Capitalismo pi?ata
"Aficionado", "peccadillo", "guerilla", "fiesta", "machismo"; la lista de palabras que nuestro idioma ha exportado al ingl¨¦s da que pensar sobre el car¨¢cter nacional. Una que, sin embargo, tiene bastante relevancia estos d¨ªas es "pi?ata". As¨ª es como ha descrito recientemente James Rickards el modo de funcionamiento de los mercados financieros respecto a la deuda de Grecia. Es el deporte favorito de Wall Street, dice Rickards, que conoce de primera mano el sector: se trata de sacudir todos a una un pa¨ªs o empresa hasta que estalla. En este caso, los caramelos son las comisiones que se llevan los que sacuden furiosamente la pi?ata.
Frente a la idea de "capitalismo de casino" que se popularizara en los noventa, aqu¨ª no hay gente elegante en esmoquin ni hilo musical de fondo, s¨®lo gestores cuyo negocio es la volatilidad: cuanta m¨¢s inestabilidad en el mercado, m¨¢s transacciones, y cuantas m¨¢s transacciones, m¨¢s comisiones. Y por medio, algoritmos, ¨®rdenes automatizadas de compra y venta y complejos productos financieros como los "derivados sint¨¦ticos" que muchos expertos confiesan en privado ser incapaces de seguir. Como hemos visto estos d¨ªas, esta banca siempre gana: primero, trescientos millones de d¨®lares (unos 220 millones de euros) de comisiones (banca alemana incluida) por colocar (incluso se dice, disfrazar) la deuda griega en los mercados; luego, otros tantos de millones por apostar contra ella.
Europa necesita regularse mejor a s¨ª misma, s¨ª, pero tambi¨¦n regular mejor los mercados financieros
Cierto, nadie ha obligado a los Gobiernos griegos a seguir pol¨ªticas econ¨®micas err¨®neas, a mentir con las estad¨ªsticas, ni a acudir luego a los mercados para financiar su deuda. En el fondo, mercados financieros y Gobiernos son tal para cual: todos buscan el beneficio r¨¢pido (monetario o electoral) y se resisten a aceptar limitaciones a su poder o a pensar estrat¨¦gicamente a largo plazo. Gracias al euro y a esos mercados financieros, todos vivimos por encima de nuestras posibilidades (no s¨®lo griegos y espa?oles, sino tambi¨¦n estadounidenses y brit¨¢nicos, cuyos niveles de deuda son tan altos como los nuestros). Pero tambi¨¦n es evidente que esos mismos bancos tambi¨¦n viven muy por encima de sus posibilidades y que, como se ha visto, son incapaces de hacer frente a la suma de los riesgos que generan. Es esta disociaci¨®n entre acciones individuales y consecuencias colectivas la que nos debe preocupar, de ah¨ª la serie de propuestas que el primer ministro brit¨¢nico, Gordon Brown, y la ministra de Econom¨ªa francesa, Christine Lagarde, han puesto sobre la mesa para asegurarnos de que los excesos del capitalismo financiero no nos llevan a todos al desastre.
Con la crisis griega hemos olvidado que en el origen de la recesi¨®n est¨¢n esas armas de destrucci¨®n masiva financiera (CDS) que permiten que tu vecino compre tu seguro de incendios y luego apueste con otros vecinos a ver si tu casa se va a quemar o no. Al inicio de la crisis, todos los economistas aconsejaron a todos los Gobiernos que dejaran a un lado la ortodoxia e hicieran keynesianismo a mansalva: gasto p¨²blico sin l¨ªmites para salvar la banca y estimular cr¨¦dito y consumo. Entonces, los ingentes vol¨²menes de deuda de la banca estuvieron a punto de hacer quebrar el sistema; ahora el problema parece ser el mismo, s¨®lo que desde el lado de la deuda p¨²blica.
Europa necesita regularse mejor a s¨ª misma, s¨ª, pero tambi¨¦n necesita regular mejor los mercados financieros. Salir de la crisis ser¨¢ duro, pero todo el mundo sabe c¨®mo hacerlo. Hungr¨ªa, que ya tuvo su estallido de d¨¦ficit, muestra claramente que los ajustes y reformas acaban dando resultado. En Budapest lo hizo el FMI, en Atenas ser¨¢ la Comisi¨®n Europea, pero las recetas son las mismas. La cuesti¨®n es si Europa es capaz de sumar el poder de sus Estados miembros para hacer algo m¨¢s que salir del bache.
Si de lo que se trata es de sentar las bases para evitar que este tipo de crisis se repitan, entonces se echa de menos que Espa?a, aprovechando la presidencia rotatoria de la Uni¨®n Europea, no sea m¨¢s valiente y activa a la hora de liderar este debate. ?Es realmente el debate sobre la renovaci¨®n de la estrategia de Lisboa para el a?o 2020 lo que debe concentrar nuestras energ¨ªas como presidencia? ?En qu¨¦ ha quedado toda la alharaca del G-20? ?Van a conformarse la Uni¨®n Europea y Estados Unidos, cuyas econom¨ªas son la mitad del mundo, con capear el temporal y esperar a la pr¨®xima crisis sin haber cambiado las condiciones que han hecho posible la crisis? Obama ha abierto este debate en Estados Unidos y ha se?alado el camino que deber¨¢ adoptar la legislaci¨®n que regule el funcionamiento del sector financiero. ?Europa no tiene nada que decir? ?No es seguro que Obama vendr¨ªa a una cumbre Estados Unidos-Uni¨®n Europea dedicada monogr¨¢ficamente a este tema si los europeos tuvi¨¦ramos algo que decir en esta cuesti¨®n?
jitorreblanca@ecfr.eu
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