Pactos
De nuevo estamos ante otro giro estrat¨¦gico de Zapatero (que no es el ¨²nico en improvisar, pues ah¨ª est¨¢n las eurodudas ante la crisis griega de Merkel et alia para demostrar que en todas partes cuecen habas). Si hasta hace poco su estrategia se fij¨® como objetivo de crisis garantizar la cohesi¨®n social mediante un pacto keynesiano con los sindicatos fundado en el gasto p¨²blico deficitario (todo ello vendido con el marketing de la nueva Econom¨ªa Sostenible), ahora, tras el jueves negro que hundi¨® la bolsa espa?ola por efecto contagio del colapso griego, se ha visto obligado a dar marcha atr¨¢s con un brusco giro de 180 grados. Stop al gasto keynesiano deficitario y v¨ªa libre al ajuste duro presupuestario, como ¨²nica forma de atajar la p¨¦rdida del cr¨¦dito internacional, vitalmente necesario para poder refinanciar en los mercados externos el coste creciente de la deuda p¨²blica espa?ola.
Menos mal que quedan nacionalistas para salvar Espa?a ante la deserci¨®n de los espa?olistas
Y ello tanto m¨¢s cuando ahora el ciclo de tipos bajos de inter¨¦s toca a su fin, tras la decisi¨®n de la FED estadounidense de volver a subir su tasa de descuento. Lo cual indica que ya se ha iniciado la segunda fase de la crisis financiera internacional. De 2007 a 2009 est¨¢bamos inmersos en la fase A, causada por el riesgo de impago de la deuda privada (hipotecas dudosas, fondos t¨®xicos, etc.): una fase que se resolvi¨® inyectando liquidez con gasto keynesiano deficitario para sanear la deuda privada mediante planes de aval y rescate garantizados por los Tesoros nacionales. Pero ahora entramos en una nueva fase B, esta vez causada por el riesgo de impago de la deuda p¨²blica.
Es el nuevo riesgo de insolvencia soberana que afecta sobre todo a los pa¨ªses menos competitivos. Como Espa?a, que financi¨® su boom inmobiliario con cargo al exterior, dada la barra libre que proporcionaba el euro con sus tipos de inter¨¦s por debajo de nuestra tasa de inflaci¨®n. Lo cual se ven¨ªa a a?adir adem¨¢s al ingreso gratuito de ingentes fondos estructurales y de cohesi¨®n, procedentes de las arcas europeas, alemanas especialmente. Pues bien, la fiesta del EuroMed ha terminado, y ahora toca apretarse el cintur¨®n para aprender a trabajar con mayor competitividad y sin ayuda exterior, como ¨²nico modo de pagar deudas saneando nuestras cuentas p¨²blicas y privadas.
Es verdad que el ajuste estructural que precisa la econom¨ªa espa?ola no es tan duro como el de la griega, que amenaza con ser intervenida por las autoridades monetarias europeas. Pero si bien nuestro margen de maniobra es mayor, por lo que no hay tanta urgencia, lo cierto es que nuestro volumen econ¨®mico tambi¨¦n es incomparablemente superior (tras pasar de 12 millones de poblaci¨®n activa a 22, absorbiendo cinco millones de mujeres y otros tantos de inmigrantes), pues tambi¨¦n aqu¨ª puede decirse que el tama?o importa. Grecia puede ser eurizada (es decir, rescatada e intervenida por el EuroGrupo), pero no as¨ª Espa?a, que resulta demasiado grande tanto para poder rescatarla como para dejarla caer. Y en esa encrucijada, ?qu¨¦ podemos hacer?
Aqu¨ª es donde aparece la necesidad de proceder a acordar un gran pacto de Estado: unos nuevos planes de La Moncloa o quiz¨¢s unos planes de La Zarzuela, como tambi¨¦n se los podr¨ªa llamar si el inquilino de La Moncloa demostrase no tener la suficiente capacidad de convicci¨®n como para negociarlos por s¨ª solo. De momento, el presidente ha creado una comisi¨®n ministerial basada en el capital pol¨ªtico del ministro de Fomento (?para aprovechar su impulso ascendente o para neutralizarlo?) y presidida por la vicepresidenta que sedujo al Financial Times. Pero ?ser¨¢ suficiente? Aqu¨ª es donde cabe recordar de nuevo la conveniencia de que el se?or de La Moncloa, y no el de La Zarzuela, adopte la m¨¢xima de Almod¨®var: hable con ellos, a ser posible de hombre a hombre, y tanto con los sindicatos como, sobre todo, con Rajoy.
Pero los precedentes son sombr¨ªos. El 14 de diciembre pasado (ominoso aniversario) fracas¨® la IV? Conferencia de Presidentes, convocada por La Moncloa para alcanzar un compromiso de lucha contra el desempleo. Un compromiso ofrecido por el Gobierno a ¨²ltima hora de la reuni¨®n que los barones territoriales del PP se negaron a asumir, encabezados por Esperanza Aguirre ("no nos responsabilizaremos con el Gobierno de Espa?a"). Lo cual sienta un p¨¦simo precedente, si tenemos en cuenta que el ajuste estructural que precisamos pasa necesariamente por el ajuste auton¨®mico. Por eso es de temer que ahora, con estos nuevos pactos de La Zarzuela que se proponen, suceda exactamente igual, si quienes tienen poder de veto (los barones territoriales no s¨®lo del PP) se empe?an en hacerlos fracasar. Menos mal que, como dudoso consuelo, nos quedan los nacionalistas, prestos a salvar la solvencia de Espa?a ante la probable deserci¨®n de los espa?olistas.
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