Cuando el enemigo es uno mismo
PSC y CiU buscan en Catalu?a una campa?a para combatir el desafecto - La fragmentaci¨®n del electorado preocupa a Montilla y Mas
Los estrategas de los dos principales partidos catalanes han llegado a la conclusi¨®n de que sus peores enemigos en las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas son ellos mismos. El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) y Convergencia i Uni¨® (CiU) tienen asumido que s¨®lo podr¨¢ gobernar el que logre poner bajo control el apabullante desafecto de su electorado hacia la pol¨ªtica.
Para lograrlo, el PSC ha puesto en marcha una campa?a en la que destaca "la seriedad" de su l¨ªder y presidente de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla. Los nacionalistas han hecho lo propio tratando de imprimir en la imagen de Artur Mas la idea de "cambio tranquilo" que no lograron ofrecer hace cuatro a?os. Todos los partidos tienen asumido, a s¨®lo nueve meses para las elecciones, que la participaci¨®n ser¨¢ baja. La ¨²ltima encuesta oficial de la Generalitat concluye que los pol¨ªticos son, s¨®lo superados por el paro, el principal problema de los ciudadanos y refleja un bajo nivel de movilizaci¨®n del electorado, en especial el de la izquierda.
Artur Mas trata de frenar, sin ¨¦xito, la euforia de las filas nacionalistas
El PSC tropieza consigo mismo con otro debate sobre el perfil del partido
A nueve meses para las elecciones, CiU saca seis puntos de ventaja al PSC
Los socialistas esperan que en oto?o ya se note una mejor¨ªa econ¨®mica
El desafecto hacia la pol¨ªtica quita el sue?o a las direcciones de los grandes partidos porque est¨¢ surgiendo una mir¨ªada de formaciones en estado embrionario que amenazan con atraerse a los m¨¢s desencantados. Y con una baja participaci¨®n ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil para ellos acceder al 3% de los votos que marca la ley para lograr representaci¨®n. El actual Parlamento catal¨¢n cuenta ya con seis grupos. M¨¢s fragmentaci¨®n podr¨ªa convertir la c¨¢mara catalana en un tablero sin ninguna mayor¨ªa m¨ªnimamente s¨®lida.
Los socialistas quieren evitarlo atrayendo a los votantes tradicionales de CiU poco amigos de las aventuras soberanistas con la que coquetea la actual direcci¨®n nacionalista. La crisis es el eje de una campa?a que busca reflejar en Jos¨¦ Montilla la imagen del "hombre serio" que necesita Catalu?a. De hecho, Montilla se jacta de haber detectado -y reconocido- antes que nadie la existencia de la crisis econ¨®mica. "Cuando algunos la negaban, mi gobierno ya tomaba medidas", repite a menudo en referencia velada a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
Pero la crisis se est¨¢ cebando en los barrios populares, los graneros de voto del PSC, y todos los dirigentes del partido admiten sin ambages que ser¨¢ muy dif¨ªcil arrastrar hasta las urnas a los 640.000 parados que hay hoy en Catalu?a, el 17% de la poblaci¨®n activa. "Aspiramos a que antes de oto?o se vean s¨ªntomas claros de recuperaci¨®n, pero entendemos que no habr¨¢ tiempo para controlar el paro", admit¨ªa esta semana un alto dirigente del PSC.
Por esta raz¨®n, y porque el tripartito tiene una imagen mala entre la mayor¨ªa de ciudadanos, los socialistas preparan una campa?a muy presidencialista en la que vender¨¢n a su candidato Montilla como el pol¨ªtico m¨¢s serio de Catalu?a. No es de extra?ar as¨ª, que la c¨²pula del partido se haya rasgado las vestiduras esta semana al escuchar c¨®mo destacados miembros del Gobierno catal¨¢n -todos ellos del PSC- han desafiado al presidente aireando p¨²blicamente su convencimiento de que Catalu?a est¨¢ "fatigada" del tripartito. Si bien Montilla y su entorno m¨¢s fiel pueden compartir la tesis, las formas y el momento de las declaraciones han provocado un revuelo en el partido hasta el punto de que muchos dirigentes no entienden como Ernest Maragall o Antoni Castells pueden continuar en el Gobierno tras llegar a tal conclusi¨®n. Ayer, Castells insisti¨® en que hay dos principios b¨¢sicos en los partidos: la expresi¨®n de las ideas y la aceptaci¨®n de la realidad.
Los nacionalistas ven en los movimientos de estos consejeros de Montilla -encuadrados en el sector m¨¢s catalanista del partido- un intento de posicionarse para una eventual sucesi¨®n del l¨ªder si el PSC pierde la Generalitat. Voces pr¨®ximas a la direcci¨®n socialista insisten en que la opini¨®n de estos consejeros no es m¨¢s que el en¨¦simo intento de este sector de "marcar perfil" con la petici¨®n de un grupo parlamentario propio en el Congreso al margen del PSOE. El debate es nefasto a estas alturas para los intereses electorales de Montilla.
Los miedos de CiU van en otro sentido. Las encuestas oficiales les dan seis puntos de ventaja sobre los socialistas y algunos estudios internos elevan las distancias a diez puntos. El entorno de Mas mantiene que el principal peligro es la autoconfianza y la soberbia demostrada en otras ocasiones, como en la campa?a de hace cuatro a?os. De ah¨ª que el l¨ªder insistiera ayer de nuevo en pedir autocontrol a los suyos: "Ante el desbarajuste del tripartito, nosotros pondremos rigor, pero no podemos confiarnos".
Exceso de confianza aparte, el hecho de que la fragmentaci¨®n del arco pol¨ªtico afecte tambi¨¦n esta vez a la derecha enciende todo tipo de alarmas en CiU. La federaci¨®n, sobre todo los sectores m¨¢s nacionalistas, comienzan a temer la candidatura del presidente del Futbol Club Barcelona, Joan Laporta, que sigue dej¨¢ndose querer por el mundo independentista a la espera de anunciar las pr¨®ximas semanas que acude a las elecciones.
Tambi¨¦n en el flanco derecho, la ex diputada auton¨®mica del Partido Popular Montserrat Nebrera amenaza con ocasionar m¨¢s de un quebradero de cabeza a su ex partido y a CiU con Alternativa de Govern, una plataforma que goza de ciertos apoyos en el Opus Dei -hasta ahora fieles al PP y a Uni¨® Democr¨¤tica- y en sectores econ¨®micos liberales. Nebrera, como Laporta, todav¨ªa no ha dado el s¨ª definitivo a concurrir en las urnas, pero coquetea con esta posiblidad. Por ¨²ltimo, todos temen que el ultra Josep Anglada, presidente de la Plataforma per Catalunya, logre hacerse alg¨²n hueco con su discurso xen¨®fobo en los barrios m¨¢s castigados por la crisis. El PP, por si acaso, ha agudizado su discurso cr¨ªtico con la inmigraci¨®n.
Los nacionalistas de CiU tambi¨¦n quieren pescar votos entre los que ven en la inmigraci¨®n un peligro a batir. De ah¨ª el apoyo cerrado a iniciativas como la del alcalde de Vic para prohibir el empadronamiento de los inmigrantes en situaci¨®n irregular. Con todo, Mas busca moderar cualquier discurso extremista. El soberanismo exhibido en otros momentos de la legislatura ha quedado en un caj¨®n las ¨²ltimas semanas. Tambi¨¦n evita cr¨ªticas demasiado feroces a Esquerra Republicana, por si tiene que llamar a su puerta despu¨¦s de las elecciones. Por la misma raz¨®n, y pese al recurso contra el Estatuto que sigue debati¨¦ndose en el Tribunal Constitucional, los de Mas tampoco quieren demonizar excesivamente al Partido Popular.
La consigna de CiU y PSC es clara: no hablar de los pactos propios y echar en cara los del rival. Y sobretodo, hacerlo sin cansar todav¨ªa m¨¢s al ya fatigado electorado.
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