Pompa y circunstancia

Los peque?os detalles delatan a los directores grandilocuentes. En un pasaje de la, de todos modos, notable Expiaci¨®n, su director, Joe Wright, decidi¨® construir un impresionante plano-secuencia en una playa, con cientos de extras, exuberantes decorados, decenas de movimientos interiores y variadas acciones, que poco ven¨ªa a aportar a la narraci¨®n y mucho a la brillantez t¨¦cnica del producto. Eso s¨ª, a algunos espectadores se nos olvid¨® por un momento lo que nos estaba contando la pel¨ªcula y lo que dec¨ªan los personajes, para acabar fij¨¢ndonos ¨²nicamente en los alrededores y lo que tardaba en haber un corte para cambiar de plano. En ese instante, la secuencia se convert¨ªa en vacua vehemencia.

En El solista, la nueva obra de Wright, se nota la mano de la puesta en escena a cada minuto. El autor brit¨¢nico, quiz¨¢ consciente de que el material con el que le ha tocado lidiar raya peligrosamente con el de infinidad de telefilmes basados en hechos reales, experimenta con montaje, encuadres, iluminaci¨®n y movimientos, y el resultado es un peque?o relato de superaci¨®n ilustrado como si estuvi¨¦semos ante la pel¨ªcula que fuera a cambiar el devenir del cine.

Columnista de prensa en busca de historia descubre a sin techo con pasado universitario, de evidentes problemas psiqui¨¢tricos, que toca un destartalado viol¨ªn por las solitarias esquinas de Los ?ngeles. ?Hay tema para una columna? Por supuesto. ?Hay tema para una pel¨ªcula? Tambi¨¦n.

Sin embargo, el pomposo Joe Wright parece m¨¢s preocupado por visualizar una sinfon¨ªa de Beethoven con una especie de salvapantallas caleidos-c¨®pico que por indagar en uno de los grandes temas de su drama: el aprovechamiento del periodista de una tragedia ajena para sus propios prop¨®sitos, a la manera del Truman Capote de A sangre fr¨ªa.