est¨¢ mal trazada, si no la tomas en primera no la das. Tienes que hacer una especie de ese al salir. No s¨¦ c¨®mo, pero me fui al suelo. Eso es lo que m¨¢s me duele del accidente: no saber por qu¨¦ ocurri¨®. Sin tocar el freno, sin tocar nada..., no hab¨ªa llovido... ten¨ªa los neum¨¢ticos nuevos.... El trazado que tiene no te permite tomarla r¨¢pido, imposible, imposible... la moto la ten¨ªa limitada a 34 caballos y ten¨ªa el carn¨¦ desde hac¨ªa dos a?os. Se cay¨® la moto, me fui al suelo, creo que me golpe¨¦ con el guardarra¨ªl, y despu¨¦s me di contra el borde de una zanja de hormig¨®n de esas que hay en la cuneta para recoger el agua. Fue el 20 de septiembre. El d¨ªa que ganamos [la selecci¨®n espa?ola] la final de baloncesto [el Eurobasket], que me la perd¨ª. Estaba yo en la UVI y el m¨¦dico viendo el partido, y yo pensaba: 'La madre que te pari¨®, ?c¨®mo van?'. Cuando me di el golpe, lo primero que sent¨ª fue preocupaci¨®n, sent¨ª el impacto en la cabeza. No perd¨ª la consciencia, pero, me-cago-en-diez, ten¨ªa la mano izquierda toc¨¢ndome no s¨¦ qu¨¦ parte del cuerpo, creo que eran las piernas o el tronco, notaba una cosa caliente, pero yo no sent¨ªa que me estuviera tocando, no sent¨ªa nada. Y esa sensaci¨®n es horrible. Cre¨ªa que me hab¨ªa partido el cuerpo a la mitad. Lo ¨²nico que pensaba en ese momento es que me hab¨ªa jodido la vida y se la hab¨ªa jodido a mi familia. Me acabo de joder la vida, eso es lo que pensaba. La has cagado, la has fastidiado, la que has preparado... No llor¨¦ porque las l¨¢grimas no eran un consuelo. Lo ¨²nico que ten¨ªa era rabia porque la ca¨ªda hab¨ªa sido est¨²pida. Lo jodido fue el tiempo que estuve all¨ª, en la cuneta, casi cuarenta y tantos minutos. Llegaron los m¨¦dicos, pero no se atrevieron a moverme, porque estaba en esa especie de acequia, y avisaron a los bomberos. Yo quer¨ªa que me sacaran de all¨ª cuanto antes, que me calmaran el dolor; aquello estaba encharcado y sent¨ªa mucho fr¨ªo y mucho dolor.
Cuando ya estaba en la UVI tuve mis momentos de desahogo. Quieras que no tienes tus momentos de pensar en el futuro, en lo que puede pasar, en c¨®mo te vas a quedar; aunque yo ya sab¨ªa que lo m¨ªo era grave. Me costaba mucho mentirle a mi hijo de 12 a?os cuando le dec¨ªa que s¨ª, que me iba a recuperar. Cuando me mandaron a Toledo, no me dijeron si me pondr¨ªa bien. S¨®lo me dijeron: 'Ya te valorar¨¢n all¨ª'. Y aqu¨ª me enter¨¦ de que la lesi¨®n que tengo es completa (irreversible) y a la altura del pecho. Que no me voy a recuperar. Cuando me lo dijeron, no sent¨ª nada; ya lo ten¨ªa asumido; y adem¨¢s creo que nunca volver¨¦ ya. Para que me recupere me tienen que mandar de aqu¨ª a Lourdes. El d¨ªa de mi accidente no llevaba espaldera. Iba s¨®lo con una chupa. Si me la hubiese puesto, seguro, segur¨ªsimo, que la lesi¨®n no habr¨ªa sido tan grave. Me hubiera roto las costillas, las v¨¦rtebras, quiz¨¢s me habr¨ªa da?ado la columna, pero no la m¨¦dula... Pero es que no piensas que te vas a caer; si lo pensaras, no saldr¨ªas con la moto".
Miguel ?ngel echa un vistazo a trav¨¦s del ventanal del centro sanitario. Ve las sirenas azules de un coche patrulla. "Creo que hay una reuni¨®n de ministros de Interior europeos. No estar¨ªa mal que se pasaran por aqu¨ª", espeta. "Creo que la Administraci¨®n deber¨ªa asumir la parte de responsabilidad que le corresponde en el tema de los accidentes de tr¨¢fico, y no perseguir tanto a los conductores. La pol¨ªtica de seguridad vial en Espa?a deja mucho que desear todav¨ªa, porque, por ejemplo, s¨®lo hay que ver el tema de los guardarra¨ªles: es tan sencillo como cambiar los soportes para que la gente no se mate ni se mutile".
Y vuelve a coger el hilo de su relato: "El momento m¨¢s duro ha sido el de darte cuenta de todos los extras que trae la lesi¨®n. Son muchos... Al principio, lo t¨ªpico, ves a una persona en silla de ruedas y piensas que no puede andar. Pero cuando empiezas a darte cuenta de los extras, entonces s¨ª que es duro. Empiezas a ver los dolores neurop¨¢ticos, la espasticidad [rigidez y acortamiento de los m¨²scu-los], que no controlas los esf¨ªnteres, el cambio en las relaciones sexuales, las escaras en el cuerpo, que te tienes que sondar... Yo hoy tengo un mal d¨ªa. Tengo d¨ªas malos o muy malos. Ahora mismo, los pies me abrasan, el culo me est¨¢ quemando... te levantas con ello y te acuestas con ello. El dolor neurop¨¢tico aparece y punto. Tambi¨¦n est¨¢ la espasticidad, que es como si llevaras un cors¨¦, es una tremenda presi¨®n. El dolor es insoportable cuando se tiene un d¨ªa malo. Ya nada vuelve a ser igual.
Me da coraje porque las v¨ªctimas de tr¨¢fico no somos n¨²meros. No encuentro consuelo al ver a otros, aqu¨ª en el hospital, peor que yo, y no me importa reconocer que la primera vez que sal¨ª de permiso me tuve que tragar las l¨¢grimas por la impotencia de verme as¨ª por una ca¨ªda tan tonta. Ves la realidad, la calle deja de ser la calle y pasa a ser la selva. Sigo teniendo mis malos momentos cuando ves a una pareja de la mano, cuando ves a alguien haciendo deporte o en una moto. Cuando salga, quiero comprar una silla a medida: cuesta unos 3.000 euros. La silla ser¨¢ mis piernas. As¨ª veo yo la silla".
Miguel ?ngel recuerda c¨®mo fue su primer d¨ªa fuera de la cama, despu¨¦s de casi dos meses sin moverse: "Fue algo as¨ª como lo que le pas¨® al personaje de Avatar [pel¨ªcula de James Cameron en la que un ex marine en silla de ruedas vive a trav¨¦s de su mente en el cuerpo de un avatar]. "Me sentaron en la silla. Dije que quer¨ªa salir a la calle, que quer¨ªa ver la calle. Pero los m¨¦dicos insist¨ªan en que me iba a marear. Me puse tan cabez¨®n que me dejaron salir. Y a la media hora estaba hecho una mierda. Entiendo perfectamente la sensaci¨®n del personaje cuando se escapa corriendo. ?A m¨ª ahora me ponen unas piernas y salgo por la ventana de un salto!".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.