M¨¢s perdidos que el Quijote y Emma Bovary
De las cordilleras contrastadas que dibujaba el universo Gutenberg estamos pasando a las casi infinitas planicies igualitarias de Internet. La imprenta cre¨® su universo virtual. Ahora entramos en una virtualidad diferente
Internet est¨¢ cambiando las leyes de la narraci¨®n, y si toda narraci¨®n aspira a crear sentido, Internet estar¨ªa cambiando las leyes del sentido (que significa direcci¨®n y destino).
Estamos presenciando el canto de cisne de la literatura pensada para ser reproducida seg¨²n el modelo Gutenberg, que ha sido el m¨¢s determinante de nuestra cultura durante medio milenio. ?Ahora lo es?
Nos hallamos en una frontera de naturaleza tan movediza, y tan de arenas movedizas, que genera cierto v¨¦rtigo, un v¨¦rtigo que puede conducirnos a grandes trastornos de identidad y que va a producir (lo est¨¢ produciendo ya) un gran dolor cultural, como vaticin¨® McLuhan. En momentos as¨ª todo son gritos de un lado y de otro y no hay manera de entenderse. Los hay que rezan por la desaparici¨®n del libro y lo proclaman con extra?a arrogancia por todos los ¨¢mbitos que pueden y los hay que gritan que el libro nunca va a desaparecer.
El ordenador y el libro conviven y convivir¨¢n. ?se no es el tema, el tema es el cambio mental
La nueva virtualidad es m¨¢s l¨ªquida, m¨¢s vasta, m¨¢s plana. En una palabra, m¨¢s oce¨¢nica
Seamos razonables, es evidente que el ordenador y el libro conviven y convivir¨¢n. Eso no es lo determinante: lo determinante es preguntarse qu¨¦ pesa m¨¢s en nuestra cabeza, y muy especialmente en la cabeza de los m¨¢s j¨®venes ?el "discurso" (y "discurrir") digital o el discurso de los libros? ?El mundo que est¨¢n configurando las t¨¦cnicas digitales o el que ha ido configurando la imprenta? Porque si resulta que en la cabeza de los j¨®venes pesa m¨¢s el universo digital que el impreso, la cultura digital ya estar¨ªa por encima de la gutenbergiana, una cultura digital que tendr¨ªa adem¨¢s el poder de determinar y modificar, a partir de este momento, toda la cultura gutenbergiana anterior (al erguirse como un medio m¨¢s poderoso y funcional) y de cambiar profunda y "llanamente" todo el sistema de valoraci¨®n anterior y la naturaleza de sus jerarqu¨ªas.
Dec¨ªa Barthelme que las grandes ideas s¨®lo son grandes debido a la inflaci¨®n que la cultura ha ejercido sobre ellas. La cultura de la imprenta ha llevado a cabo un largo proceso de inflaci¨®n sobre determinados pensadores y escritores de nuestro mundo, creando un sistema de valoraci¨®n que si bien se iba modificando con cada generaci¨®n manten¨ªa ciertas constantes. Muchos de los autores que la cultura que me engendr¨® consideraba valiosos cuando yo era adolescente, no han perdido demasiado valor desde entonces. ?O s¨ª? A veces basta con prestar atenci¨®n, en el autob¨²s, a las conversaciones telef¨®nicas de sujetos pertenecientes a las ¨²ltimas generaciones para percibir, cuando hablan de libros o de cine, otro sistema de valoraci¨®n (m¨¢s amplio y m¨¢s plano) y otro sistema de jerarqu¨ªas, vertiginosamente nivelador e igualador.
Es el problema del universo digital, un universo que representa un poco las grandes planicies sem¨¢nticas que so?aba la Escuela de Par¨ªs, as¨ª como la criba de todos los valores y jerarqu¨ªas engendrados por el "poder" tal como lo entend¨ªa Foucault, y que ata?e tanto al universo de la pol¨ªtica como al de la cultura. La informaci¨®n no aparece jerarquizada y dir¨ªase que toda ella tiene el mismo nivel al ocupar, como quien dice, el mismo plano o la misma planicie de informaci¨®n. Puede que las cimas de antes (los grandes padres del saber que figuraban en todas las historias del pensamiento y la literatura) no hayan perdido altura en s¨ª, pero ahora se hallan en medio de unas planicies de informaci¨®n tan extensas y tan ajenas a los sistemas jer¨¢rquicos anteriores que apenas se percibe su elevaci¨®n. Da la impresi¨®n de que desde el Renacimiento no se llevaba a cabo un proceso tan vasto y tan claro de nivelaci¨®n y de igualaci¨®n, y como el Renacimiento fue el movimiento que trajo consigo la imprenta, debe pensar que el proceso de igualaci¨®n que ya estamos sufriendo s¨®lo resulta comparable al que gener¨® la aparici¨®n de la imprenta y el comienzo de la era Gutenberg.
A veces es imposible evitar cierta melancol¨ªa cuando nos asalta la sospecha de que nos hallamos ante un mundo que est¨¢ dejando paso a otro, y que el proceso de nivelaci¨®n, de desarticulaci¨®n de las jerarqu¨ªas y de diseminaci¨®n de la cultura es ya imparable. Pero la melancol¨ªa no lleva a ninguna parte y es preferible preguntarse d¨®nde est¨¢ el problema.
En la tesitura en la que nos encontramos, lo importante no es que el libro digital se llegue a imponer o no, ya que el libro digital es en s¨ª mismo otro ordenador que calca del computer habitual todo su sistema reproductivo y toda su velocidad, lo determinante es el nuevo modelo valorativo que est¨¢ imponiendo el universo digital, y muy especialmente en los que ya han nacido con ¨¦l y en ¨¦l. De las cordilleras contrastadas que dibujaba el universo Gutenberg estamos pasando a las casi infinitas planicies igualitarias de Internet, donde tenemos que movernos como jinetes n¨®madas, y donde las narraciones tienden a ser mucho m¨¢s breves y autom¨¢ticas que en los libros.
En su papel m¨¢s positivo, estas narraciones (y todo en Internet son "narraciones" de una u otra naturaleza) podr¨ªan generar y est¨¢n generando ya una nueva forma de condensar e informar, as¨ª como una alteraci¨®n en las maneras de argumentar y organizar los elementos narrativos, pero en su valor m¨¢s negativo podr¨ªan producir una narrativa fl¨¢cida y simplemente basada en la acumulaci¨®n de materiales, as¨ª como una banalizaci¨®n general de la cultura y de todos sus productos, desde los m¨¢s ordinarios a los m¨¢s sublimes, descomponiendo y desintegrando definitivamente todo el sistema de valores y jerarqu¨ªas que nos leg¨® la era Gutenberg y las castas dominantes que la representaron. En toda cultura en movimiento, los procesos de nivelaci¨®n profunda y general tienden a darse peri¨®dicamente, y siempre que aparecen, no s¨®lo traen con ellos nuevos artefactos para la difusi¨®n de ideas, tambi¨¦n traen con ellos su tabla rasa y su m¨¢quina de arrasar y aplastar monta?as, sin olvidar que cambios como los que estamos experimentando suelen ser la causa del desmoronamiento de muchas industrias que viv¨ªan del sistema reproductivo anterior. Del s¨®lido Himalaya gutenbergiano estamos pasando a las oscilantes llanuras digitales.
Internet es el nuevo Moloch. Cuando te das cuenta del sistema nivelador que te va metiendo en la cabeza ya es demasiado tarde. A partir de ese momento comienzas a percibirlo todo de otra manera. De ver el mundo como una cordillera, pasas a verlo como un infinito mosaico romano, donde toda profundidad es profundidad simulada, ya que todo se halla sobre el mismo plano material. El mundo se tambalea, se alteran los niveles y las jerarqu¨ªas, caen ¨ªdolos de barro que t¨² cre¨ªas de bronce... De pronto, algo m¨¢s de un siglo despu¨¦s de Nietzsche y de Wagner, empiezas a presenciar un nuevo crep¨²sculo de los dioses y a experimentar una cierta sensaci¨®n de p¨¦rdida.
Hay gente que se est¨¢ perdiendo en el mundo de la red, y a la que le resulta dif¨ªcil separar el mundo real del virtual, pero eso ya ocurri¨® con la imprenta y el mejor ejemplo de esa p¨¦rdida es precisamente don Quijote, que acaba creyendo en el universo virtual de los libros de caballer¨ªas, un universo que don Quijote proyecta continuamente sobre la realidad, que s¨®lo hace de pantalla problem¨¢tica de las historias que ha le¨ªdo en los libros.
Tambi¨¦n Madame Bovary vive en el universo virtual de las novelas rom¨¢nticas, si bien su historia amorosa le permitir¨¢ constatar que la realidad no acaba de parecerse a las f¨¢bulas novelescas, circunstancia que no le impide ser heroica hasta el final, empe?ada en convertir su vida en un para¨ªso sentimental calcado de las historias que le han suministrado los libros. No otra cosa les ocurre a los que han sido abducidos por la virtualidad digital. Lo que equivale a decir que ya la imprenta cre¨® su universo virtual y que lo ¨²nico que ocurre es que ahora nos hallamos ante una virtualidad diferente, m¨¢s l¨ªquida, m¨¢s vasta y m¨¢s plana. Dicho con otras palabras que engloban las tres definiciones anteriores: m¨¢s oce¨¢nica.
Jes¨²s Ferrero es escritor. En 2009 gan¨® el Premio Anagrama con Las experiencias del deseo. Eros y misos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.