Victoria p¨®stuma de Faulkner
El premio Nobel de literatura norteamericano William Faulkner ha obtenido una victoria, si bien un tanto p¨ªrrica, porque, muerto el autor en 1963, no le permitir¨¢ remojarse el gaznate, como le habr¨ªa gustado, puesto que el triunfo tan esperado le llega con d¨¦cadas de retraso.
En el verano de 1950 el creador del m¨ªtico condado de Yoknapatawpha hizo campa?a para que en la localidad de Oxford, condado de Union y Estado de Misisipi, se pudiera vender p¨²blicamente cerveza, prohibida, como el resto de bebidas m¨¢s o menos espirituosas, desde los tiempos de la ley seca en los a?os treinta.
Ahora, por fin, por un 54% frente al 46%, los seres humanos de normal desarrollo intelectual han conseguido poner freno al puritano disparate.
El pastor Rickey Blythe de la Primera Iglesia Bautista (calvinista) de New Albany, comandante en jefe de los abstemios,
se quejaba de que la ¨²ltima vez que se vot¨®, en 1977, hab¨ªan ganado los enemigos del l¨²pulo y cebada fermentados, por dos a uno, y que para que se diera el actual resultado hab¨ªa hecho falta que muchos de sus austeros feligreses votaran en favor del desenfreno cervecero.
Faulkner hizo campa?a repartiendo folletos en los que se le¨ªa: "Por un pueblo de Oxford m¨¢s libre. Su servidor", en lo que algunos cr¨ªticos de Nueva York calificaron, con la t¨ªpica rechifla anglosajona, de "una muestra de su prosa m¨¢s clara y concisa".
El voto liberador se produjo el pasado 12 de enero y a¨²n tendr¨¢n que pasar un par de meses para que la cerveza riegue los hogares de Oxford, e incluso en 2015, la santa y devota intolerancia tendr¨¢ de nuevo la oportunidad de secarle la garganta a los nativos. Pero no se crea que los abstemios profesionales no han vendido cara su derrota. Un grupo de ellos, sus fuerzas de asalto, ped¨ªan que en caso de victoria del maligno no se pudiera expender la cerveza en botellas, sino s¨®lo en cajas, y a temperatura ambiente, para que el fr¨ªo no hiciera demasiado gozosala bebida.
La vieja guardia sigue cabalgando, como muestra el hecho de que un tercio de condados del Estado mantenga la prohibici¨®n en vigor. Ni a¨²n muerto William Faulkner ha conseguido ganar completamente la ¨²ltima batalla.
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