La soberbia de la soledad
Paul Krugman, en un art¨ªculo publicado esta semana en EL PA?S, afirmaba que Espa?a tendr¨ªa que devaluar su moneda en un 20% para recuperar la p¨¦rdida de competitividad contra¨ªda por la econom¨ªa espa?ola desde su incorporaci¨®n al euro. Puesto que esto ya no es posible, porque Espa?a no tiene moneda propia, el ajuste por esa p¨¦rdida de competitividad tiene que hacerse de otra manera. Pero tiene que hacerse. O lo hacemos nosotros o nos lo impondr¨¢n desde fuera, como le est¨¢ ocurriendo en este momento a Grecia. ?ste es el problema con el que la sociedad espa?ola en su conjunto tiene que enfrentarse. Y tiene que hacerlo porque ella, tanto bajo los Gobiernos del PP como bajo los del PSOE, es la que lo ha generado. Los d¨¦ficits por cuenta corriente, la burbuja inmobiliaria, la menor productividad y, como consecuencia, la p¨¦rdida de competitividad, se vienen produciendo desde mediados de los 90. Entre todos nos hemos metido en el agujero. Los sucesivos Gobiernos tienen su parte de responsabilidad, pero los ciudadanos tenemos la nuestra. Durante m¨¢s de un decenio se han ido acumulando indicios de que no era sostenible el ritmo de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola y que, si no camb¨¢bamos el rumbo, nos ¨ªbamos a estrellar. Nadie quiso tomar en consideraci¨®n esos indicios y nos hemos estrellado.
La crisis ha dado la cara en estos dos ¨²ltimos a?os pero se ha generado en los ¨²ltimos 15
Ojal¨¢ el problema fuera de estos dos ¨²ltimos a?os como consecuencia de la pol¨ªtica econ¨®mica practicada por el Gobierno de Zapatero desde 2008. Si as¨ª fuera, ser¨ªa perfectamente manejable. En estos dos ¨²ltimos a?os se han empezado a corregir algunos de los desajustes en los que hab¨ªamos incurrido en los ¨²ltimos 15. Se est¨¢n reduciendo los d¨¦ficits por cuenta corriente, se ha puesto fin a la burbuja inmobiliaria, se ha producido la convergencia en la tasa de inflaci¨®n con la media de los pa¨ªses de la UE y, como consecuencia del aumento del desempleo, tambi¨¦n se est¨¢ produciendo una mejora en la productividad. El problema ha dado la cara en estos dos ¨²ltimos a?os, pero se ha generado en los ¨²ltimos 15. Por eso tiene la gravedad que tiene.
Y por eso no hay Gobierno apoyado por un ¨²nico partido que pueda hacer frente al mismo. Nunca entend¨ª la decisi¨®n de la direcci¨®n socialista de ir a una investidura en solitario por mayor¨ªa simple de Jos¨¦ Lu¨ªs Rodr¨ªguez Zapatero. Aunque en ese momento no se preve¨ªa la intensidad que la crisis iba a tener, s¨ª se ten¨ªan evidencias de que ven¨ªan tiempos dif¨ªciles y, en consecuencia, hacer ostentaci¨®n de fortaleza en la soledad en tales momentos no parec¨ªa lo aconsejable. Ese gesto inicial, que descansaba en una minusvaloraci¨®n de la crisis econ¨®mica que se avecinaba, ha lastrado la gesti¨®n del Gobierno en estos dos a?os y sigue siendo una dificultad para alcanzar un pacto en este momento. En la soberbia de la soledad inicial encuentran justificaci¨®n las cr¨ªticas que el Gobierno est¨¢ recibiendo de todas las formaciones pol¨ªticas, como qued¨® de manifiesto el mi¨¦rcoles pasado en el Congreso de los Diputados, aunque no todas las cr¨ªticas sean iguales.
Pero, como escrib¨ªa Fernando Vallesp¨ªn en su columna de ayer, ?ngeles y demonios, "en este momento del proceso, importa menos la imputaci¨®n de responsabilidades, que ya se dilucidar¨¢n en la pr¨®xima convocatoria electoral, que la b¨²squeda de soluciones espec¨ªficas". La situaci¨®n es de emergencia y los platos rotos tienen que ser pagados de una manera que la sociedad espa?ola acabe considerando que es equitativa. Los costes de un ajuste equivalente a una devaluaci¨®n del 20% van a ser grandes y ¨²nicamente pueden ser digeridos si la sociedad percibe que se est¨¢n distribuyendo de una manera equilibrada.
Por definici¨®n, una operaci¨®n de esta naturaleza exige el acuerdo entre los distintos partidos que representan a la sociedad espa?ola en toda su complejidad y diversidad, incluida la territorial, pues con nuestra f¨®rmula de gobierno tambi¨¦n los niveles auton¨®mico y municipal tendr¨¢n que participar en la respuesta a esta situaci¨®n de emergencia. El pacto tiene que nacer con una legitimidad en la que se refleje tambi¨¦n la estructura del Estado.
El tiempo apremia. Antes de que se empiece el trabajo de preparaci¨®n de los pr¨®ximos Presupuestos Generales del Estado deber¨ªa haberse alcanzado. De no ser as¨ª, me temo mucho que el sol acabar¨¢ saliendo por Antequera.
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