Un hombre de estado en la Academia
De este hombre con risa contagiosa y gesto de diablo alegre llamado ?lex de la Iglesia conoc¨ªa su antigua y genuina vocaci¨®n de destroyer, su vitalismo, su simpat¨ªa, su agilidad mental, su mordacidad, su talento oral contando historias que ¨¦l hace inevitablemente divertidas. Como director de cine posee estilo, imaginaci¨®n y fuerza visual, independientemente del resultado final de sus siempre arriesgadas y muy personales pel¨ªculas. En dos de ellas, El d¨ªa de la bestia y La comunidad, me hizo feliz. En otras, bastante menos. Pero siempre me crean ilusi¨®n sus nuevos proyectos.
Lo que ignoraba del libertario ?lex de la Iglesia era su grandiosa habilidad pol¨ªtica, el arte para imponer la paz en la tantas veces alborotada granja del cine espa?ol, para venderle las excelencias de la casa a todo cristo, incluidos los malvados medios de comunicaci¨®n que cuestionan el eterno mecenazgo del Estado hacia la gran familia, para lograr que los muy desde?osos hijos pr¨®digos retornen al a?orado hogar, para que el p¨²blico deje de mirar de reojo a los indefensos calumniados, para intentar resaltar en la marcha de pompa y circunstancias el esplendor en la hierba que nunca existi¨®. Que desconf¨ªes de la casta pol¨ªtica no es impedimento para que distingas a los inteligentes de los tarugos. El presidente de la Academia ha demostrado sus virtudes de estadista para sacar agua del desierto, apagar fuegos, hermanar a tirios y troyanos. Estos premios Goya, aunque ¨¦l no concursara, representan su triunfo, su consagraci¨®n como hombre de Estado. Tiene mucho m¨¦rito juntar en p¨²blico y en primera fila a las estrellas Pen¨¦lope Cruz y Javier Bardem, pareja comprensiblemente huidiza ante el acoso a su intimidad. O que su tenacidad dejara sin argumentos a la agraviada prima donna Almod¨®var para que ¨¦ste entregara el premio a una pel¨ªcula espa?ola que no lleve su firma. Generosidad recompensada con esa atronadora ovaci¨®n y entra?able tributo al dios manchego que le dedicaron sus enamorados colegas con esp¨ªritu de feligreses. Qu¨¦ momento, qu¨¦ emoci¨®n, qu¨¦ exaltante, qu¨¦ bonito, a la altura de los finales felices de Capra y del cine ¨¦pico.
El Malamadre de Luis Tosar es m¨ªtico, justifica la carrera de un actor
Ignoraba la gran habilidad pol¨ªtica del libertario ?lex de la Iglesia
En cuanto a los premios, empiezo por mis escasas disidencias. Aunque reconozca el internacionalismo del productor Gerardo Herrero, mi estrecho cerebro no entiende qu¨¦ demonios pinta en los galardones del cine espa?ol El secreto de sus ojos, la pel¨ªcula m¨¢s hermosa e inequ¨ªvocamente argentina que he visto en mucho tiempo. Si resulta que sus se?as de identidad son notarialmente espa?olas, ?c¨®mo es posible que represente a Argentina en los Oscar, o que tambi¨¦n figure en los Goya como candidata en ese retorcido apartado de "mejor pel¨ªcula extranjera de habla hispana"? Qu¨¦ obsesi¨®n la de nacionalizar a la fuerza a los triunfadores. Tambi¨¦n es grotesco que se atrevan a incluir entre las actrices revelaci¨®n a Soledad Villamil, esa fant¨¢stica se?ora. Respeto mucho a Marta Etura. Pero entre las cosas que le sobran a la mod¨¦lica Celda 211 est¨¢ su personaje.
Aclarado mi amor incondicional a la magistral y perdedora pel¨ªcula de Campanella, encuentro escasamente discutible los galardones a Celda 211, droga sabia y dura para todo tipo de espectadores, tenso, negro, complejo y admirable ejemplo de narraci¨®n que te engancha de principio a fin y te provoca las ancestrales sensaciones del gran cine. La responsabilidad del actor Luis Tosar en esa fiesta es enorme. Su Malamadre es de esas actuaciones m¨ªticas que justifican la carrera de un actor. Es magnetismo, veracidad, fuerza, matices, violencia, sutileza. Su trabajo pertenece al estado de gracia. Como el del director Daniel Monz¨®n.
Es coherente que ?gora haya tenido que conformarse con los sabrosos restos. Han premiado la brillantez de los aspectos t¨¦cnicos en una superproducci¨®n con vocaci¨®n de autor¨ªa. Tambi¨¦n la originalidad y osad¨ªa de Alejandro Amen¨¢bar y de Mateo Gil para reinventar un pasado del que quedan pocos datos hablando de la eterna intolerancia que caracteriza a las religiones, de la man¨ªa de lapidar al contrario y al pensamiento libre.
Es notable el desgarro y la comprensi¨®n que otorga Lola Due?as a su personaje de Yo tambi¨¦n. Y muy esperanzador que los directores noveles que estaban nominados tengan tan claro el lenguaje y el tono que necesitan sus historias. El talento y la complejidad de la mirada de Mar Coll sobre las personas, las relaciones, los sentimientos, los disfraces y los rituales en Tres d¨ªas con la familia te deja pasmado. Alberto Ammann en Celda 211 a veces habla con acento argentino y otras con esforzado espa?ol, pero ese descoloque lo hubiera solucionado el gui¨®n otorg¨¢ndole una nacionalidad determinada. Ra¨²l Ar¨¦valo es un desagradable y convincente tarado en Gordos. Las ¨²ltimas pel¨ªculas de Antonio Mercero trataban de enfermos f¨ªsicos y mentales. Ojal¨¢ que este homenaje le hubiera llegado antes de sufrir Alzheimer a un hombre que entendi¨® inmejorablemente los gustos del espectador medio de televisi¨®n. No son los m¨ªos, pero su profesionalidad y su instinto fueron irreprochables.
Sospecho que el ruido convenientemente orquestado sobre la bendita recuperaci¨®n del idilio entre el cine espa?ol y los espectadores va a ser abusivo. No es exacto, es una falacia que interesa. Al p¨²blico le ha gustado mucho Celda 211 y tambi¨¦n guarda comprensible fidelidad a los pasos de un creador muy serio llamado Amen¨¢bar. Apropiarse de ¨¦xitos ajenos y aislados haciendo sonar las trompetas de Jeric¨® siempre traer¨¢ ventajas colectivas. Enhorabuena, ?lex. Lo est¨¢s haciendo muy bien. Tuya es la gloria.
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