Feminista y... con velo
La incorporaci¨®n de una joven musulmana con pa?uelo en la lista electoral del Partido Anticapitalista siembra el desconcierto entre la sociedad francesa
Ah¨ª est¨¢ ella: sentada en la ¨²ltima fila, en una sala del Palacio de Justicia de Avi?¨®n, con sus ropas claras y el pa?uelo en la cabeza, mirando los mensajes del tel¨¦fono m¨®vil, aburrida, como todos. Es Ilham Moussa?d, de 23 a?os, estudiante de gesti¨®n de empresas, una joven perfectamente desconocida en Francia hasta hace diez d¨ªas y convertida ahora, de buenas a primeras, en una de las candidatas m¨¢s pol¨¦micas a las pr¨®ximas elecciones regionales, convocadas para marzo.
Sin buscarlo y sin quererlo del todo, y sobre todo sin esperarlo, Ilham se ha vuelto el blanco de todas las cr¨ªticas, el objeto de todos los debates sobre el papel de los inmigrantes y de los candidatos electorales, transformada en la personificaci¨®n de la pol¨¦mica algo esquizofr¨¦nica sobre la identidad nacional, la religi¨®n y el laicismo que desde hace meses (y a?os) polariza la vida pol¨ªtica de Francia. All¨ª est¨¢, en la ¨²ltima fila de la sala, en los asientos del p¨²blico, escuchando a medias al fiscal, mirando los mensajes del m¨®vil.
Ilham es feminista, internacionalista y anticapitalista; todo con el pa?uelo en la cabeza
"Yo no sab¨ªa que llevar un pa?uelo era signo de laicidad", ironiza el ex primer ministro Fabius
"Somos franceses porque ya no podemos ser otra cosa", dice un dirigente joven de origen magreb¨ª
"Yo no estoy oprimida por llevarlo. No hay una ¨²nica manera de defender a las mujeres"
El asunto es simple: Ilham figura en la cuarta posici¨®n de la lista pol¨ªtica del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) por el departamento de Vaucluse (sureste de Francia). No tiene posibilidades de salir elegida, pero esa no es tanto la cuesti¨®n como que este partido es heredero de la vieja Liga Comunista Revolucionaria, de corte trotskista, comandado por el brioso y popular Olivier Besancenot, de profesi¨®n cartero, l¨ªder de la extrema izquierda, abonado a toda manifestaci¨®n o protesta que se desarrolle en la calle. As¨ª, Ilham se confiesa feminista, anticapitalista e internacionalista. Hasta ah¨ª, bien. Pero se confiesa todo eso, y m¨¢s, con el pa?uelo musulm¨¢n en la cabeza. Por eso el revuelo, las cr¨ªticas, los elogios, la perplejidad, en suma, de la sociedad francesa ante una candidata extremista adepta a una prenda demonizada que, para muchos -incluidas, claro, muchas asociaciones feministas-, simboliza la sumisi¨®n de la mujer respecto del hombre.
?C¨®mo se come esto?
?Qui¨¦n es Ilham Moussa?d?
Naci¨® en 1988 en Ajdir (Marruecos). A los tres a?os emigr¨® a Avi?¨®n con su familia. Es la m¨¢s peque?a de siete hermanos, y la ¨²nica de las cuatro chicas de su casa que lleva el pa?uelo. Su padre es alba?il. Su madre, ama de casa. Habla bereber y franc¨¦s. Estudia en la Universidad gesti¨®n de empresas y cuando termine trabajar¨¢ de contable. A los 18 a?os, casi al mismo tiempo, decidi¨® colocarse el pa?uelo y comenz¨® a trabajar en una asociaci¨®n social de su barrio, Saint Chamand. Se especializ¨® en ayudar a los ni?os en el colegio, a echarles una mano en los deberes, a programar y organizar salidas educativas para los alumnos de primaria. En estos cuatro a?os se ha convertido en un personaje querido y respetado en la periferia de su ciudad debido a su activismo militante. Le gustan los reportajes sobre Egipto, la historia, la m¨²sica rap y la de Charles Aznavour. Es aparentemente t¨ªmida, muy amable, sonriente y, a juzgar por sus amigos, decidida.
A principios de 2009 dio un paso m¨¢s y se adhiri¨® al NPA: "Mi fe, en el fondo, se une a los principios del partido: el anticapitalismo o el internacionalismo son valores que, para m¨ª, est¨¢n en los dos sitios. Mi partido y el islam, seg¨²n yo lo veo, son complementarios, muy complementarios", explica durante un descanso del juicio.
?Pero no es todo un poco contradictorio?
-No. Yo soy feminista, es decir, estoy en contra de todo tipo de violencia y de opresi¨®n contra la mujer, defiendo la igualdad entre el hombre y la mujer. Pero no hay una sola manera de ser feminista o de defender a las mujeres. Yo no estoy oprimida por llevar el pa?uelo. S¨¦ que hay mujeres que piensan que taparse la cabeza es un s¨ªmbolo de opresi¨®n. Pero repito: yo no lo estoy. En los a?os setenta, tal vez podr¨ªa ser as¨ª. Pero no ahora. Se trata de una elecci¨®n personal. ?Por qu¨¦ lo repiten constantemente? ?No se esconde aqu¨ª una profunda islamofobia?
Ilham decidi¨® ingresar en el partido despu¨¦s de ver en televisi¨®n el bombardeo israel¨ª sobre Gaza. Desde entonces cumple funciones de tesorera en su agrupaci¨®n. En marzo de 2009 particip¨® en una pol¨¦mica manifestaci¨®n en la estaci¨®n ferroviaria de Avi?¨®n, junto a un centenar de j¨®venes, para protestar contra el "apartheid del pueblo palestino". El l¨ªder del grupo, acusado de enfrentarse a la polic¨ªa y golpear de un rodillazo a un agente, Abdel Zahiri, de 31 a?os, se enfrentaba el mi¨¦rcoles de esta misma semana a una petici¨®n de pena de seis meses. ?se es el juicio al que asiste Ilham junto con sus compa?eros.
Cuando termina la vista en la sede judicial, el l¨ªder Zahiri, de origen marroqu¨ª, con traje, camisa y gafitas de intelectual, sale a la calle e Ilham se encarga de llevarle en su coche al vestuario de un campo de f¨²tbol que les sirve de sede de su asociaci¨®n.
"Fue en noviembre cuando decid¨ª presentarme como candidata", relata. "Un comit¨¦ de 14 personas pens¨® que yo deb¨ªa ir en la lista y acept¨¦. Ya entonces hubo resistencia en el partido. Hab¨ªa gente que no estaba de acuerdo. Por el pa?uelo, claro", a?ade.
Uno de los que no estaba de acuerdo era, precisamente, el cabecilla Abdel. Pero por otras razones: "Yo me imagin¨¦ que la presi¨®n iba a ser mucha, que iban a ir a por Ilham, pero s¨®lo a nivel local. Jam¨¢s pens¨¦ que esto iba a llegar a lo que ha llegado".
Pero bast¨® con que el diario Le Figaro publicase que el NPA presentaba una candidata con velo para que todo se disparara. Hubo miembros del Gobierno de Nicolas Sarkozy que acusaron al NPA de simple provocador, de partido hip¨®crita, de formaci¨®n desfasada con actitudes propias del siglo pasado, "como apoyar a Trotski". Hubo dirigentes socialistas que recomendaron a los miembros de esta formaci¨®n de extrema izquierda releer a Marx. "Yo no sab¨ªa que llevar un pa?uelo era signo de laicidad", ironiz¨® el ex primer ministro socialista Laurent Fabius. Hubo pol¨ªticos del centro que les pidieron que guardaran los signos religiosos en casa para no inflamar a¨²n m¨¢s la mecha de la identidad. Jean Marie Le Pen, presidente del ultraderechista Frente Nacional, eligi¨® un chiste f¨¢cil y despreciativo para juzgar el hecho: "Me siento decepcionado con Besancenot. Un verdadero revolucionario habr¨ªa presentado a una mujer con burka". Muchos polit¨®logos se alzaban de hombros, incapaces de digerir el fen¨®meno.
La combativa Fadela Amara, secretaria de Estado para asuntos de los barrios perif¨¦ricos, critic¨® sin ambages la candidatura. "Me extra?a que un partido pol¨ªtico que se dice laico y feminista lleve en sus listas a una mujer con un pa?uelo. Ese pa?uelo no es simplemente diez cent¨ªmetros de tela sino el s¨ªmbolo de un proyecto pol¨ªtico de la opresi¨®n de las mujeres y de la confiscaci¨®n de sus derechos. Esta estudiante forma parte de ese tipo de personas a las que he combatido siempre. Su manera de defender las libertades individuales simplemente me horripila". La asociaci¨®n feminista Ni Putas Ni Sumisas, de la que Amara fue en su tiempo directora, fue m¨¢s lejos: asegur¨® que denunciar¨ªa la candidatura por considerarla ilegal y contraria a los valores de la Rep¨²blica Francesa.
El propio l¨ªder del Nuevo Partido Anticapitalista, Olivier Besancenot, que no conoc¨ªa a Ilham y que ignoraba que en sus filas hubiera una mujer con el velo, se vio sorprendido por la magnitud de la pol¨¦mica y, en un principio, desbordado por las propias cr¨ªticas internas. La pol¨¦mica le estall¨® a las seis de la ma?ana de un lunes, cuando un periodista le sorprendi¨® pregunt¨¢ndole a bocajarro qu¨¦ pensaba de una candidata del NPA que vest¨ªa "el burka". En el interior de su propia formaci¨®n pol¨ªtica se ha llegado a calificar al pa?uelo de "instrumento de sumisi¨®n, incluso si Ilham no lo ve as¨ª, y no es la ¨²nica que lo ve as¨ª".
Besancenot, que exige que nadie le d¨¦ lecciones de laicidad, ha respetado hasta ahora la elecci¨®n del comit¨¦ local de Avi?¨®n: "Ni es un estandarte del NPA ni tenemos tampoco por qu¨¦ ocultarla". Un periodista de radio con retranca le pregunt¨® esta semana: "?No era la religi¨®n el opio del pueblo?". ?l se sali¨® por la tangente: "Esos a los que he o¨ªdo tanto estos d¨ªas hablar de la laicidad han instrumentalizado a esta candidata para darse lustre en ese aspecto. En el caso de la UMP (el partido de Sarkozy) es insoportable".
Ilham lo dice a su manera, sonriendo, con su voz escasa pero terminante: "La religi¨®n es una cosa privada. Y la laicidad es la separaci¨®n de la Iglesia y el Estado. Yo no represento ni a la mujer musulmana ni al islam. Yo represento en todo caso al Partido Anticapitalista y a las gentes de los barrios pobres de los que procedo". Recuerda que en otras ¨¦pocas ha habido diputados en sotana y que jam¨¢s se les ha cuestionado.
En un principio, Ilham rehuy¨® a los periodistas. Pero despu¨¦s, tanto ella como Abdel consideraron que no deb¨ªan esconderse, que su ejemplo puede servir a otros muchos. De hecho, en su comit¨¦ hay cuatro chicas con pa?uelo. De ah¨ª que el rostro de Ilham, y su melena recogida en un mo?o y cubierta por su pa?uelo blanco, comience a ser cada vez m¨¢s conocido en Francia y en el extranjero. El mi¨¦rcoles concert¨® varias entrevistas con distintos peri¨®dicos brit¨¢nicos y con una cadena de televisi¨®n suiza.
No s¨®lo ha encontrado oposici¨®n en la derecha y en la izquierda pol¨ªtica. Tambi¨¦n en su propio barrio. "Hay j¨®venes que me han acusado de ensuciar el islam", cuenta. Porque Ilham afirma, con la misma determinaci¨®n con la que pide el transporte p¨²blico gratuito y multas a las empresas que echan a trabajadores, que est¨¢ a favor del aborto, de los derechos de los homosexuales y de las medidas contraceptivas. Junto con su inseparable Abdel, ha organizado reuniones peque?as en pisos, en casas y en locales peque?os de su barrio, donde trata de hacerse conocer de cerca, cara a cara.
A la inevitable pregunta de si se siente francesa responde que s¨ª, que no puede sentirse de otro modo. "Soy francesa porque hablo franc¨¦s y vivo aqu¨ª. Pero tambi¨¦n soy fiel a mis or¨ªgenes bereberes. Hay muchas maneras de entender la identidad". Abdel, su compa?ero de partido, a¨²n es m¨¢s claro: "Somos franceses porque ya no podemos ser otra cosa. Luchamos para que haya mejores escuelas, mejor servicio de correos, por un mundo mejor. Eso es ser franc¨¦s".
El presidente del Consejo Franc¨¦s para el Culto Musulm¨¢n, Mohamed Moussaoui, asegura que no es incompatible pertenecer a un partido de extrema izquierda y llevar el pa?uelo musulm¨¢n. "Un ciudadano que se compromete con una opci¨®n pol¨ªtica tiene derecho a tener convicciones religiosas. Tendr¨¢ que demostrar que representar¨¢ a los ciudadanos de todas las confesiones. Por eso hay que elegirla por su competencia y no por llevar el pa?uelo".
Besancenot record¨® otra cosa en la famosa entrevista del opio del pueblo: "La apuesta del NPA es la de aglutinar a los obreros, a los trabajadores precarios y a los militantes de los barrios precarios, entre otros. Hay un cantante, Jamel Debbouze, que dec¨ªa eso: 'El rostro de Francia est¨¢ cambiando. Y extra?amente cada vez se parece m¨¢s al m¨ªo".
Ilham tambi¨¦n lo dice a su manera: "Se acusa al Nuevo Partido Anticapitalista de querer atraer a los j¨®venes de los barrios. Es al rev¨¦s. Los j¨®venes de los barrios nos hemos ido a ese partido porque consideramos que es el que nos representa. Y los j¨®venes de los barrios somos as¨ª".
Abdel refrenda: "Los viejos militantes de la Liga Comunista Revolucionaria son expertos en pol¨ªtica, profesores de universidad de m¨¢s de 50 a?os. Pero no saben lo que es un barrio de la periferia. Por eso no nos aceptan del todo, a nosotros, a los que vivimos ah¨ª y hemos decidido movernos y luchar. Por eso se extra?an de c¨®mo somos. Yo tambi¨¦n soy creyente y musulm¨¢n. Pero activista. Y seremos m¨¢s. Eso es lo que ha cambiado".
Ilham conduce en su coche a Abdel mientras concierta por tel¨¦fono una nueva entrevista para otra televisi¨®n extranjera. La chica anticapitalista del velo sigue acaparando el inter¨¦s. Tal vez porque encarna un verdadero enigma: a¨²n nadie sabe con certeza si simboliza lo m¨¢s arcaico de una sociedad o algo nuevo y fuerte que es necesario asimilar.
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