"Fui condenado pese a que la v¨ªctima dijo que yo no hab¨ªa sido"
Jorge Ortiz sale de la c¨¢rcel en tercer grado, pero se le ha negado el indulto
"Todav¨ªa no me puedo creer lo que ha pasado", dice Jorge Ortiz, sorprendido. "Pero ya he visto que los jueces nunca van a reconocer que se han equivocado". Quiere escribir un libro para contar su historia procesal y penitenciaria, que, como el Joseph K de Kafka, no comprende. El jueves pasado sali¨® de la c¨¢rcel. Le han concedido el tercer grado, pero ha pasado tres a?os preso por dos atracos a punta de navaja y todav¨ªa le quedan cuatro de condena. La ¨²nica prueba en su contra fue que dos v¨ªctimas le hab¨ªan se?alado como culpable en una fase inicial de la investigaci¨®n: una se retract¨® antes del juicio e identific¨® al verdadero culpable ante la polic¨ªa, pero los juzgados se equivocaron y mandaron la diligencia a un procedimiento que no era el de Jorge; la otra tambi¨¦n dijo que cre¨ªa que no era ¨¦l.
El culpable fue sentenciado por 24 atracos a mano armada
El Tribunal Constitucional no admiti¨® a tr¨¢mite su recurso
Nada de esto import¨®. Fue condenado y a una de las v¨ªctimas del atraco la procesaron por falso testimonio. Fue absuelta despu¨¦s, pero ni la Audiencia Provincial, ni el Tribunal Supremo, ni el Constitucional enmendaron el error por una aplicaci¨®n muy restrictiva de la ley; y el Gobierno le deneg¨® el indulto el pasado mes de octubre. A los ojos de la justicia, aunque de forma incomprensible para cualquier ciudadano, sigue siendo culpable.
Jorge tiene ahora 39 a?os. Un d¨ªa de febrero de 2004 se encontr¨® con un amigo por la calle. "Me dijo que unos polic¨ªas me estaban buscando por unos atracos, pero, como no hab¨ªa hecho nada, no le di importancia", recuerda. Pero los agentes fueron a buscarle el 1 de marzo. Pas¨® tres d¨ªas en el calabozo mientras intentaban que confesara. Se hab¨ªan producido varios robos a punta de navaja en locales comerciales de la zona de La Arena, en Gij¨®n, y necesitaban un culpable.
?l aparec¨ªa en los archivos policiales porque hab¨ªa tenido, de joven, alg¨²n problema con la justicia y, sobre todo, con las drogas. Nunca hab¨ªa cometido un delito violento. En febrero de 2004 estaba en tratamiento de deshabituaci¨®n con metadona y hab¨ªa trabajado unos meses en el Ayuntamiento. La polic¨ªa mostr¨® su foto a cinco v¨ªctimas, que lo identificaron "sin ning¨²n g¨¦nero de dudas". Pero s¨ª ten¨ªan dudas porque tres de ellas no lo se?alaron despu¨¦s en las ruedas de reconocimiento. Dos s¨ª lo hicieron (se retractaron con posterioridad), y se abri¨® el procedimiento penal en su contra. Lo metieron en prisi¨®n preventiva. "Esto ya da qu¨¦ pensar sobre la actuaci¨®n de la polic¨ªa", dice su abogado, Guillermo Calvo. Una de las v¨ªctimas dijo que los agentes le hab¨ªan dicho que Jorge hab¨ªa reconocido el delito.
Los atracos continuaron a pesar de que Jorge estaba en la c¨¢rcel, lo que hizo sospechar a la polic¨ªa que el culpable era otro. Acabaron dando con ¨¦l: Miguel Robles, algo mayor que Jorge y sin antecedentes penales. Fue condenado por 24 atracos a mano armada. Cuando lo detuvieron, los agentes fueron a mostrar la foto a las dos testigos del caso de Jorge: Ana Yolanda E. R. y Ver¨®nica C. S., a la que no encontraron porque se hab¨ªa ido a vivir a Castell¨®n. Ana Yolanda vio la foto y dijo estar segura de que Miguel era el ladr¨®n. Se hab¨ªa equivocado con Jorge.
La polic¨ªa envi¨® la diligencia a los juzgados, pero all¨ª cometieron un error: mandaron el oficio s¨®lo al procedimiento contra Robles y jam¨¢s lleg¨® al de Jorge, y el juicio en su contra se celebr¨®. "Cuando llegu¨¦ al juzgado me encontr¨¦ con Ana Yolanda, que me dijo que qu¨¦ estaba haciendo all¨ª, que ella ya hab¨ªa dicho que no era yo", relata Jorge. "Yo me ech¨¦ a llorar. La otra mujer tambi¨¦n me dijo que cre¨ªa que no era yo. Pens¨¦ que se iba a arreglar todo".
No fue as¨ª. Al juez, que no hab¨ªa recibido ning¨²n oficio de la polic¨ªa, le son¨® a chino la historia de Ana Yolanda. La otra v¨ªctima dijo que el atracador no ten¨ªa la enorme cicatriz en la nariz que ve¨ªa en el rostro de Jorge. "La tiene desde peque?o porque le mordi¨® un perro", recuerda la madre, que acompa?a a Jorge en la entrevista. El fiscal pidi¨® que se actuara contra las dos mujeres porque cre¨ªa que ment¨ªan. Otro de los testigos dijo que la polic¨ªa "ten¨ªa inter¨¦s en atribuir el robo a Jorge". A pesar de todo, el juez lo conden¨® a siete a?os de c¨¢rcel -en contra del principio in dubio pro reo- y Ana Yolanda fue procesada por falso testimonio. La otra se salv¨® porque s¨®lo hab¨ªa expuesto sus dudas.
Ana Yolanda intent¨® ayudar al abogado a sacar a Jorge de la c¨¢rcel. Encontraron el dichoso oficio de la polic¨ªa y a ella la absolvieron del falso testimonio. Empez¨® entonces un largo camino de recursos que acabaron en nada. La Audiencia Provincial ni siquiera admiti¨® como prueba la diligencia policial argumentando que lo que dec¨ªa la v¨ªctima no era nuevo; que ya lo hab¨ªa dicho en el juicio. Se recurri¨® en amparo ante el Constitucional, que no admiti¨® a tr¨¢mite el recurso por "carecer manifiestamente de contenido". El fiscal recurri¨® esta decisi¨®n, pero no tuvo ¨¦xito.
El caso lleg¨® despu¨¦s al Supremo en forma de recurso de revisi¨®n, que exige, para revocar sentencias firmes, que haya hecho nuevos que evidencien la inocencia del condenado. El hecho nuevo alegado era la sentencia absolutoria de Ana Yolanda en el proceso por falso testimonio, en el que quedaba acreditada toda la absurda historia, pero el Supremo no estuvo de acuerdo. La justicia cerraba sus puertas.
S¨®lo en la c¨¢rcel le han ayudado
La ¨²ltima esperanza de Jorge Ortiz era el indulto que, si bien no servir¨ªa para acreditar su inocencia, lo sacar¨ªa de la c¨¢rcel. El caso era tan absurdo que la Audiencia Provincial acept¨® suspenderle la condena mientras se decid¨ªa la medida de gracia del Gobierno. Pero esta vez tambi¨¦n le dieron un no. El Ministerio de Justicia ha declinado dar explicaciones al respecto; un portavoz explic¨® a este peri¨®dico que no se comentaba la pol¨ªtica de indultos. En octubre, despu¨¦s de la denegaci¨®n del indulto, volvi¨® a la c¨¢rcel.
Mientras tanto, Miguel Robles, condenado por 24 atracos, lleva ya varios a?os libre. Le impusieron uno de prisi¨®n por cada robo, pero como s¨®lo se cumple hasta el triple de la mayor de las condenas que se imponen, s¨®lo cumpli¨® tres. "?l est¨¢ tan tranquilo y yo aqu¨ª, pagando por lo que no he hecho", se queja Jorge.
"La semana de los robos ni hab¨ªa salido casi de casa", a?ade su madre, Adela, que est¨¢ destrozada por lo que le ha pasado a su hijo. "El que haga algo, aunque sea mi hijo, que pague. Pero ¨¦l no atrac¨® a nadie".
"Los ¨²nicos que se han portado bien conmigo han sido los de la c¨¢rcel de Villabona", dice Jorge. S¨®lo tiene palabras de agradecimiento para los funcionarios y educadores del m¨®dulo terap¨¦utico en el que ha estado. Han agilizado los tr¨¢mites del tercer grado y cre¨ªdo en su inocencia. "Ahora hay que intentar seguir adelante", dice. Est¨¢ rehabilitado de sus problemas con las drogas y tiene buen aspecto. La entrevista fue ayer a mediod¨ªa. Por la tarde jugaba el Sp¨®rting de Gij¨®n contra el Valencia y estaba muy contento porque iba a verlo al Molin¨®n. En la c¨¢rcel no pod¨ªa.
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