Noche de rusos y mulatos
Es rara El jard¨ªn infinito. Densa, oscura y, especialmente, muy poco complaciente, no responde a expectativas. Ni a las que tendr¨ªa un ¨¢vido lector de Ch¨¦jov subyugado por esa mezcla de tristeza, melancol¨ªa y decadencia de su teatro, ni a las que seguramente llevar¨¢ el que ha ovacionado viejos trabajos de Nacho Duato, que son todo fiesta y musicalidad.
En su homenaje al c¨¦lebre escritor ruso, el core¨®grafo valenciano, cejijunto, rechaza vehemente cualquier obviedad y se sumerge en una investigaci¨®n art¨ªstica que desvela, a golpe de danza milim¨¦trica de precisi¨®n, algo m¨¢s profundo y demoledor, casi tr¨¢gico y existencialista, que late en Ch¨¦jov. No hay referentes ni referencias concretas, salvo quiz¨¢ la lluvia de palabras rusas que, como letan¨ªas, sirven de m¨²sica a buenos trozos de este ritual, que ha contado con la complicidad de la escenograf¨ªa de Jaffar Chalabi, una omnipresente estructura viva y part¨ªcipe, que limita y delimita el espacio con inteligencia propia.
La m¨²sica, concreta y enigm¨¢tica, tambi¨¦n huye despavorida de toda referencia chejoviana, al tiempo que la danza, ejecutada con brillo y concentraci¨®n, deliberadamente parece carente de compromiso emocional.
El intento claramente est¨¢ en desvelarnos otro Ch¨¦jov. Pero probablemente tanta huida y temor a lo obvio y esperado, termine dejando al espectador un poco desolado y sin recursos en su intento por descubrir dentro de esta fr¨ªa y racional propuesta al emocionado y melanc¨®lico Ch¨¦jov conocido.
En cualquier caso, Duato se sumerge en una investigaci¨®n seria, profunda y l¨ªcita, aunque para ello tenga que ignorar las expectativas de su p¨²blico fiel, acostumbrado a obras suyas del pasado m¨¢s directas, m¨¢s festivas, m¨¢s tel¨²ricas. Rassemblement, por ejemplo.
El regreso de esta pieza temprana (la estren¨® para el Cullberg Ballet, de Suecia, en 1990) es la verificaci¨®n del otro Duato. Cabalgando sobre las maravillosas canciones mulatas de Toto Bissainthe, exagerando contoneos de caderas y pelvis, pegado descalzo a la tierra, a la naturaleza, y desde luego m¨¢s obvio y menos maduro, pero decididamente espont¨¢neo y l¨²dico, el Duato del pasado sigue siendo emocionante.
Se inspir¨® en Hait¨ª, en su gente, sus creencias y tambi¨¦n su sufrimiento. Tiene la obra p¨¢lpitos de negritud, resonancias de vud¨² y voces de denuncia. Evidentemente, en este momento, trae valor emocional agregado, y nos recuerda el sino triste de un pa¨ªs azotado por la barbarie, el colonialismo, el exterminio, la pobreza, la violencia. Y tambi¨¦n por los demoledores caprichos de la naturaleza.
Babelia
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