"Nuestra naci¨®n no tolera palizas ni tormentos"
Pongamos nombre y avergoncemos a esos peligrosos, endebles, complacientes e hip¨®critas liberales que ponen en peligro la seguridad nacional del Reino Unido, sus intereses vitales y la seguridad personal de sus ciudadanos. ?Qui¨¦nes son? Lord Igor Judge, juez-presidente del Tribunal de Apelaciones de Inglaterra y Gales; Lord Neuberger, Master of the Rolls, que preside la Sala Civil; Sir Anthony May, presidente de Queen's Bench, la Sala Penal; y los magistrados Lord Thomas y Lloyd Jones.
?No se dan cuenta de que estamos en guerra? ?No comprenden que sus sentencias simplistas obstaculizan los esfuerzos de los servicios de seguridad para salvar al Reino Unido de una amenaza constante, ponen en peligro su important¨ªsimo intercambio de informaciones con Estados Unidos y reconfortan a sus enemigos? ?Qui¨¦n demonios se creen que son?
Campa?a en Reino Unido contra los magistrados que investigan los excesos del antiterrorismo
Ahora pensemos en sus valientes cr¨ªticos: Kim Howells, parlamentario, presidente del Comit¨¦ de Inteligencia y Seguridad de la C¨¢mara de los Comunes, que no tolera una palabra en contra de los servicios que te¨®ricamente debe supervisar y se pregunta en voz alta "a qu¨¦ juega el Master of the Rolls"; el ministro de Exteriores y el de Interior, que empu?an las espadas para vengar la m¨¢s m¨ªnima mirada que amenace con insultar a los servicios secretos; el director general del servicio de seguridad interior -el MI5-, Jonathan Evans, que toma la medida casi sin precedentes de escribir un art¨ªculo de prensa para defender a su intachable servicio de tales "alegaciones"; Charles Moore, de The Daily Telegraph, que critica a "esos jueces nuestros, c¨®modos y pagados de s¨ª mismos", por c¨®mo "desautorizan" a un agente del MI5 ("Testigo B") acusado de haber presionado verbalmente a Binyam Mohamed en Pakist¨¢n pese a saber que hab¨ªa sido torturado y pod¨ªa serlo otra vez, "y a su servicio , que asume unos riesgos tan grandes para defendernos"; Nick Cohen, de The Observer ("los jueces no son los ¨²nicos que desean una vida f¨¢cil"); y Bruce Anderson, cuya extraordinaria defensa de la tortura en The Independent lleva este encabezamiento: "No s¨®lo tenemos derecho a utilizar la tortura. Tenemos el deber".
Tenemos, pues, a miembros del Parlamento, esp¨ªas y periodistas: tres grupos cuya reputaci¨®n de integridad, transparencia, imparcialidad y veracidad, por supuesto, est¨¢ m¨¢s asentada que nunca en la opini¨®n p¨²blica brit¨¢nica. ?Qui¨¦n en su sano juicio va a hacer m¨¢s caso, en vez de los veredictos reflexivos, escrupulosos y matizados de estas figuras de autoridad moral en nuestra naci¨®n, a las decisiones de unos simples jueces?
Quiero dejar clara una cosa. Nunca debemos menospreciar las amenazas terroristas que sufren el Reino Unido y muchos otros pa¨ªses libres, ni la dificultad de descubrirlas por adelantado. Todav¨ªa existen demasiados intentos descabellados de apaciguar a los islamistas radicales, algunos de ellos perpetrados y financiados por otros sectores del Gobierno brit¨¢nico. Y los jueces, como los pol¨ªticos, los esp¨ªas y los periodistas, no tienen por qu¨¦ estar por encima de cualquier cr¨ªtica. Pero en este caso, las cr¨ªticas a los jueces no tienen fundamento. No s¨®lo no est¨¢n "desautorizando" nada sino que est¨¢n defendiendo el elemento fundamental para elfuturo del Reino Unido: la combinaci¨®n de seguridad y libertad bajo la ley. Proteger ese principio, en unas circunstancias diferentes, exige un ejercicio de equilibrio muy delicado.
Veamos, por ejemplo, la sentencia emitida tras un recurso, a principios de este mes, que permiti¨® la publicaci¨®n del breve resumen que hab¨ªa hecho un tribunal inferior de las informaciones proporcionadas por los servicios estadounidenses indicando que Mohamed hab¨ªa sufrido torturas. Comienza con una declaraci¨®n clar¨ªsima del presidente del Tribunal Supremo en la que reconoce que "el terrorismo es una amenaza constante tanto aqu¨ª como en el extranjero" y "la inestimable contribuci¨®n a la seguridad p¨²blica de la tradicional cooperaci¨®n entre los servicios de inteligencia de este pa¨ªs y los de Estados Unidos", que, a?ade convenientemente, "no circula en una sola direcci¨®n".
A continuaci¨®n relata c¨®mo hubo que arrancar las pruebas de que el MI5 sab¨ªa que Mohamed hab¨ªa sido torturado de las garras de los secretistas Gobiernos de Londres y Washington y c¨®mo hubo que sopesar el peligro de hacer p¨²blico algo que ya muchos hab¨ªan reconocido en el Reino Unido y Estados Unidos. En el momento de escribir estas l¨ªneas, todav¨ªa aguardamos la decisi¨®n del Tribunal sobre la publicaci¨®n de un p¨¢rrafo de esta reciente sentencia que, al parecer, sugiere que el MI5 enga?¨® deliberadamente al comit¨¦ correspondiente de la C¨¢mara de los Comunes a prop¨®sito de lo que sab¨ªa de este horrible asunto; un p¨¢rrafo que el Master of the Rolls retir¨® por presiones del Gobierno, algo que resulta bastante sospechoso.
Los detractores acusan a estos jueces, las ONG y los medios de comunicaci¨®n que han exigido transparencia en este caso -entre ellos, The Guardian, The Times, The Independent y la BBC, porque las voces period¨ªsticas que antes he mencionado no representan a la profesi¨®n en general- de ser unos "liberales" que tienen un compromiso dogm¨¢tico con los derechos humanos ¨¹ber alles.
En realidad, los argumentos de estos jueces son, muchas veces, profundamente conservadores. Para ellos, la base la constituyen los precedentes en el derecho consuetudinario ingl¨¦s y, por extensi¨®n, en la historia del Reino Unido. As¨ª, por ejemplo, la sentencia m¨¢s reciente cita al secretario de Estado de la reina Isabel I, Sir Thomas Smith: "La naturaleza de nuestra naci¨®n es libre, s¨®lida, orgullosa, pr¨®diga con la vida y la sangre, pero no tolera injurias, palizas, servidumbre ni castigos ni tormentos serviles". El coraz¨®n de un genuino conservador brit¨¢nico como Dominic Grieve, responsable de Justicia en el Gobierno en la sombra, deber¨ªa emocionarse ante esta prosa antigua y en¨¦rgica. S¨®lo un neoconservador, es decir, un antiliberal radical, puede arrojar bilis al saborear una muestra as¨ª de viejo esp¨ªritu ingl¨¦s.
Incluso despu¨¦s de que el tribunal dicte su sentencia definitiva con esta rebuscada frase, seguir¨¢ habiendo preguntas fundamentales sin responder sobre el comportamiento de los servicios secretos del Reino Unido durante los m¨¢s de siete a?os de "guerra contra el terror" de George W. Bush. En cuanto se celebren las elecciones, el nuevo Gobierno brit¨¢nico debe cambiar las cosas. En vez de que el jefe del MI5 reprenda a los jueces, habr¨¢ que encargar a un juez que investigue la conducta pasada del MI5 (y del MI6). Una investigaci¨®n judicial, que ya han pedido los dem¨®cratas liberales, el ex fiscal general Lord Goldsmith y el ex ministro de Interior de los conservadores David Davis, tendr¨ªa todas las ventajas que proporciona un buen juez: ser¨ªa independiente, rigurosa, imparcial, responsable y discreta.
Dicho juez, equipado con las herramientas necesarias para la investigaci¨®n y el permiso para utilizarlas, deber¨ªa examinar los aspectos detallados suscitados por el caso de Mohamed, pero tambi¨¦n otros m¨¢s generales.
?Cu¨¢les eran, en cada fase, las normas de los servicios secretos sobre la tortura, sobre la transmisi¨®n a Estados Unidos de preguntas para hacer a presos de los que se pensaba que estaban siendo torturados y sobre el uso de la informaci¨®n obtenida de esa manera? ?Qui¨¦n, aparte del "Testigo B", sab¨ªa qu¨¦, y cu¨¢ndo? ?Qu¨¦ hay de sus superiores, entre ellos el propio Evans, entonces responsable de antiterrorismo internacional? ?Qu¨¦ solicitudes de directrices pol¨ªticas, si es que las hubo, se hicieron al Ministerio del Interior, el Ministerio de Exteriores y el 10 de Downing Street, y qu¨¦ luces verdes, ¨¢mbar o rojas, formales o informales, recibieron como respuesta? El Tribunal dice que el valor del intercambio de informaci¨®n con Estados Unidos es "inestimable", pero ?quiz¨¢s es calculable? ?Ser¨ªa posible dar al juez investigador, en la m¨¢s estricta confidencia, algunos ejemplos espec¨ªficos de c¨®mo contribuy¨® todo eso en concreto a la seguridad del pueblo brit¨¢nico? ?Por qu¨¦ el comit¨¦ de los Comunes no recibi¨® toda la informaci¨®n que deber¨ªa en su momento? ?Qu¨¦ lecciones podemos aprender para el futuro?
El objetivo de todo esto no es que los jueces gobiernen el Reino Unido. Todo lo contrario. Es crear los mecanismos debidos para tener un Gobierno eficiente, responsable y respetuoso con las leyes, incluso en los servicios secretos y en ¨¦pocas dif¨ªciles, y un Parlamento brit¨¢nico que lleve a cabo su labor de supervisi¨®n democr¨¢tica y vuelva a ser digno de su nombre, para que nadie necesite apelar a los tribunales. Mientras tanto, gracias a Dios -o, para ser m¨¢s exactos, gracias a la Historia- que el Reino Unido tiene todav¨ªa jueces as¨ª.
Timothy Garton Ash, catedr¨¢tico de Estudios Europeos, ocupa la c¨¢tedra Isaiah Berlin en St. Antony's College, Oxford, y es profesor titular de la Hoover Institution, Stanford. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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